Politica Nacional

A cinco meses del cierre de listas, empezó la guerra en el peronismo

Sin una regla clara para la sucesión, el oficialismo analiza su futuro. Mientras, el kirchnerismo ya tiene listo su "plan verano" para opacar la campaña sciolista. Preocupación por quienes prefieren una victoria macrista


 


Por más kirchnerismo, transversalidad o década
ganada,es en el peronismo donde se dirimirá la guerra por la sucesión,
o sea, en ese poder permanente que Néstor y Cristina hubieran querido barrer de
la faz de la tierra, pero con el que siempre tuvieron que negociar para poder
hacerse del poder y gobernar con la discrecionalidad que los peronistas le
otorgan al que gana.


​ El peronismo no tiene una receta para dirimir el problema
más importante que tiene el poder en todo tiempo y lugar, como es la regla de
sucesión. O sí tiene una, inventada por el fundador, que postulaba queel único heredero era el
pueblo. O sea nadie. Perón no era, estrictamente, un hombre de la
democracia. No quería que nadie lo sucediera. Todo su armado político fue
pensado para gobernar por siempre. Y cuando finalmente tuvo que irse, dedicó su
vida a impedir que cualquier opción política se consolidara.


​En su primer gobierno, Perón dinamitó al coronelDomingo Mercantecomo posible sucesor, a pesar de que
lo seguía en popularidad y había dado innumerables muestras de lealtad,
acompañándolo en la fundación del GOU, en la convocatoria obrera para el 17 de
octubre e incluso sucediéndolo en la Secretaría de Trabajo y Previsión.


​Aceptó a regañadientes que fuera gobernador de la provincia
de Buenos Aires, pero al otro día de asumir buscó deslegitimarlo de todos los
modos posibles. Hasta -perversamente-lo obligó a presidir la asamblea constituyente en 1949,
donde se enterraron las aspiraciones de Mercante a sucederlo. Y cuando terminó
su mandato de 6 años, zafó por poco de la cárcel, aunque no pudieron decir lo
mismo buena parte de su gabinete, incluso su propio hermano, duramente
torturado por la policía del régimen.


​En el exilio, Perón logró desestabilizar todas las opciones
que intentaron gobernar la Argentina, en alianza con él (Frondizi), sin
alianza con él (Illia), en reemplazo de él (Vandor). Al volver, puso a un títere (Cámpora). Al morir, a su esposa.


Carlos Menemtampoco
aceptó diseñar una sucesión racional en el peronismo. Con una hábil maniobra,Eduardo Duhaldese impuso como candidato a presidente
del PJ, pero el menemismo trabajó para que ganeFernando De la Rúa,
aspirando a que Menem se convirtiera en el líder del peronismo en la oposición.
Al perder, perdió también su capacidad de conducir al peronismo. Y al poco
tiempo fue preso. Pero el peronismo real, el permanente, se resistió a quedar
fuera del poder, y logró que Carlos Ruckauf fuera elegido gobernador de la
provincia de Buenos Aires, aunque la presidencial fue ganada por la Alianza.


​Algo parecido vive el peronismo en estos tiempos.Cristina no sabe, no puede o no
quiere diseñar un esquema de sucesión. Está gobernando y no tolera
ver cómo, más o menos tímidamente, muchos de los hombres y mujeres que hasta
hace poco le juraban lealtad eterna, empiezan a analizar sus chances de futuro,
ansiosos por seguir siendo parte del poder, aunque ella tenga que abandonarlo.


​En todos los ministerios, en todas las Cámaras, en las
oficinas más importantes y en las más recónditas de la administración pública,
cada día hay quienes otean el horizonte, buscando pistas para conocer lo que
vendrá, paracolocarse en la senda del que
puede ganar. Pero Cristina no está preparada para ser un "pato
rengo" y va a pelear hasta último momento por mantener la iniciativa,
aunque ya no la tenga.


​Se hizo visible en la guerra de declaraciones que lanzó en
los últimos días contraDaniel Scioli, el candidato oficialista mejor
posicionado en las encuestas, el único con el que el peronismo tiene alguna
chance de ganar, ya que existe la posibilidad de que pueda recolectar votos no
kirchneristas.


​No sólo eso. Furiosa por la capacidad del gobernador
bonaerense de hacer campaña sin hablar de política, ella misma mandó aJavier Grosmana diseñar un "plan verano",
llevando Tecnópolis a todos las ciudades vacacionales del país, con una
inversión presupuestaria que no se quiso dar a conocer, pero que se puede
suponer que serán varias fiestas del Bicentenario sumadas.


Entre dinosaurios, stand-ups, shows,
ferias y bailes, Cristina podrá exhibirse en lo que ella cree es su mejor
faceta, o sea, la de laalegría nacional y popular, rodeada por los pibes para
la liberación que vivan la memoria de Néstor y la colocan en el lugar en el que
pretende continuar cuando otro sea el gobierno de los argentinos: como una jefa
espiritual de la juventud y una generosa protectora de los más necesitados.


