El santacruceño que se reinventó en Brasil con un local de choripanes: lo visitó hasta Ronaldhino

Martín Castillo es un tipo común, simple, que hace 15 años tomó la decision de irse y afincarse a 3 mil kilómetros, en tierras brasileñas, por culpa del amor, quizás, pero sin olvidar sus raíces, su identidad y sus pasiones. 

Es un hombre conocido del deporte de estas latitudes. Jugaba al rugby en el San Jorge de Caleta Olivia y se ocupaba de su negocio: una inmobiliaria que hace 25 años funciona, ahora con la dedicación de su padre.



En un viaje a Brasil, allá por el 2004, Martín conoció a Ivi. Se enamoró. Fue mutuo. Tan fuerte resultó que no sólo se pusieron de novios, sino que en 2005 se casaron, se radicaron en la capital del estado de Rio Grande do Sul, y formaron una familia que más adelante se completó con María Clara, hoy de 13 años; y Benicio de 11. 



Las actividades comerciales llegaron primero de la mano de la creación de una marca de indumenaria ligada estrechamente con el rugby. Nació Soul Rugby, una firma que no solo vistió a varias uniones importantes en la Argentina, sino que además abasteció de productos e insumos a varias competencias internacionales. 



“Me fue bien, la fundé en 2009, vendí material a las olimpiadas, seven internacionales, vendí para la World Rugby, fui proveedor, pero en 2018 cuando la crisis en nuestro país comenzó a golpear, me perjudicó porque yo fabricaba en Brasil y exportaba para Argentina y Uruguay, y abastecía también al mercado brasileño, aunque en menor medida porque es muy chico”, expresó. 



Así fue que tuvo que tomar la decisión de renovarse, por lo que empezó a pensar en nuevos horizontes, en otras ideas. Martín es un gran anfitrión, sus amistades del San Jorge Rugby Club lo recuerdan por las juntadas, las comidas en grupo, y fue desde ese espíritu que formó el éxito gastronómico que hoy lo tiene como embajador en tierras “Gaúchas”. 



“Así nació Choripanería. Estoy dedicado a eso, sigo con el rugby porque lo amo, pero de forma más informal. Acá hay rugby, fui entrenador del seleccionado, del club que se llama Charrúa, vinieron tres veces los chicos de Caleta Olivia con San Jorge, organicé clínicas de rugby, de seven, organicé torneos de veteranos, viajaba mucho con el tema de la empresa, pero luego de la crisis lentamente dejé de ser competitivo, yo traía entrenadores argentinos, gente de Nueva Zelanda, pero bueno, la vida continúa”, agregó Martín Castillo. 



DECIME QUÉ SE SIENTE 



Brasil le cambió la vida. Tras varios años en el sur, en la Patagonia, mudarse a tierras cálidas lo hicieron darse cuenta que el clima marca no solo a las personas sino su rutina. “En Caleta te juntás a comer en tu casa, reunión de amigos, acá no, dificilmente de juntás en una casa, porque lo podeés hacer en bares, al aire libre, te vas a jugar al fútbol, a practicar deportes. Eso es todos los días. Antes no veía las cosas de esa forma, no ves como el clima y el frío te mete en otra vorágine. Sin ir más lejos, el lunes pasado acá tuvimos 30 grados”, detalló. 




Si bien reconoce que cada lugar tiene “su encanto”, y está muy feliz junto a su familia, siempre hay cosas que se extrañan.




 Sin embargo, Martín tuvo la posibilidad de ser parte de la Copa del Mundo de fútbol en 2014, viajó para ver a Argentina pero también pudo asistir cerca de su casa. Compartió ese momento con su papá, y también pudo repetir en los Juegos Olimpicos de Río, dos años más tarde. Y allí, el sentir nacional frente a una competencia, lo acercaron también y como tantas veces al país que lo vio nacer. 



Si bien hoy la rutina le deja otros tiempos y costumbres, pudo venir con su familia a Caleta Olivia, aunque prefieren a veces la comodidad de reunirse en Buenos Aires con sus padres. 



Es de Caleta Olivia, se "reinventó" en Brasil con un local de choripanes al que fue hasta Ronaldhino y ahora creará una franquicia

“Pese a ser vecinos y estar cerca, el contraste es muy grande. La economía de Brasil no es la mejor, pero tiene una inflación infinitamente menor que la de Argentina. Hay muchas cosas diferentes. Ahora en uno de mis locales traje un amigo de Buenos Aires que vino a trabajar conmigo. Acá, por ejemplo, para mudarnos de local, primero tenés que hacer un estudio de viabilidad. Es algo simple, pero a diferencia de Argentina se debe hacer ese trámite primeramente, a través del municipio, que determina si ese local está apto para que se pueda poner el negocio. Sin eso no se peude hacer nada, por más que tengas un camión lleno de plata. En Argentina primero ponés el negocio y después la habilitación. Además, el estudio de viabilidad lo gestiona el contador, hay un registro para esas actividades, sin ese comprobante aprobado no podés avanzar en nada. Extraño mucho a mi país, pese a tener muchas costumbre similares, hay muchas diferencias socio-culturales, los valores que uno está acostumbrado no son iguales en Brasil. Acá las cosas se toman con mayor liviandad, es más dificil el concepto de amistad y de familia al que uno está acostumbrado, tiene consecuencias positivas y negativas. Extraño el asado familiar los domingos, todo acá es más superficial, de hecho el día del amigo no existe acá, nadie lo registra, no está en el calendario de conmemoraciones, la amistad es más superficial”, sostuvo. 



REINVENTARSE 



La idea de la Choripaneria nació porque Martín Castillo quería hacer algo “relacionado con la cultura”.  



