La risa de luto: el actor Gino Renni murió por coronavirus

El artista de origen italiano había dado positivo a principios de junio y rápidamente desarrollo una neumonía bilateral. Comenzó como cantante pero se hizo popular como comediante. Nació en Italia, pero vivió casi toda su vida en la Argentina.

El actor Gino Renni (78) murió este domingo luego de permanecer internado por casi dos meses en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento. El artista de origen italiano había dado positivo de coronavirus a principios de junio y rápidamente desarrollo una neumonía bilateral. Tenía colocadas las dos dosis de la vacuna Sinopharm contra el Covid-19, según había comentado el propio actor.



“Que tengas un muy buen viaje Tano querido, amigo de verdad, compañero de mil momentos maravillosos, te quiero mucho Tano, te voy a extrañar”, se expresó por las redes el empresario y productor de televisión Gustavo Yankelevich.



Gino Renni, en su documento Luiggi Melleni era el auténtico “tano calabrés”. Nació en Calabria, un 7 de junio de 1943. Cuando Luiggi tenía tres años, su padre Francisco -Chichilo, para todos- decidió abandonar Cosenza, su pueblo de montaña, para “hacer la América”. Así llegaron a la Argentina. No fue fácil, el hombre solo hablaba en su dialecto y además era analfabeto. Consiguió trabajo en un puesto de verduras en el Mercado del Abasto, prototipo del laburante, se levantaba a las dos de la mañana para ir a trabajar.



Con lo que ganaba sostenía a su propia familia; a su madre; y a sus hermanos que quedaron en Calabria. Para ese hijo ese padre era su ídolo. De pibe lo acompañaba al mercado, de grande escuchaba sus consejos. “Cuando yo a la noche llegaba muy tarde a mi casa, mi papá, que ya estaba a punto de irse a trabajar, me decía con sutil ironía: “¿Qué tal? ¿Cómo anduvo el trabajo? ¿Es muy lindo eso?”. Y agregaba: “Mirá bien de quiénes te rodeás, ojo que los que te adulan, los que te hablan mucho, esos van a ser los que nunca te van a acompañar. Todo lo que me decía mi papá era mi catecismo, mi regla, mi Constitución”.



Empezó en los 60 pero no como actor sino como cantante en radio El Mundo. Había cumplido 18 años cuando el 8 de abril de 1961 debutó con su programa Canta Italia con la voz de Gino Renni. Con una orquesta en vivo interpretaba temas de Celentano y Doménico Modugno. Después trabajó para distintas emisoras como radio Splendid, Belgrano y Libertad. Por su pinta lo convocaron para algunas fotonovelas. Logró cierta popularidad y le llegó la propuesta de cantar en los programas más exitosos del momento como Sábados circulares, El Show de la Alegría y El Club del Clan. “En esa época hacía hasta cuatro shows por noche. Recorrí toda Latinoamérica y Estados Unidos. En México, actué en uno de los teatros más grandes del DF con sala llena”.



Recién debutó como actor en 1969, en el legendario programa humorístico La Tuerca. Su Giacomo Polenta era un gaucho italiano que repetía “la pampa é grosa” y quería grabar “discos de folclorio”. Su histrionismo natural le permitió ganar su primer Martín Fierro. Lo que parecía solo una pausa en su carrera de cantante se convirtió en un cambio de rumbo.



En 1971 fue parte de la telenovela Nino, las cosas simples de la vida. Enzo Viena era Nino un joven carnicero que llegaba de Italia y se enamoraba de su vecina, María Aurelia Bisutti. Gino era el hermano simpático y entrador de Nino. “Fue la telenovela más exitosa de la Argentina y de todo el continente. A tal punto que nos llevaron a Nueva York a hacer una comedia con María Aurelia Bisutti y Arturo Puig, y la gente nos llamaba por el nombre de los personajes de la tira”, reconoció Renni.



La popularidad ya lo rondaba pero la masividad le llegó con Mesa de Noticias, la creación de Juan Carlos Mesa. Renni era Gino Foderone de la Salsiccia, que invocaba a “San Peperone, ayuda a Foderone” o gritaba “Assassino y criminale”, muletillas que pronto se popularizaron y todavía se repiten.



En cine formó parte de la saga de Brigada Z, donde su personaje era el más sagaz y a fines de los 80 estuvo en Los Bañeros. Las películas marcaron a muchos chicos que convirtieron a sus torpes protagonistas en sus héroes, algo que lo enorgullecía más que la sesuda crítica de un crítico.