​Antes el peronismo dirimía su guerra a los tiros. Ahora
parece que lo hará a través de festivales veraniegos. Hay que reconocer que se
trata de una evolución. Claro que podrían dedicar los esfuerzos presupuestarios
a resolver otros problemas más urgentes de la población. Peropara el peronismo nada es más
urgente que saber si Cristina prefiere perder las elecciones, como Menem en
1999, o no.


​Las opiniones
están divididas.


​Juan "Chueco" Mazzón, el más eficiente armador del
peronismo que resiste a cualquier cosa, menos a la derrota, está convencido de
que sí. Tuvo a fines del año pasado una conversación con la Presidenta y salió
con la convicción de que buscaba la victoria deMauricio Macri,
ilusionada con un regreso triunfal en el 2019. Durante el viaje en auto a su
oficina, Mazzón se decidió a trabajar paraDaniel Scioli, porque "los peronistas sólo
respetan al que gana" y nadie va a esperar cuatro años para recibir
instrucciones.


​Florencio Randazzo, en cambio,
piensa lo contrario. "Cristina es ultracompetitiva, quiere ganar siempre,
y ahora también", dicen cerca de él. Incluso más. Parece que el Ministro
de Transporte cree que la Presidenta "se subirá a Tecnópolis con él"
y, aunque no diga "este es mi candidato", quedará claro para todos
que el kirchnerismo tendrá que votar por él en las PASO.


​Diego Bossio,
el titular del ANSES, un K de excelentes relaciones con el peronismo
permanente, también cree que Cristina quiere ganar en el 2015, aunque no tiene
idea si expresará o no su verdadero deseo acerca de cuál será su preferido. Por
las dudas, él ya manifestó sus aspiraciones a gobernar la provincia de Buenos
Aires y sorteó con éxito una hábil operación de Scioli, que mandó a las
redacciones una foto casual de ambos en el lobby de un hotel marplatense en el
día en que arreciaba fuego kirchnerista sobre territorio naranja. Aunque en
Scioli nada es casual (hace años que vive con un camarógrafo y un fotógrafo a
su lado), por lo menos en Olivos a Bossio no se lo comieron crudo, como temió.


​Otros peronistas, empiezan a buscar nuevas costas. Es el
caso del gobernador de Santa Cruz,Daniel Peralta, que
anunció en su gabinete que tomó la decisión de "trabajar para afianzar
nuestro proyecto provincial y acompañar a Sergio Massa a nivel nacional" y
dio libertad de acción para que renuncien los que no compartan el rumbo de
alejarse del kirchnerismo y recalar en el massismo.


​Algo similar se rumorea en San Juan, donde el gobernadorJosé Luis Giojaestaría dispuesto a anunciar su pase
al massismo si continúa la vocación de Cristina de esmerilar a Scioli. "Si
quiere que el próximo presidente sea Macri, allá ella. Yo quiero un presidente
peronista", es lo que dijo en su gabinete.


​Fuera del peronismo,hay quienes creen que la guerra
Cristina vs. Scioli es inventada, otro truco para acaparar toda la
atención que en la opinión pública existe para la política y evitar, así, el
posicionamiento de los candidatos opositores.


​Los sciolistas estarían encantados de que así
fuera. "Lamentablemente hay compañeros que nos tiran de todo
cada tanto, pero no porque quieran, sino porque Cristina se los pide",
dice un hombre que hace temporada en Mar del Plata, como corresponde a su
condición naranja. Y agrega: "Lo distintivo es que ahora, muchos de los
que nos insultan por los medios, después nos mandan mensajes como pidiéndonos
disculpas. Eso antes no pasaba".


​Como sea,todos reconocen las dificultades que tendrá cualquier candidato
oficialista para imponerse en las elecciones. El piso que tienen es
alto, pero el techo está muy cerca de ese piso. No hay demasiados nuevos
electores que el oficialismo pueda captar, ni en los grandes centros urbanos
(donde el kirchnerismo perdió la batalla cultural), ni en el interior (con
economías regionales muy dañadas), porque la necesidad de cambio se impone
abrumadamente sobre la continuidad.No existe ningún tipo de posibilidad de ganar la elección con
mensaje kirchnerista puro. Podrían ganar si fueran con sus cañas a
pescar en agua enemiga, pero se paga el costo enfurecer a Cristina. Es el
dilema del peronismo gobernante.


​De todos modos, tampoco hay mucho espacio para devaneos. El
cronograma electoral es exigente y eso lo saben los principales candidatos.
Hastael 9 de agosto, la
fecha para votar en las PASO nacionales, quedan apenas 7 meses. Las primarias
son cruciales, porque allí quedará delineado el candidato opositor que saque
más votos, y sobre el que presumiblemente se vuelque el voto opositor en la
primera vuelta, en octubre.


​Antes, el20 de junio, poco más de 5 meses, se deben oficializar
las listas. Casi no hay tiempo de instalar nuevos candidatos, ni de descontar
diferencias. En un abrir y un cerrar de ojos se sabrá quiénes tendrán chances
de gobernar la Argentina a partir del 10 de diciembre de 2015. Hasta entonces,
por supuesto, viviremos bajo el inevitable fuego de la guerra peronista. Sólo
esperamos que sea lo más civilizada posible.


 


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