Al caerse el negocio de Soul Rugby, recuerda que viajó a Buenos Aires en una vacaciones con su familia, y fue allí que comenzó a barajar la idea primaria de hacer empanadas. Buscó, consultó, pero llegó a la conclusión de hacer “algo más práctico”, dado que para ese plan se iba a requerir maquinaria, muy industrializado. “Yo quería algo más artesanal, y fui por el choripán. Decidí crear uno más gourmet. Y así empecé. Tuvimos muy buena recepción y comenzamos a transitar ya el quinto año, estuve 9 meses cerrado por la pandemia, recién ahora empezó a mejorar”, explicó. 



Los chorizos son la clave para el éxito, ya que su propuesta es muy distinta “a lo que uno está acostumbrado”.  



La característica principal es que, como pretendía, se hace todo de manera “casera”. Tienen diferentes tipos de salsas, chimichurris, pimientas, algunos dulces y ,obviamete, con muchos productos relacionados a lo que es la Patagonia.  



La fama de Choripaneria lo llevó a pensar en otros desafios. Hoy avanza con la creación de una franquicia, que espera poder comercializar más adelante, cuando se concreten otros proyectos.  



Actualmente tiene tres locales, dos en Porto Alegre y uno en la playa de Capão da Canoa, a unos cien kilómetros de esa capital. Choripanería hoy es una marca registrada a la que busca sumar “Benditas Empanadas”, una propuesta que juntará a su emprendimiento.  



“Los chorizos los hacemos en la frontera entre Argentina y Brasil, tienen la características de no usar conservantes. Es carne cortada a cuchillo, mezclada con ingredientes, y colocada en la tripa, es una carne premium, que ha ganado premios. Para Brasil el costo de cada choripan es muy bueno. Tienen un valor de unos 30 reales, que serían unos 5 dólares, para un argentino es bastante pero en el mercado local es muy competitivo. De hecho, una  hamburguesa de una multinacional está en los 50 reales.  Acá no hay mucho conocimiento del choripan en sí. Acá están acostumbrados a un pan sencillo, tipo francés, de baja calidad, y yo hago un pan con fermentación natural con harina de cuatro ceros, que traigo de Argentina, y además uso leñas de frutas. Eso da un producto de calidad. Más que un choripan es una experiencia a los sentidos y al sabor, sorprende por la falta de costumbre en probar cosas nuevas para el paladar, pero la devolución del cliente es muy buena. El que no conoce se sorprende porque por la calidad de la materia prima es mejor a la de un sandwich de carne.



De los tres sanwiches más vendidos, dos hacen alusión directa a Caleta Olivia. Uno se llama “Caletense” y el otro “Gorosito”, pero el que más se pide  es el “Patagónico” que es, según cuenta Martín Castillo: un chorizo de cordero que tiene un dulce de calafate y una crema de roquefort, con lechuga.  





El Gorosito, es un gigante como el Monumento al Obrero Petrolero, por eso el nombre. “Son tres hamburguesas de chorizo de 80 gramos cada una, seis rodajas de panceta y seis de queso provolone, lleva una mayonesa de chimichurri y pesa 400 gramos. El Caletense es un chorizo de cerdo, morrón rojo y cebolla asada, chimichurri y queso provolone. Tienen muy buena recepción porque si bien muchos asocian al choripan como un producto de baja calidad, cuando comen en la Choripanería, se sorprenden, por la calidad y el sabor. Eso es reconfortante. Rompimos con el paradigma del choripan. El local es todo relacionado al ambiente de la Argentina, a fotos de Caleta Olivia, carteles de la Patagonia, todo en español. Muchos creen que tengo un contrato de exclusividad con la cerveza Patagonia, pero no es asi. Hay una cuestión de identidad, nada más”, describió. 



LA VISITA DE RONALDINHO 



En el lugar comieron Andrés D´Alessandro, quien fuera capitán y emblema del Inter local, y hasta quien también fuera técnico, también argentino, Alexander “el Cacique” Medina, hoy entrenador de Velez.  



Martín conoció a muchos deportistas en su local, pero sin lugar de dudas la mejor visita fue la de Ronaldinho, que recuerda con mucho cariño, pero si dejar de reconocer que esa noche “fue un verdadero caos”. 





“Yo no soy cholulo, no pedí fotos, pero si mis empleados. Ese día fue inolvidable, había muchísimos curiosos. Ronaldinho apareció con 10 o 12 personas de seguridad privada, y como estoy en una zona de restaurantes, salió mucha gente que se agolpó, parecía una película, fue una locura. Ahora, Ronaldinho es un tipo muy simpático, tipo simple. Fue una linda visita”, añadió. 



Sin embargo, uno de los días más tristes fue cuando falleció Diego Maradona. Martín se reconoce como un gran admirador del Diez, y el día en el que murió el mejor jugador argentino de todos los tiempos lo golpeó y afectó “muchísimo”.  



Recibió muchos llamados, visitas, él es una referencia argentina en la ciudad, y por eso no fue un hecho que pasara inadvertido, pero marca, sin lugar a dudas el sentir de un hombre que dejó sólo su tierra por seguir su destino, sin olvidarse de si mismo y eso lo trasladó a su local, a su trabajo, se esencia es lo que ofrece. 



“Me gusta mucho lo que hago. Sé que es un producto bueno y diferente. Nunca pensé en esta posibiliad, pero me siento, en cierto punto, embajador y representante de mi país, comparto la cultura con otros. Rompemos con el estereotipo de como es el argenitno afuera. Acá celebramos las fechas patrias argentinas, el local dice mucho de lo que soy yo. Es mi historia, es algo tipico argentino. Tiene bandera, tiene todo, no se puede disociar”. 



Fuente: ADN Sur


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