Liliana Costa, la verdadera historia de la mujer de Báez que sigue manejando sus cuentas

En el fondo, todo arrancó como una historia de amor clandestina. Hoy, Liliana Costa, desde las sombras, es quien maneja, administra y define los pasos de Lázaro Báez, preso en la cárcel de Ezeiza.


También es quien se encarga de recaudar los fondos que están fuera de la órbita de la Justicia y que lograron sortear todos los embargos. Así funciona hoy el entramado del ex zar de la obra pública, que aún sigue manejando miles de pesos.



Pese a las operaciones que salen desde el riñón del ex socio de la familia Kirchner, la familia Báez está partida, rota, quebrada, y eso no cambiará.



La historia entre Báez y Costa es una historia de amor peronista. Se conocieron militando en la primera campaña a intendente de Río Gallegos de Raúl Cantín, familiar de Báez: él fue quien le financió la campaña del 2007, que finalmente perdió. En 2011, llegó a la intendencia. En ese primer intentó todo indicaría que existió el flechazo y la doble vida del empresario. Costa militaba en una Unidad Básica de Cantín, sobre la calle Liniers de la capital santacruceña. Báez lo mantuvo en secreto durante casi una década.



Cuenta la historia que el barón de Rothschild amasó una cuantiosa fortuna gracias a estar bien informado. En efecto, él se enteró antes que nadie del resultado favorable a los británicos en la batalla de Waterloo (algunos dicen que a través de palomas mensajeras), y de inmediato dio órdenes para que se vendieran todos sus bonos de guerra. Rothschild financiaba a Napoleón y en silencio a Wellington. Estaba en las dos canastas. Muchos lo imitaron, sabiendo que él tenía información oportuna, en tanto suponían que Inglaterra había perdido la batalla. Simultáneamente, Rothschild hizo que otros agentes comprasen para él esos bonos a precios de liquidación, y cuando todos se enteraron del resultado real de la contienda, Rothschild ya había aquilatado grandes dividendos: se volvió mega millonario y ahí nació uno de los imperios económicos más importantes de la historia europea. Los perfiles económicos entre Rothschild y Báez se parecen.



El testamento del Baron de Rothschild, redactado pocos días antes de su muerte, contenía un reglamento estricto de cómo se debían dirigir los negocios familiares.



1. Todas las posiciones claves deben ser ocupadas por miembros de la familia.



2. En los negocios solamente pueden participar los miembros de la familia varones.



3. No debe haber ninguna auditoría jurídica y ninguna publicación de los bienes.



Es muy probable que Lázaro no sepa quién fue el Barón de Rothschild, pero cumplió a rajatabla sus mandamientos: la familia en puestos claves. Hoy esa decisión rompió el vínculo y quedó algo claro: ahora sangre no es necesariamente familia. Sus hijos ya no le dicen "papá", ni "viejo". No eligen ningún sinónimo de cariño. Ni siquiera el que usaban sus amigos o el círculo íntimo, "negro". Para Luciana, Martín, Romina y Leandro es "Lázaro". Así, frío, a secas. Y escucharlo de esa forma tan descarnada, impacta.



"La familia está dividida: sus cuatro hijos por un lado, Norma en el medio -Calismonte, su ex mujer- y Lázaro", le explicó a Infobae una fuente con acceso irrestricto a la intimidad de los hermanos Báez. Ninguno de ellos habla con su padre de ninguna forma, ni formato: no hay intermediarios, no hay abogados. Es más, todos ellos tampoco tienen buena relación con Máximiliano Rusconi, el abogado de Báez. "Ellos están convencidos de que Rusconi defiende otros intereses, no los de la familia, y que los enfrenta", agregó la misma fuente. La única que mantiene un diálogo frío, pero necesario por momentos y pese a todo, es Calismonte.



La situación de los hermanos se volvió apremiante. Los únicos ingresos que tienen son algunos de los negocios que las Justicia les permitió seguir administrando pero aun así bajo la tutela de contralores fiscales. En el caso de Martín, maneja una agencia de motos junto a Luciana, una de sus hermanas. "No puedo laburar en ningún lado y si me contratan como empleado van a decir que el negocio es nuestro. Es una mierda", le explica Leandro a sus amigos. El que cuenta esto sostiene que sólo se rodea de sus amigos que "siempre estuvieron" y que evitan que esté aún más mal.



Liliana Costa es la actual mujer de Báez, mientras avanza el divorcio, conflictivo en sí, con Calismonte. Costa es quien le dice a Lázaro qué hacer y cómo hacer -incluso se anima a desairar al propio Rusconi-, y quien lo visita regularmente en Ezeiza. Los hermanos están convencidos de que Costa "solo quiere robarle todo" y que "le llena la cabeza diciéndole que es la única que lo quiere sacar de ahí". Algo que ellos aseguran que es mentira, y lo afirman con vehemencia. "Lo quiere bien adentro, así sigue manejando la guita que Lázaro le permitió y nosotros no sabíamos que existía", aseguran.



