Controversia por la cifra del éxodo de venezolanos que difundió la ONU

El canciller Jorge Arreaza acuso a las Naciones Unidas de mentir respecto de la migración.

El canciller de Venezuela, Jorge Arreaza, acusó ayer a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) de mentir sobre la última cifra del éxodo de personas del país que publicó la semana pasada en la que alertó que la migración alcanzó un nuevo pico: más de 4 millones de venezolanos desde 2016. 



“En estrategia contra Venezuela retoman la matriz migratoria que había desaparecido de los medios de comunicación desde enero. La derrota y el desespero los lleva a reciclar temas, readecuando la obsesiva agresión contra el país”, aseguró Arreaza en su cuenta de Twitter.



Nombró sin indirectas al Acnur y lo acusó de “instrumentalizar la migración venezolana”. “Mienten e inflan cifras para pedir y recibir más recursos con destino incierto, en medio de una rebatiña parasitaria, a costa de la dignidad y los Derechos Humanos de los venezolanos”, concluyó. 



Fuga masiva

En los últimos tres años y medio, millones de personas abandonaron Venezuela, algunos por avión a destinos más lejanos y con más recursos para iniciar una nueva vida, y otros, la mayoría, a pie hacia los países vecinos para instalarse de manera precaria y casi sin dinero en busca de un trabajo que les permita enviar remesas a sus familiares. 



La gran mayoría de venezolanos se han trasladado a otros países de la región, como Colombia que recibe a 1,3 millones de ellos, seguido de Perú, con 768.000; Chile con 288.000; Ecuador con 263.000; Argentina con 130.000; y Brasil con 168.000.



“Estas cifras son alarmantes y resaltan la necesidad urgente de apoyar a las comunidades de acogida en los países receptores”, comentó el representante especial de Acnur-OIM para refugiados y migrantes venezolanos, Eduardo Stein.



Stein elogió a los países de América Latina y el Caribe “por estar haciendo su parte para responder a esta crisis sin precedentes”, pero agregó que no pueden seguir haciéndolo solos, sin ayuda internacional.



El jueves pasado, el gobierno peruano anunció que comenzará a pedir una visa humanitaria a los venezolanos que quieran ingresar e instalarse en el país, para frenar lo que calificaron como “inmigración ilegal”.

Cuando el éxodo se volvió masivo y cotidiano tanto el Acnur como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), las dos organizaciones no estatales referentes en flujos de migrantes y refugiados en el mundo, se unieron para manejar una misión regional que asistiera y protegiera, en lo posible, a los venezolanos en el exterior. 



Desde el Acnur, hace más de un año que cuentan que todos los venezolanos entrevistados en los países vecinos explican que se fueron de sus casas y dejaron a sus familias porque, aún si tenían trabajo o recibían ayuda del Estado, nada de esto era suficiente para comprar los bienes básicos o para tener una cobertura médica mínima. 



A partir de eso, la ONU comenzó a alertar sobre una crisis humanitaria dentro de Venezuela, una situación de escasez que finalmente el gobierno de Nicolás Maduro reconoció, pero adjudicó a las sanciones impuestas por Estados Unidos, a las que calificó como “un bloqueo”.



Sin embargo, hasta 2018, las sanciones estadounidenses solo estaban dirigidas contra individuos del gobierno y el oficialismo venezolano. Recién hace un año y medio comenzaron a afectar al comercio exterior del país sudamericano y a su sector productivo.



El alivio de la reapertura de la frontera con Colombia

Más de 70 mil personas entraron y salieron del territorio colombiano después de que el presidente venezolano Nicolás Maduro reabrió los pasos fronterizos que permanecían cerrados desde hace casi cuatro meses, informaron ayer las autoridades de Colombia.



El director general de Migración Colombia, Christian Kruger, dijo en un comunicado que más de 34.000 ciudadanos venezolanos ingresaron al territorio colombiano y casi 40.000 regresaron a su país el sábado, el primer día de la reapertura.



Tras la decisión de Maduro de levantar la medida de cierre de los puentes fronterizos –que enlazan el departamento Norte de Santander de Colombia y el estado Táchira, al extremo occidente de Venezuela– comenzaron nuevamente a registrarse “altos flujos de viajeros”, indicó Kruger.



“Esta reapertura trae consigo una disminución del uso de trochas por parte de las personas, un aspecto positivo ya que no continuar poniendo en riesgo su integridad para cruzar la frontera y mucho menos pagar para que se les permita hacerlo como estaba sucediendo”, acotó el funcionario colombiano.



Cientos de venezolanos utilizaban a diario caminos de piedras aledaños  –conocidos como “trochas”– para llegar a la ciudad colombiana de Cúcuta, al nororiente de Bogotá, algunos para trabajar, otros para recibir atención médica y la mayoría para comprar alimentos y medicinas que son severamente escasos en Venezuela, en estos momentos.