No contaba con una formación de conservatorio, pero sí con un talento natural para actuar sobre todo para la comedia. “Soy cómico, no sé si soy comediante. Lo que hago es innato, me sale. Tengo herramientas naturales”. Para él la clave de su permanencia estaba en “que tuve un poco de fortuna, fui intuitivo y me manejé por instinto; y por otro lado pienso que se debe a mi ductilidad y mi creatividad. Me considero un cómico natural, que aprendió el oficio, y cuya impronta sostuve a lo largo del tiempo”. Sin embargo, reconocía que le gustaba cuando lo convocaban para personajes distintos como el malo de Perla Negra.



Conocedor de la canción italiana, en el 2008 debutó como conductor de radio en el ciclo Pronto, ¿chi parla? donde pasaba los clásicos de los años 60 y los nuevos éxitos. En 142 programas llegó a pasar 807 temas sin repetir. En el programa era el DJ Luigi que hablaba poco y nada y si lo hacía solo se expresaba en italiano.



Renni se definía como un típico geminiano “impulsivo, aventurero, inquieto, perseverante y tenaz”. Reconocía su carácter muy temperamental, honesto, afectuoso, divertido pero en ocasiones colérico. Contaba que de chico muchas veces la llamaron a su mamá las autoridades del colegio para decirle “Señora, este chico está loco, hay que llevarlo al psiquiatra”. Era una de las cosas de las que se arrepentía “de haber tratado mal o agredido a alguien por mi impulsividad”.



Telemaníaco, nocturno, le gustaba ver fútbol nacional e internacional, noticieros o programas de ficción. Todos los domingos miraba la Domenica Sportiva, un programa de la RAI y las carreras de Fórmula 1. Coqueto le gustaba vestir con traje y corbata y cuando fumaba usaba encendedores que combinaran con su ropa, por ende los coleccionaba. Sin complejos gastaba lo que ganaba en ropa y en autos “aunque tengo una relación respetuosa con el dinero, soy hijo de inmigrantes”.



Cabulero, antes de salir a escena o grabar se tocaba su testículo izquierdo trece veces y decía un par de cosas en dialecto calabrés. Pícaro si no fuera famoso le hubiera gustado volver a colarse en una cancha, correr con el auto a contramano por Callao y volver a salir con ese amigo millonario con los que abrían autos, departamentos y locales ajenos sin robar nada y solo para demostrar que podían hacerlo. Hincha de River atesoraba los autógrafos de sus máximos ídolos: uno era Enrique Omar Sívori y de Amadeo Carrizo.



Aunque no se definía como un “rompecorazones” contaba que había vivido unos cuantos romances. Renni era parte de ese estilo de hombres que jamás alardearon de sus amores ni de las mujeres que pasaron por su cama. Su vida privada era privada, solo admitía que “tuve una vida bien vivida, con mucha noche”.



Nunca se casó. “Quizás ese fue mi gran error. Teniendo en cuenta a las dos o tres mujeres que podrían haber sido mi esposa, hubo una a la que le dije que no y me equivoqué. Lo puedo ver a través del tiempo, pero las cosas se dieron así. Me tendría que haber casado con esa mujer. Me lo propuso y le dije que no. Luego nos peleamos. Fue en la época en la que hacía Nino, ella no era conocida. Y hubo otras dos mujeres que, también, podrían haber sido madre de algún hijo mío. La vida es así. Por algo las cosas son como son”, reflexionaba en una entrevista de hace tres años.



El periodista le preguntó si le asustaba formar una familia y su respuesta fue sincera: “En aquellos tiempos primó la irresponsabilidad. Si me casaba me iba a meter en una responsabilidad que no estaba en condiciones de sostener”. En los últimos años admitía que le pesaba un poco la soledad y que había momentos que le gustaría tener una compañera a su lado. A todas las mujeres que lo acompañaron las recordaba con cariño salvo a esa que le dijo que tenía un hijo suyo y era mentira.



Libre, aceptó sin prejuicios la invitación de Ricardo Mollo a una presentación de Divididos en el estadio Obras. La banda presentaba su álbum Vengo del placard de otro y cerraba con Ue pasano de Nicola Paone. Renni estaba grabando Cachorra con Natalia Oreiro, cuando la actriz le dijo que Mollo quería hablar con él. El rockero le propuso cantar con ellos en el cierre del show. Renni aceptó, ensayó con la banda y a pesar de su miedo “porque era público del rock” terminó ovacionado.



Renni decía que el secreto para ser feliz era “estar en paz con uno mismo”. Agradecía tener la fortuna de “ser querido por la gente”. Hoy se fue de gira, se lleva los aplausos y nos deja su risa. No es poco.


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