Leandro, el hermano más chico de los Báez, es el único que se reunió con Costa. Fue una sola vez y la charla no fue buena. Los testigos de ese encuentro cuentan que el hijo de Lázaro estalló en furia y que hubo que controlarlo, mientras Costa reía con sorna. Eso no fue casual. Los Báez aseguran que Costa padece de desórdenes psiquiátricos, lo que complica aún más las negociaciones. Ese encuentro fue por pedido del propio Lázaro.



El tema empresarial es simple. Costa llegó a tener tres poderes: uno en nombre de Lázaro como persona física, otro en nombre de Austral Construcciones y otro por Badial, otra de las compañías que conformaban el pool de empresas. Badial es una empresa que Báez manejaba con Carlos Franchi, uno de sus apoderados locales, y fue una de las primeras constructoras de Báez. Bajo esa firma se compraron más de 80 lotes en El Calafate. Los hermanos Báez le revocaron a Costa los poderes de Austral y Badial pero no pudieron hacerlo con el más importante, el de Lázaro. Ese documento le permite a la actual mujer del empresario santacruceño manejar el dinero que quedó afuera del radar de la Justicia, en su mayoría alquileres.



Leandro se reunió con Costa para exigirle la "rendición de cuentas" de los fondos que ella había administrado y que sus hijos debían entregarle a la Justicia. Los Báez intentaban reordenar las cuentas para estar en condiciones de presentar el concurso de que quiebra, algo que la Justicia rechazó, mediante un fallo de la Cámara de Apelaciones en lo Comercial. "Necesito que me rindas las cuentas. Los alquileres están todos facturados pero la plata cobrada no está. ¿Dónde la imputaste", fue la pregunta que Martín le hizo a la pareja de su padre, de quien conoció su existencia con su padre ya detenido. "Decime ya en qué se gastó esa plata porque en Austral no apareció", le volvió a recriminar. Desde el otro lado solo hubo silencio y sonrisas. Costa tartamudeaba, hablaba de cualquier cosa. Hay un detalle no menor: Costa es empleada de la AFIP pero goza de carpeta psiquiátrica.



Después de esa reunión, Costa contrató a una contadora que le está ordenando esos números que le reclaman. "Se los está dibujando, esa es la realidad", agregaron desde el entorno de Báez consultados por Infobae. "El que hable en nombre de Báez, sea Rusconi o el que sea, habla en nombre de Báez: la familia vamos por otro camino", contó a este medio uno de los hermanos.



Según los hermanos Báez, ellos quieren "una nueva vida". Quieren "clarificar todo" y para eso pidieron ayuda a los veedores de la Justicia. De eso se trató la reunión que tuvieron en su momento en Río Gallegos con el fiscal Guillermo Marijuan. En ese encuentro volvieron a marcar su posición: todo lo armó su padre, ellos cumplieron órdenes de él y quieren resolverlo.



Infobae pudo confirmar que mensualmente, Costa retira los fondos de los alquileres en efectivo o en cheques, lo que genera, al ser alquileres facturados, que Austral pague 800 mil mensuales en impuestos. El calculo de lo que se lleva Costa es indescifrable.



De tan simple que es el esquema, Costa quedó parada en un lugar inmejorable. Todos los alquileres los cobra una tradicional inmobiliaria de la Ciudad de Buenos Aires, del barrio de Belgrano, con mas de 40 años en el rubro: incluso su dueña ya fue citada por la Justicia. En teoría, la inmobiliaria debería depositarlos en cuentas de Austral, algo que nunca ocurrió porque Costa se presentaba con el poder de Lázaro y el poder de Austral -revocado-, retiraba el dinero y decía que ella se encargaba de depositarlo en la cuenta: los cheques y el dinero en efectivo. Ese dinero nunca se bancarizó y los cheques, parte de ellos, fueron los que terminaron dentro del penal de Ezeiza para obtener el endoso del empresario.



En la interna los hermanos Báez también guardan un poco de humor. "Todos tiran fruta, algunos más o menos le pegan y hay otros que la tiran a 20 metros. Todos tocan de oído pero nadie se sienta a razonar un poquito", disparan cuando les preguntan por los rumores que circulan.



El enojo de los hermanos con su padre es justificable. Ellos se enteran de la existencia de Costa por los medios: "Ahí explotó todo el quilombo, nadie sabía nada", agregan.
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