El doble femicida atrapado por un perro confesó todo

Los investigadores esperan que repita el testimonio que dio luego de ser capturado por el can. El acusado aseguró que discutió con su pareja, la asesinó y luego hizo lo mismo con la hija de ella, de 7 años, para no dejar testigos.



Abel Romero, el único detenido por el doble femicido de Cristina Iglesias y su hija Ada de 7 años en la localidad bonaerense de Monte Chingolo, partido de Lanús, confesó este lunes en su indagatoria ante la Justicia haber sido el autor de ambos crimenes, informaron fuentes judiciales.



Romero ya había brindado el sábado por la noche una autoincriminación -aunque sin validez judicial-, luego de que un perro rastreador lo incriminara, al identificar como suyo un rastro olorífero que quedó en la sábana que envolvía el cadáver de la menor.



Fuentes judiciales informaron que la indagatoria fue realizada por el fiscal de la causa, Jorge Grieco, de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 2 descentralizada de Lanús.



Al mismo tiempo, indicaron que en esya jornada también realizarán en la morgue judicial de Lomas de Zamora las autopsias de las víctimas, aunque el fiscal cuenta con un primer informe forense realizado al momento de los hallazgos que indica que Iglesias (40) presentaba entre cinco y siete puñaladas y su hija Ada dos o tres heridas de arma blanca y signos de asfixia.



El fiscal le imputará a Romero un doble homicidio agravado por haber mediado violencia de género (femicidio), delito contemplado en el inciso 11 del artículo 80 del Código Penal y que prevé una pena de prisión perpetua.



Detalles del caso



El doble femicida fue "señalado" gracias a la intervención de Bruno, el perro waimaraner integrante de la división canina de la Secretaría de Seguridad de Escobar, que es famoso por su rol en otros casos policiales.



“Luego del hallazgo de los cadáveres, se cortó un trozo de la sábana que envolvía el cuerpo de la nena. Los entrenadores se lo dieron a olfatear a Bruno que, en la comisaría, fue directo a marcar al imputado”, explicó una fuente judicial.



Bruno, considerado por varios investigadores judiciales como “el Messi de los perros”, está entrenado para seguir rastros oloríferos de personas vivas y, de acuerdo a lo que los entrenadores le explicaron al fiscal Grieco, el hecho de que haya apuntado a Romero indica que fue la última persona en haber tomado contacto con esa sábana que envolvía el cadáver.



Según las fuentes, ante esta evidencia, Romero se quebró y dio una nueva versión ante la policía, sin validez judicial.



La confesión de Romero



“Confesó que él asesinó a su pareja luego de un discusión que tuvieron mientras estaban empastillados. Y que mató a la nena para no dejar testigos”, confió uno de los investigadores.



Romero fue detenido en la noche del pasado viernes en Rafael Calzada cuando policías de un patrullero lo vieron deambulando y violando el aislamiento social obligatorio en prevención del coronavirus.



Ante los investigadores policiales, dio varias versiones con múltiples contradicciones, todas extrajudiciales. 



Primero dijo que Cristina y su hija se habían ido en un auto con un conocido de su novia. Pero la Policía Científica había determinado que en la casa donde ambas vivían había sido baldeada, con rastros de sangre en el patio, en una habitación y signos de haber arrastrado un cuerpo.



Ante ello, Romero cambió de versión y dijo que a su pareja la habían asesinado por una deuda del narcotráfico, que a la niña la habían matado para no dejar testigos y que a él le habían perdonado la vida pero lo obligaron a lavar la escena del crimen.



 



Todo cambió el sábado cuando en una nueva inspección a la casa de la calle Domingo Purita 4064 de Monte Chingolo, partido de Lanús, los investigadores descubrieron los dos cadáveres enterrados en el fondo.



Luego de la intervención del can Bruno, Romero se autoincriminó y ahora se espera que repita y formalice la confesión en sede judicial.



Iglesias y su hija Ada fueron vistas por última vez el miércoles pasado por su madre y su hija mayor de 21 años. Al día siguiente su familia radicó la denuncia por paradero en la Comisaría N°6 de Lanús luego de haber ido a la casa y notar que faltaban sus cosas, que los ambientes estaban revueltos y que alguien había estado limpiando.



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