Hacia Adelante: Historias Que Motivan E Inspiran

Fernando Mamani: un joven trabajador que vende choripanes para darle una mejor calidad de vida a sus hijos

Hoy, en la décima entrega de “Hacia adelante: historias que motivan e inspiran”, El Diario Nuevo Día te cuenta la historia de Fernando: su emprendimiento y sacrificio, sus principios y valores, su familia como pilar, la fe en Dios, sus pasatiempos, sueños y proyectos a futuro.

*Por Nazarena Mosquera



 



“Este emprendimiento lo hago porque me gusta trabajar y me permite darle una mejor calidad de vida a mis hijos. Todos los días agradezco a Dios el simple hecho de estar vivo, tener salud, que nunca me faltó el pan, un techo, abrigo, y un lugar para dormir”, cuenta Fernando Mamani (32), un joven vendedor ambulante y padre de familia que tiene su popular puesto de choripanes en la intersección de la Avda. Balbín y Autovía, donde atiende a sus clientes con la amabilidad y el respeto que lo caracterizan hace 1 año y medio.



Más conocido como Rodriguez Jael en Facebook, Fernando no sólo se hizo conocido por animarse a apostar a la venta ambulante, sino también por publicaciones de vecinos que recomiendan su producto en las redes sociales y a través del tradicional “boca en boca”. Incluso en alguna oportunidad circuló el posteo de una vecina que lo felicitó públicamente por su actitud honesta y empatía al encontrar y devolverle una billetera que había extraviado: una buena costumbre que si bien por estos tiempos escasea, nos invita a seguir creyendo y confiando en la humanidad.



 



Su emprendimiento: el puesto de choripanes



En medio del crudo invierno de la Patagonia, donde azotan los fuertes vientos y las bajas temperaturas, se lo puede divisar a Fernando con su mameluco azul que lo aísla y protege del frío, y las cintas refractarias que permiten distinguirlo en la oscuridad de la noche. Allí, a la intemperie y debajo del puente ubicado en el cruce de la Autovía 17 de octubre y Avda. Balbín, está el chulengo donde prepara uno de los platos típicos de nuestro país. Al lado hay una mesita donde están las servilletas, el pan, la mayonesa y el chimichurri casero, y debajo de todo eso las bolsas de carbón.



Fernando llega en su Renault 12 color rojo alrededor de las 18:30 horas y se dispone a acomodar todo para iniciar uno de los rituales favoritos los argentinos: prender el fuego. A eso de las 20 horas el crepitar de las brasas y el penetrante aroma que sale del chulengo anuncia que los chorizos están listos para servirse. En medio del caos de la ciudad, el puesto se convierte en una parada obligada y sumamente tentadora para aquellos que salen de trabajar o estudiar y van de regreso a su hogar, e incluso para los vecinos de la zona que a veces optan por relajarse, descansar un día y no cocinar.



“Como en todo emprendimiento hay días buenos y malos. Incluso muy malos a veces. He tenido días en los que he llegado a vender 3 choripanes en toda la jornada. En el puesto estoy de martes a sábado de 20:00 a 01:00. También he estado ubicado en otros lugares de la ciudad. Por el momento no pienso moverme de aquí pero tampoco descarto hacerlo a futuro. Disfruto lo que hago y le pongo muchas ganas a todo.  Siempre me gustó vender y emprender, al igual que a mi hermano”, admite Fernando, quien se las ingenia para solventar gastos, progresar y concretar sus metas en familia.



Su presente, su familia, pasatiempos y proyectos a futuro



Fernando convive con su esposa María. Ella es repostera y vende ropa. En una casa ubicada en el corazón del Barrio Evita conviven junto a sus 3 hijos: una niña de 8 años, otra de 6 y un varón de 3 años. Como muchos argentinos en época de crisis, se las rebusca permanentemente y por ese motivo durante el día trabaja como delivery para poder sumar un ingreso extra a la economía familiar. Asimismo, hace cursos por Internet, se capacita, le gusta hacer videos documentales, cantar y tocar el piano, entre otras cosas que lo apasionan.



“Soy muy feliz con lo que tengo. Mi vida es hermosa al igual que mi familia. Pese a los problemas nos amamos, estamos unidos y eso es lo único que importa. Agradezco profundamente el hecho de haber tenido otra oportunidad de vivir porque muchos jovencitos no la tienen. Tengo mucha fe en Díos y sé que me va a seguir ayudando. Tengo la conciencia tranquila de trabajar de manera honrada, sin hacerle mal a nadie”, finalizó, en un claro mensaje esperanzador.


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