Tuvo coronavirus, donó plasma y ahora no tiene anticuerpos

Marisól San Román se contagió en España de la enfermedad y fue tratada en Argentina. Al regresar al país ibérico se enteró que ya no tenía anticuerpos y recomienda donar plasma mientras todavía se los tenga.



Marisól San Román vivió el coronavirus. Se lo contagió en España por compartir un lápiz labial con una chica mexicana. Estuvo 45 días internada en Argentina y un mes después donó plasma, hasta cuatro veces que es el límite permitido. Finalmente pudo volver a España, luego de una odisea, a terminar una maestría.



Se encontró un mundo distinto. Para poder cursar debía hacerse un completo examen médico:



“Ellos agrupan a la gente en tres tipos: los que tienen anticuerpos, los que no, y los enfermos o que tengan síntomas compatibles, que pueden cursar online desde la casa”



Ahí llegó la sorpresa: ya no tiene anticuerpos contra la COVID-19. “Cuando doné plasma me hice el estudio que muestra el índice IgG, y estaba en 4. Pasé de eso, que es un buen número, a 0,9, que es negativo. Fue una bomba saber que se habían ido. Por eso es súper importante donar plasma en cuanto se pueda”.



Ahí volvió el miedo de revivir la enfermedad. Si bien los anticuerpos pueden bajar, ella no esperaba que desaparecieran. Lo primero que hizo fue hablar con el médico que la trató en Argentina y: “Él me calmó, me tranquilizó. En el hospital de acá me dijeron que era normal, que los anticuerpos duran entre dos y tres meses y que habían tenido como dos mil casos así”.



Y así debió enfrentar la nueva normalidad, y el cursado de su maestría.



“Para entrar al edificio de la Universidad hay que presentar un pasaporte de salud, con la aplicación de seguimiento diario. Se debe pasar por una enfermería para mostrarlo, y dan el ok… o no. Por ejemplo, si tenés enfermedades preexistentes, como asma, no vas a poder ir.”



Las aulas tienen cantidad de alumnos reducidos, con lugares intercalados para sentarse. El barbijo es obligatorio, al igual que el uso de alcohol en gel.



España es para ella otro mundo, un mundo diferente al de antes de la pandemia: “Es completamente distinto a lo que conocía. Es fuerte que a pesar de la cantidad de muertos que hubo en España, muy poca gente usa barbijos. Serán cuatro de cada diez. En Argentina aprendimos muy bien el uso del tapabocas. Creo que maduramos un montón”.



Con temor fue enfrentando de nuevo la cotidianeidad. Ir a un bar era para ella una aventura: “La primera vez que fui, mi amiga me decía que no paraba de temblar. En las tiendas, o el súper, se entra con barbijo puesto y tienen desinfectante para el changuito y guantes descartables, que tirás al salir”,



(Fuente: INFOBAE)


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