Un nieto recuperado pide que no le den la domiciliaria a su apropiador: "Tengo miedo que me mate"

En el marco del informe del Servicio Penitenciario con 96 genocidas que podrían ser liberados, el nieto recuperado Guillermo Pérez Roisinblit contó que su apropiador, Francisco Gómez, lo tiene amenazado de muerte desde hace años. “No quiero que salga, estoy seguro que va a querer cumplir su promesa"

“No quiero que salga, tengo miedo de que me mate y estoy seguro que va a querer cumplir su promesa porque sé lo violento que es”. Con esas palabras, Guillermo Pérez Roisinblit, nieto recuperado en el 2000, ruega que la Justicia le niegue la prisión domiciliaria a Francisco Gómez, el ex agente de inteligencia de la Fuerza Aérea que lo apropió y le quitó su identidad, después de asesinar a su madre y a su padre en la Regional de Inteligencia Buenos Aires (RIBA) durante la última dictadura militar. Gómez, con dos condenas por delitos de lesa humanidad por su rol en el centro de detención del oeste del Conurbano bonaerense, es uno de los 96 genocidas a los que el Gobierno quiere liberar, con la excusa de “descomprimir” las cárceles.



La semana pasada trascendió que el Servicio Penitenciario Federal elaboró un informe con 96 genocidas que podrían ser excarcelados bajo los beneficios de libertad condicional o prisión domiciliaria. Pérez Roisinblit aseguró que al momento de ver el nombre de Gómez en esa lista, la persona que golpeó salvajemente a su apropiadora hasta dejarla en el hospital, se asustó y se convenció de que estaba presenciando “una injusticia”.



“Pensé que se había acabado esto de tener que preocuparme por él hace dos años, cuando lo sentenciaron a doce años por los crímenes en la RIBA”, le dijo a este diario el nieto de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit. Guillermo contó que está amenazado por Gómez, quien le dijo varias veces que cuando saliera de la cárcel lo iba a matar: "Alguna día voy a salir y ese día les voy a poner una bala en la frente a vos, a tu hermana y a tus abuelas", escribió Guillermo anoche en un tuit. "Eso me dijo la última vez que lo fui a ver", agregó. 



Guillermo es hijo de los militantes Patricia Julia Roisinblit y José Manuel Pérez Rojo. Conoció su verdadera identidad en 2000, gracias a la búsqueda de su hermana Mariana y de la vicepresidenta de Abuelas. En 2005, Gómez fue condenado a siete años y medio de prisión por su apropiación. En ese mismo fallo, su mujer fue condenada a tres años y un mes y el partero de la ESMA Jorge Luis Magnacco, a 10 años -aunque ya fue beneficiado con la libertad condicional en diciembre del año pasado. Gómez volvió a ser condenado, aunque a 12 años, por los delitos de secuestro y tortura de Patricia y José. En ese momento, Guillermo creyó que la pena “no era suficiente” por todo lo que había padecido. Pero su sorpresa fue mayor al enterarse de que su apropiador es uno de los elegidos por el servicio penitenciario para cumplir prisión domiciliaria.



“‘Mirá el lío en que me metiste por ir con esas viejas!’ Me decía mi apropiador, Francisco Gómez, mientras cumplía con prisión preventiva por haberme apropiado, cambiar mi identidad y falsificar todos mis documentos”, comenzaba ayer la cadena de tuits en los que descargó su bronca. Guillermo tuvo que ver cómo su apropiador amenazaba y golpeaba a Dora, su apropiadora. Una vez, lo secuestro y alejó de ella durante tres días "para enseñarle a ella quién manda" . “Gran parte de los recuerdos de mi infancia, lo tienen a él como protagonista. Ni siquiera pudo actuar el rol que intentó cumplir al arrebatarme de mis padres. Una vez alcanzado su objetivo, sólo pudo interpretar el papel por 6 años”, escribió ayer por la noche en la serie de mensajes que dejó en la red social.



“Esto no es una lavada de cara, simplemente cuento qué es lo que me ha tocado vivir y esto siguió hasta que fui adolescente. Siempre me preguntaba por qué no se comportaba como el padre que tendría que haber sido porque se había divorciado de Dora, no de mí, pero después comprendí que nunca había sido su hijo”, manifestó a este diario. "Por el único motivo que hablé en el juicio y fui querellante era para que me dijera qué había pasado con mis padres y todavía me lo debe", agregó.



El pedido de Guillermo es claro: no quiere que Gómez, de 72 años, vuelva a su casa. La mayor parte de su condena estuvo en una dependencia de la fuerza aérea, entre el Planetario y Vía de San Martín, custodiado por personal de la RIBA.



“Los pasó como en un retiro espiritual, hacía asados, tomaba bebidas alcohólicas, tenía teléfono de línea, era la única persona que estaba ahí y era custodiado por sus propios compañeros de trabajo”, cuenta, y advierte que la condena por los 12 años aún no está firme, motivo por el cual “su abogado amaga con pedir el 2x1”.



“¿Quién va a hacerse responsable si me pasa algo? ¿Y si le pasa algo a mi familia? ¿Todas y cada una de las generaciones de mi familia tiene que ser víctima de estos criminales? Mis abuelos, mis padres, mi hermana y yo, mis hijos… Hasta cuándo?” escribió en su último tweet.



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