Un 24 de marzo comenzó el período más trágico de la historia argentina

Desde la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, las cosas se complicaron, con José López Rega y la Triple A.

Por Fernando del Corro - Historiador y periodista de la Agencia Télam

El luego ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz lo había anunciado unos meses antes durante un ciclo de charlas organizado por el Consejo Interamericano de Comercio y Producción en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. El golpe de Estado que iba a terminar con el gobierno de María Estela Martínez era algo esperado por la inmensa mayoría de la población. Sólo restaba saber el momento en que se iba a concretar. 



Martínez de Hoz señaló en dicha ocasión a los presentes, entre los que me encontraba, que no era correcto que un mismo diputado votara una ley sobre temas económicos, otra sobre salud, otra sobre seguridad y demás, por lo que el sistema debía ser remplazado por otro basado en especialistas que manejaran cada tema. Pero se equivocó: tras el golpe del 24 de marzo de 1976 el Congreso de la Nación fue remplazado por una Comisión de Asesoramiento Legislativo integrada por 9 miembros, 3 de cada una de las Fuerzas Armadas.



Desde el día anterior yo conocía la inminencia del golpe cuando un importante oficial de una de las tres fuerzas, ya fallecido, me citó en un bar de Corrientes y Leandro N. Alem; me indicó que no me sentara sino que tomara algo de parado en la barra donde, llegado el momento, se apareció y sin más me dijo que esa noche se iba a dar el golpe por lo que me convenía quedarme trabajando para dar la información. 



Combinamos una clave para su aviso telefónico y se fue sin más. Se trataba de alguien de confianza pero de todas maneras, a guisa de confirmación llamé a un pariente, también alto oficial pero de otra arma. No estaba en su casa y la esposa me informó que había sido convocado y me dio el teléfono de donde se encontraba. Lo llamé y asombrado sólo atinó a decirme “¿Cómo lo sabés?”.



No había dudas. Por entonces trabajaba en la agencia española EFE, además de Télam y del diario La Opinión. Cuando volví a EFE con la información se lo comenté reservadamente al director de la misma, José Antonio Rodríguez Couceiro. Acordamos no cerrar el servicio como todas las noches e hizo quedar a un teletipista. Preparé un breve cable, firmado como Juan Santillana, con el anuncio que salió al aire en la madrugada tan pronto recibí la llamada con la consigna combinada esa tarde. 



Fue la primicia mundial, una triste noticia anunciando una gran tragedia que vivió la Argentina durante más de siete años. Horas después recibí la felicitación desde Madrid, pero también el llamado de un compañero de Télam que me aconsejó no ir a Télam ya que figuraba en una lista de compañeros que teníamos prohibida la entrada a la misma y que días después fuimos despedidos. Nos consideraron una suerte de subversivos. Éramos “potencialmente peligrosos”.



Isabelita y López Rega



Desde la muerte del presidente Juan Domingo Perón, el 1 de julio de 1974 las cosas se habían ido complicando en el país ya que su esposa y sucesora, Isabelita, se recostó en José López Rega, su ministro de Bienestar Social, al que había heredado de su marido, y fue desplazando a los que no eran bien vistos por él, en particular el titular de la cartera económica, José Ber Gelbard, un empresario afiliado al Partido Comunista, corresponsable del Pacto Social firmado con el secretario general de la CGT de entonces, José Ignacio Rucci. 



Desde entonces las cosas fueron de mal en peor en la economía del país mientras estallaban a diario escándalos, sobre todo por los atropellos cometidos por la Triple A, un grupo parapolicial que respondía a López Rega, autor de unos 700 ataques a sindicalistas, periodistas, intelectuales y militantes, incluyendo varios asesinatos. 



Desplazado Gelbard, tras unos meses de interinato de Alfredo Gómez Morales, Isabelita designó a Celestino Rodríguez al frente del Ministerio de Economía a instancias de López Rega, cabeza de la ocultista Logia Anael, de la que formaba parte el nuevo funcionario. Rodrigo asumió el 2 de junio de 1975 y ya, al día siguiente, anunció un aumento del precio de los pasajes aéreos con carácter retroactivo sobre la etapa de regreso, lo que hizo que varios turistas quedaran varados en el exterior. “El que viaja no produce, pero sí gasta”, dijo Celestino Rodrigo. 



Días después, anunció el plan de ajuste conocido como el “Rodrigazo” que incluyó la devaluación de la moneda local que pasó de 10 pesos por dólar estadounidense a 26; una suba del orden del 100% en los servicios públicos, incluyendo el transporte, y otra del 180% para los combustibles; todo ello compensado en parte con un aumento salarial del 80%. 



El plan había sido elaborado por el economista Masueto Ricardo Zynn quien, luego, también fue el inspirador del ejecutado por Martínez de Hoz desde que éste asumiera el 29 de marzo de 1976, cinco días después de ejecutado el golpe.



No casualmente la mano derecha de Martínez de Hoz en la cartera económica fue Guillermo Walter Klein, el mismo organizador del acto donde el luego ministro se pronunciara pidiendo el fin del sistema basado en los tres poderes del Estado. 



El sangriento “Proceso”



Los problemas económicos, la resistencia sindical y los escándalos de la corte de Isabelita tuvieron gran difusión, sobre todo a través del hace poco desaparecido vespertino “La Razón”, y fueron creando el clima favorable para que se pusiera fin a ese gobierno que, paradójicamente, como una forma de neutralizar la asonada, había remplazado a la línea dura del Ejército, colocando al frente del mismo al general Jorge Rafael Videla, luego cabeza de los 5 años iniciales, los más duros, del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Un “Proceso” que dejó como saldo 30.000 muertos y desaparecidos y una economía en crisis en medio de un gran endeudamiento externo. 


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