Líbano: elecciones para decirle "adiós" al pasado

La juventud libanesa lucha por el sueño de reformar su nación, cuya historia reciente está fuertemente marcada por los conflictos religiosos y la guerra civil.



Considerada la «perla de oriente», la «suiza el mediterráneo», Líbano sufrió una de las guerras civiles más largas y crueles de la historia contemporánea: 15 años de conflicto multiconfesional que marcaron a esta nación entre 1975 y 1990. Con un 59% de abstención, la juventud va por el sueño de «un nuevo Líbano».



Nacida de los estertores del dominio cristiano de medio oriente en el siglo XIII, Líbano se constituyó en un modelo de convivencia pacífica entre grupos religiosos habitualmente enfrentados: luego de los acuerdos de la década de 1950, en el contexto de la guerra fría, un Líbano en paz era un actor que resultaba cómodo para la región. Sin embargo, la Guerra de los Seis Días provocó una masiva huída de la población palestina, que se refugió en el sur del país. De allí, la OLP y su rival interno, el FLP, de clara orientación marxista, crearon desde los campos de refugiados bases operativas que pronto iniciaron el conflicto por el poder frente al ejército libanés.



En los años trascurridos desde entonces, las masacres de civiles enmarcadas en la idea de la desaparición del «otro», del «enemigo», tuvo diversos episodios. Todas las facciones lloran a sus mártires. Un millón de desplazados, y 130 mil muertos sólo en los años de guerra declarada y abierta, mientras que la cifra real es mucho mayor.



Caído el muro de Berlín, la OLP —dirigida por Yasser Arafat— cobra impulso para acordar con Israel y el lugar de poder de esta organización y del FLP —dirigido por George Habash— pierde relevancia en el Líbano. En los tempranos ‘80s, aparece un nuevo actor: Hezbollah, financiado por Irán. Allí, los secuestros, y los atentados con coche bomba, se convierten en una realidad cotidiana, en un modo de operar en la puja por el poder.



En 2022, en elecciones ponderadas por su transparencia y por la calidad de sus procedimientos, el Líbano inicia un fuerte proceso de cambio, de la mano de la juventud del país. La rebelión de los jóvenes se inició en 2019 por un aumento de 10 centavos de dólar en las tarifas por el uso del WhatsApp. Interrumpida en sus manifestaciones públicas por la pandemia de Covid-19, la rebelión continuó en las facultades de distintas universidades, en las cuales los jóvenes, organizados políticamente, les ganaron todas las elecciones a los grupos confesionales.



La abogada Venena el Amil (@verenaelamil) es un rostro muy visible del cambio que proponen los jóvenes libaneses, que no quieren por futuro tener que irse de su país. Surgido de la rebelión del WhatsApp y unidos por la tragedia de una terrible explosión en el puerto de Beirut ocurrida en 2020, que devastó la ciudad dejando 200 muertos y 6 mil millones de dólares en daños, este movimiento busca dar vuelta al estratificado sistema de los partidos confesionales.



Líbano es un país en el que el 63% de los jóvenes dicen que lo que quieren, es irse a vivir al extranjero. El gran derrotado de este proceso es Hezbollah, que pierde su rol en el parlamento, arrinconado por el partido Fuerza Libanesa, que representa a la minoría cristiana y fincó su campaña en atacar a esta organización.



Hay un mundo en rebelión que cuestiona las autoridades y al viejo orden confesional, que ha sumido al país en la ruina.



 


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