Mate Stanley: por qué su precio es 300% más alto que uno tradicional

La representante en la Argentina de la marca le llevó la idea a la empresa estadounidense que comenzó a fabricarlos para varios mercados.

Luego del éxito de los clásicos termos Stanley, que se venden entre $5.500 y $6.200 y se convirtieron en un objeto casi aspiracional para los argentinos, la marca desarrolló un nuevo producto especialmente para el mercado local: un mate de acero que, aseguran, conserva la temperatura del agua y de la yerba por más de media hora. ¿El precio? Ya se vende en locales y online a $3.200.



El mate es un producto artesanal, en general, y no existe un estandar. Hay de materiales, formatos y precios casi para todos los gustos. En Mercado Libre, un mate de calabaza promedio con cobertura de cuero cuesta unos $800 (hay más baratos y muchos más costosos, claro). En ese caso, la diferencia de precio es de 300%. Otro opción, mucho más innovada y moderna, es el mate de silicona Mateo, que recibió varios premios internacionales por su diseño: tiene un precio de $529, un 505 por ciento más que el nuevo Stanley.



La idea de desarrollar este producto surgió de los directivos de Parallel, una pyme argentina que es la representante local e importadora de los termos, que son fabricados en Estados Unidos. Llevaron su idea a la sede central de la compañía y lograron que comiencen a fabricarse en acero para ser vendidos en la Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Brasil. Los mates también se fabrican en los Estados Unidos y luego son importados.



Parallel ya había logrado que la empresa fabricara los “picos cebadores” para adaptar los clásicos termos verdes —que originalmente fueron diseñados para el camping y la vida al aire libre— a la idiosincrasia de los argentinos que comenzaron a usarlo para conservar el agua para el mate.



 Es un proyecto que venimos trabajando hace más de tres años. Es una idea local y de adaptabilidad de la marca



“El mate que estamos lanzando es un proyecto que venimos trabajando hace más de tres años. Es una idea local y de adaptabilidad de la marca. Fue en conjunto. Stanley mandó un ingeniero a Buenos Aires, nos juntamos también con una sommelier local de mate, Valeria Trapaga, y desarrollamos el producto, que ahora se fabrica en los Estados Unidos. Buscamos que tenga más capacidades, con una vuelta de rosca más”, explicó Facundo Mendizábal, presidente de la compañía.



“Stanley es una compañía que piensa globalmente pero actúa localmente, que nos escucha y que estuvo dispuesta a seguirnos en un proyecto. Pensar global y adaptar local se escucha mucho en las escuelas de negocios, pero no muchas compañías lo hacen”, agregó el empresario.