Editorial

¿Qué pasa en Santa Cruz?

*Por Mirta Espina -Es un dato de la realidad que la provincia de Santa Cruz es gobernada desde 1991 por una núcleo de personas cuya lealtad interna está por encima de las identidades partidarias.


 


Es un dato de la realidad que la provincia de Santa Cruz es
gobernada desde 1991 por una núcleo de personas cuya lealtad interna está por
encima de las identidades partidarias. También fueron recurrentes los intentos
de enfrentarlos políticamente a partir de denunciar los hechos de corrupción,
los avasallamientos a las instituciones, la desatención a las obras de
infraestructura y al sector público, entre otros argumentos, que no fueron
capaces de tener una convocatoria política sustantiva, capaz de generar un polo
opositor sólido. Más aún, en los últimos tiempos, dos facciones del oficialismo
se dieron el lujo de trasformar el estado en un escenario de lucha de facciones
que reparten y retacean bienes al conjunto de la sociedad, según les convenga.
Este cuadro debería hacernos pensar que algo más profundo fue sucediendo en
estos años en la sociedad de Santa Cruz para que la impunidad del oficialismo
se mueva con tanta soltura… Trataremos de rastrear algunos de esos indicios.


1) La destrucción de las identidades. Quien repase los modos
de hacer políticas actuales y los compare con los vigentes a partir de las
reformas constitucionales y legislativas, verá que ya no existen "identidades
fuertes” tras las cuales se aglutine. Con matices de la ciudadanía, retrocedimos
al seguidismo de personajes que compiten y se suman, representan a una
localidad y no a un proyecto provincial, o disputan caóticamente concejalías.
Esta fragmentación fortalece la ya de por sí existente decadencia de los
partidos políticos. Y es algo más que un sistema electoral transitorio, hace al
modo de concebir la política y los alineamientos sin proyectos de conjunto.
Tanto mayoría como minoría son una sumatoria de fragmentaciones; donde la
capacidad de alternancia es remota y el papel de las minorías solo testimonial.


2) Fragmentación de las entidades de la sociedad civil.
Cualquiera que conozca una entidad de la que fuere, tomemos por caso los
alcohólicos anónimos, sabe que sufrieron crisis internas producto de los
intentos de cooptación que sufrieron por parte del aparato estatal. Clubes de
fútbol, gremios entidades vecinales fueron perdiendo la vitalidad propia y se
les fue colando en el debate interno la agenda que parte desde el oficialismo.
De modo que cualquier actividad está mediada por el aparato estatal y los
caprichos de algún sector del oficialismo; que acerca y aleja, pero siempre
mantiene bajo control a esas agrupaciones que están limitadas en sus debates, a
quienes se integra, etc.


3) La política como espacio de la negociación de los
acuerdos es cada vez un hecho más lejano. La relación con el oficialismo impone
subordinación, antes a Kirchner, ahora a una de las líneas en las que se
fragmentó. El diálogo interno de los actores que se sienten en la oposición es
dificultoso, caótico, muy atado a triunfos electorales o a imposición de una
idea, antes que al acuerdo sobre temas trascendentes.


4) El malestar social explotó caóticamente en el 2007, con
el conflicto docente, pero se acotó a la solución de un tema salarial- gremial:
no pudo trascender la vitalidad de una parte de la sociedad movilizada a
cuestionar un sistema político que limita las formas de participación ciudadana
, y en cuya raíz estaba la acumulación de tanta bronca.


5) La sumatoria de desatinos estratégicos cometidos por el
oficialismo es tapada con una fenomenal campaña de propaganda que es organizada
desde los organismos del estado. Si sabemos que la zona norte sufre un caos por
ausencia de provisión de agua, o que el acueducto a Puerto San Julián fue una
obra que por su funcionamiento advierte una fenomenal estafa. El aparato de
publicidad oficial nos inunda de noticias que refieren a contratación de
artistas para los festejos de las ciudades, de visitas oficiales, o de un
sistema de promesas dichas desde los discursos oficiales, que opacan la
magnitud de los desatinos cometidos en la función pública.


6) La idea de recurrir a una justicia que guarde
independencia es inaceptable para el oficialismo, pero se transformó también en
moneda corriente e inevitable en el común de los actores: jueces que por
fallar convalidando la inconstitucionalidad de la reforma constitucional de la
provincia debieron padecer la sombra del juicio político, falta de acatamiento
a los reiterados fallos de la corte en el caso del procurador Sosa, ahora
recusaciones masivas de camaristas para lograr una cámara a medida que anule el
fallo que declara inconstitucional el sistema de lemas para gobernador y varios
temas más , quitan la noción de la justicia limitando los excesos de los
poderosos como noción de práctica política y como en los absolutismos queda
mirar al cielo o refugiarnos en la conciencia.


7) Otro tema es la disociación entre lo político y las
planificaciones de obras o la jerarquización de la función pública. Se habla y
repite de planes a largo plazo, planes estratégicos, organismos colegiados,
etc, pero los cuadros del estado están atados a los avatares de las luchas
internas, no son seleccionados por su idoneidad, y su "volatilidad” es alta. De
modo que no existe relación entre quienes trabajen y el objetivo que se
propone. Y no es cuestión de analizar esos objetivos que a veces presuponen un
país al servicio de caprichos locales. Tampoco de la ignorancia que se tiene de
los aportes calificados que contarían los caprichos de los gobernantes.


8) Confusión entre las nociones de estado y gobierno. Quien
gobierna tiene discrecionalidad, quien se acerca al que gobierna negocia ser
parte de esa discrecionalidad.


Así apreciadas las cosas, nos parece que se ve con mayor
claridad que la complejidad del problema político de esta provincia trasciende
la anécdota. Con la corrupción o aspectos parciales, se logró imponer una
voluntad despótica de pocos por encima de la política y de las mayorías, de
modo sutil en unos casos, grotesco en otros, pero fragmentado siempre, quitando
el debate de ideas, limitando el diálogo. Y sobre esa "balcanización” , aparece
una voz suprema que parece ser la aglutinante; y fomenta una idea que se tiende
a transformar en "total”.