Familiares y organizaciones marcharon a 4 años del transfemicidio de Marcela Chocobar

A tres meses del histórico fallo que condenó por "Crimen de odio" a Oscar Biott a reclusión perpetua, fruto de la voz constante de las hermanas que nunca dejaron de gritar justicia y que aún hoy continúan luchando por lograr lo propio con Ángel Azzolini quien solamente recibió 6 años de condena.

Un nuevo 6 de septiembre trajo a Marcela Chocobar al presente, hecha bandera y lucha, que el salvoconducto de la memoria que sus hermanas jamas permitieron borrar, ni soslayar, la convierte hoy en un grito de justicia y en la afirmación de que tanto peregrinar, tantas noches sin dormir y tantas lágrimas derramadas no han sido en vano.



Luego del sol de la tarde de viernes en la capital santacruceña, Judith, Laura, Edith y Gabriela, lideraron una marcha más, junto a las organizaciones que siempre estuvieron allí, con la bandera que reza "Justicia para Marcela Chocobar" como estandarte líder de quienes acompañaban una nueva jornada, en la que su nombre estuvo allí, sus fotos, su recuerdo y que hacen que la memoria colectiva de éste pueblo al sur, no deje de recordar que aquí sucedieron cosas horribles, que muchos callaron e intentaron dejar en el olvido, pero que, la lucha de esas cuatro mujeres, obligadas a sostenerse entre si y caminar codo a codo en busca de respuestas, las tuvo, aunque lejos de ser suficientes y es por ello que las calles las vuelven a ver transitar, para apelar el fallo a Azzolini, insistir en la continuidad de la investigación para definitivamente poder dar con su cuerpo y para que las oportunidades de las mujeres trans en el mundo laboral, sean reales y no queden acotadas a determinados submundos en los que periódicamente la vida se les va o se las llevan.



Marcela Chocobar, ha logrado trascender las páginas policiales y hoy es bandera, es grito de lucha, por la ampliación de derechos, por el cambio de foco de las perspectivas conservadoras, por la libertad de ser de los cuerpos, es decir, por una sociedad más justa, es por ello que el grito que sigue cada vez que se la nombra la mantiene ¡Presente, ahora y siempre! 


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