Rosario registra siete homicidios múltiples en lo que va del año

En muchos casos las víctimas son personas ajenas a los conflictos que originan las balaceras. Errores, mala suerte e incógnitas por develar



La mañana del martes de la semana pasada Gaetano Di Bartolomeo, de 62 años, y Manuel Sández, de 19, murieron asesinados con una separación de apenas unos metros en Constitución y Lamadrid. Una hipótesis aún vigente analiza si el más joven habría atacado a Di Bartolomeo antes de ser alcanzado por balas disparadas por terceros. Si bien son un indicador del crecimiento de la violencia urbana, los crímenes múltiples con dos, tres o cuatro víctimas en la misma escena no siempre obedecen a las mismas motivaciones. A veces son producto de una intención de matar a más de una persona, otras son consecuencias del azar que convierte en víctima a un vecino ajeno a los móviles. Esas variantes pueden observarse en los siete hechos de este tipo registrados en lo que va del año en el Gran Rosario.



El primer doble crimen de este año ocurrió la tarde del 10 de febrero. Un Peugeot 306 verde modelo 96 quedó con el motor encendido y en punto muerto sobre calle Rueda, apenas unos metros pasando Vera Mujica. Sus ocupantes estaban muertos a balazos, eran Natalia Nancy Salinas, de 33 años, y Diego Alberto Maldonado de 34. La frialdad de la escena se llenó de dolor cuando comenzaron a llegar los padres y otros familiares de las personas asesinadas.



“Primero pensé que era el escape de una moto, porque fueron dos tiros. Pero segundos después escuché ocho o diez seguidos. El tipo estaba parado junto al auto, que venía por Rueda, y después de tirar se fue corriendo por Vera Mujica”, contó a este diario un testigo.



No se supo por qué el Peugeot 306 de Maldonado se detuvo frente a ese hombre que “se les acercó y les vació el cargador. Una bala atravesó una ventana de mi casa y casi le pega a mi hermano”, se escuchaba en un audio de whatsapp que al parecer circulaba entre taxistas. El cuerpo de Nancy presentaba siete orificios de bala y el de Diego diez. Luego se supo que el hombre, que no tenía antecedentes penales, era remisero y se investigaba si la mujer solía contratarlo para realizar recorridas, si se conocían desde antes o si él era ajeno al problema que suscitó el ataque, entre cuyos móviles no se descartó una deuda narco.



La hipótesis de un enfrentamiento narco tomó más forma en el múltiple crimen de Brian Nahuel Zarza, un ex boxeador de 27 años apodado “La Cobra”; Lucas Riveros Luján, de 24, y Esteban Benítez, de 34. Según la pesquisa, fue una discusión que terminó a los tiros frente a un pasillo de Cerrillos al 3700. Si bien no se hallaron armas en la escena, no se descartó un cruce de disparos entre víctimas y victimarios por cuestiones vinculadas al narcomenudeo.



De rebote



Lo cierto es que la balacera fue tan salvaje que una semana después el triple crimen derivó en cuádruple cuando Miguel Angel Alcaraz, un vecino de 42 años, murió de los balazos recibidos sólo por haber estado cerca del tiroteo al que era ajeno.



Es que el hecho de que un homicidio pueda tener una motivación vinculada con la venta de drogas no implica que sus víctimas tengan esa misma vinculación con el conflicto. Desde el vecino que pasaba por ahí hasta el cliente que fue a comprar a un búnker, la brutalidad de las balaceras no pide especificaciones respecto de sus blancos. Cerca de las 20 del viernes 26 de marzo Uriel Luciano Aguirre, de 16 años, y Leopoldo Jacinto Medina, de 36, fueron emboscados por dos motos en la cortada San Cayetano al 1500 bis, en Empalme Graneros. El mayor, a quien los vecinos descartaron como blanco del ataque, murió en el lugar con dos balazos. El chico murió después en el Hospital Alberdi.



Una hipótesis narco también marcó la investigación del doble crimen de Cristian “Rulo” Bogalino y César “Rambito” Navarro, de 36. El 1º de mayo, cerca de las 15.30, ambos comían un choripán en la esquina de Casiano Casas y Baigorria cuando llegaron dos o tres hombres y les dispararon. Rambito era hijo de Julio César Navarro, apodado “Cara de goma” y antiguo referente de la barra de Central asesinado el 25 de mayo de 2016 en barrio 7 de Septiembre. Rulo cursaba prisión domiciliaria con tobillera electrónica.



En el ataque, un hombre de 45 años que estaba con las víctimas fue herido pero se salvó. Los primeros indicios señalaban que el destinatario había sido Bogalino. Un sospechoso identificado como Marcelo Alejandro V., apodado “Chicho”, fue apresado un mes después.



Para nadie



Otra de las características de esta violencia creciente es cómo levanta la vara de lo absurdo. Mientras se naturaliza que una persona pueda ser asesinada en un ataque dirigido a otra con quien estaba, también puede suceder que las víctimas de un doble crimen no se conozcan más que de vista y que las balas que las matan sean disparadas como parte de una cadena de errores. Eso parece que ocurrió el pasado 30 de mayo cuando mataron a Mauricio Canteros, de 37 años y apodado “Carni”, y Lautaro Gómez, de 24, en el barrio 7 de Septiembre.



Esa tarde de domingo Canteros había ido hasta un kiosco de Martínez de Estrada y Sánchez de Loria a comprar una cerveza. Cuando pasó por la placita frente al negocio vio allí a “Lauchi” Gómez y a Matías A. a quienes conocía de vista porque eran del barrio. Mauricio se detuvo un instante, el tiempo necesario para ver a dos hombres detrás de Lauchi y Pulgui que empezaron a dispararles. El infierno duró los segundos que se tarda en gatillar unos quince tiros que fueron más allá de sus presuntos blancos. Carni murió en el momento; Lautaro, horas después en el Heca y Matías, de 31 años, salvó su vida.



Vecinos y testigos ocasionales contaron esa tarde que las víctimas habían sido confundidas con vendedores de drogas y realizaron comentarios sobre dos grupos enfrentados en la zona: “los colombianos” y “los peruanos”.



Distinto y controvertido



Si bien no hay reglas ni patrones en cuanto a las posibilidades de que un violento ataque a tiros derive en un crimen múltiple, este año se registró un hecho distinto en muchos aspectos: el doble homicidio de Diego García Quiroga, de 25 años, y Luciano Escudero, de 29. Ambos fueron atropellados la tarde del 8 de abril en Navarro y Juez Zuviría, en Fisherton, por un joven a quien según la investigación habían asaltado momentos antes a seis cuadras de allí. Diego C. fue imputado de doble homicidio simple a partir del registro de una cámara que captó cuando al volante de su camioneta Chevrolet S10 arrollaba la moto Honda Titán de los ladrones.



Mientras estuvo preso vecinos de Fisherton se manifestaron pidiendo su liberación, concretada dos semanas después. El acusado aceptó declarar y afirmó que no había tenido la intención de matar sino de que los ladrones se detuvieran. En sintonía con ese relato, el fiscal alegó que nueva evidencia podría cambiar la calificación del hecho con una pena menor que tornaba innecesaria la prisión preventiva.



 



La Capital


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