Santa Cruz

Los Antiguos crece como polo turístico de la mano del Parque Nacional Patagonia

La localidad se transformó en un potencial polo turístico desde que se creara el Parque Nacional en 2015, y se convirtió en la puerta de entrada del área natural protegida donde habita el macá tobiano, el ave en mayor peligro de extinción del país.


El lugar tuvo un exponencial crecimiento de la población: en el censo del 2001 se contaron menos de 2.500 personas, pero en el 2010 ya eran 3.360, y a ese ritmo de crecimiento (63%) en la actualidad llegarían a 6.000.



En temporada el lugar se transforma con la llegada de más de 80.000 visitantes que ocupan campings, hosterías y casas de familia, y sobrepasan las 600 camas disponibles, según destacó la secretaria de Turismo local, Mariana Basualdo.



La funcionaria explicó a Télam que en el 2003 disponían allí de 200 camas, por lo que triplicaron la cantidad de plazas para recibir visitantes y ahora se usan mucho los dos campings con que cuenta el pueblo. 



Para arribar a Los Antiguos, los aeropuertos de Comodoro Rivadavia, ciudad ubicada a 439 kilómetros, y de El Calafate, a 500 kilómetros, son la mejor opción, aunque también se puede descender en el aeropuerto de Río Gallegos, pero en este caso la distancia se duplica, debiéndose recorrer los 1000 kilómetros que separan la capital provincial de la localidad. 



La ciudad se hizo famosa en la década del 90 por la caída de ceniza del volcán Hudson, el 13 de agosto de 1991, cuando se cubrió el cielo y llegaron a tener el piso a más de un metro de profundidad, por lo que perdieron la cosecha y los animales.



El mal recuerdo pasó y ahora Los Antiguos presenta su costado turístico con una variedad de atractivos: el lago Buenos Aires, apto para los amantes de la pesca; arroyos y ríos; una pista de esquí; y los tradicionales campos de cultivo de la fruta fina -cerezas, frambuesas, grosellas y frutillas- la principal producción del lugar. 



En tal sentido, Basualdo destacó la importancia de esos lugares de cultivo para la práctica del agroturismo, así como las plantas empaquetadoras donde se despachan, por ejemplo, 1.200 toneladas de cerezas al año.



También es posible degustar las mermeladas y jaleas que se preparan en la zona, así como los tradicionales 'marrasquinos', licores a base de cerezas. 



Toda esa producción hace que en enero se celebre allí la Fiesta Nacional de la Cereza, con la novedad presentada en 2015 del Festival Cereza Rock, donde se lucieron músicos locales y nacionales.



Al empezar a andar fuera del pueblo se puede descubrir al sur el mirador panorámico Uendeunk, y dos kilómetros más al sur se accede al mirador del Jeinimeni, desde el cual se observan las coloridas 420 hectáreas que ocupan las chacras con sus cultivos multicolores; el cerro Castillo y el Monte Zeballos.



En Los Antiguos y su zona de influencia, el visitante tendrá grandes chances de encontrarse con algunas de las especies que habitan el lugar: juveniles de äguila Mora, cóndores, halcones, liebres y guanacos, entre otros.



En la zona reinarán los bosque de lengas y ñires -unas 8.000 hectáreas- que culmina en un páramo volcánico llamado El Portezuelo, desde el cual se puede ver en toda su magnitud el gran lago Buenos Aires con sus aguas azules y sus ocasionales témpanos.



Después se halla, casi escondido, el Lago Posadas, rodeado de chacras protegidas con álamos que intentan frenar el eterno viento patagónico, y cuya madera se usa también para hacer cajones en los que se empaca la fruta.



Los Antiguos se llama así porque era un lugar donde vivían los ancianos de los patagones, aoniken, como protegidos del rigor del resto de la región, y lugar donde también fueron los galeses que se sumaron a los gauchos de la zona, la mayoría criollos u originarios. 



Y después de todo eso el visitante recién irá por la escénica ruta 40 hacia el Parque Nacional Patagonia, que domina la meseta de más de 1.200 metros de altura sobre el nivel del mar, y que tiene los lagos y lagunas donde debe vivir el macá tobiano.



El ave blanca con alas negras como su cara con penachos amarillos y ojos rojizos está en la lista de las especies de peligro de extinción en el país, amenazados por el cambio climático, que seca los cursos de agua, y los animales exóticos que se convierten en plaga como el visón americano.



En la zona también se encuentran el Cañadón del Río Pinturas, con la Cueva de Las Manos en una de sus laderas, y el cañón del Río Caracoles, que nada tiene que envidiar al del Río Atuel, ni en extensión, profundidad o belleza. (Télam)
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