Ruanda recordó el genocidio de un millón de tutsis en 1994

La masacre fue cometida en apenas 100 días, en reacción al asesinato del presidente hutu del país. El actual mandatario era líder de la milicia acusada.

Ruanda conmemoró ayer el 25 aniversario del genocidio de entre 800.000 y un millón de personas cometido en 1994, cuando en apenas 100 días la etnia hutu buscó aniquilar a sus enemigos históricos, los tutsis. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, de la etnia tutsi y con un rol político de primer plano én la época del genocidio, encabezó ayer los actos en la capital Kigali, y volvió a responsabilizar a "los Estados (extranjeros) más poderosos" del terrible crimen, mientras alabó en cambio a los países que mediante los cascos azules de la ONU intentaron detener la carnicería. Kagame señala a Francia como principal culpable y destaca a Bélgica entre los que intentaron detener la matanza. Pero el propio Kagame, un tutsi, es señalado de participar en el genocidio.



"En 1994, no había esperanza, solo oscuridad. Hoy, la luz irradia desde este lugar...¿cómo sucedió? Ruanda se convirtió en una familia de nuevo", aseguró el mandatario, luego de colocar una ofrenda floral en el sitio conmemorativo del genocidio de Gisozi, donde están enterradas un cuarto de millón de víctimas.



"Los brazos de nuestro pueblo, entrecruzados, constituyen los pilares de nuestra nación. Nos abrazamos los unos a los otros. Nuestros cuerpos y nuestras mentes tienen amputaciones y cicatrices, pero ninguno está solo en eso. Juntos tejimos las retazos deshilachados de nuestra unidad en una nuevo tapiz", agregó el mandatario.Kagame y la primera dama, Jeanette Kagame, encendieron la "llama de la memoria", que arderá durante 100 días. Horas después el mandatario dio otro discurso, con un tono político más beligerante en un acto en el centro de convenciones de Kigali, la capital ruandesa. Kagame reivindicó a los soldados de la ONU de Bélgica y otros países que intentaron frenar el genocidio y denunciarlo ante la comunidad internacional y contrastó sus esfuerzos con "la indiferencia de los Estados más poderosos", entre los cuales señaló a Francia, la ex potencia colonial que, según denuncia, entrenó a las milicias responsables de muchas de las matanzas. Por esta postura de Kagame, el presidente francés, Emmanuel Macron, decidió no sumarse a otros líderes internacionales que participaron de las conmemoraciones en Kigali. Macron anunció que declarará el 7 de abril como una fecha de conmemoración oficial del genocidio de Ruanda, una medida que se suma a la decisión de esta semana de abrir una investigación para determinar cuál fue el rol del Estado francés en el genocidio.



Las matanzas de la mayoría hutu sobre la minoría tutsi se desencadenaron tras la muerte del presidente huto Juvenal Habyarimana, cuyo avión fue derribado por misiles el 6 de abril de 1994, cuando viajaba junto al presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira y estaba por aterrizar en Kigali. Los hutus culparon al Frente Patriótico de Ruandés (FPR), una milicia de tutsis, y la matanza comenzó horas después. El FPR fue fundado en el exilio por los tutsis y era encabezado en 1994 por Paul Kagame, el actual mandatario. En apenas 100 días, el 75 por ciento de los tutsis fue asesinado, al igual que miles de hutus moderados que no se quisieron sumarse a las matanzas, muchas veces realizadas con machetes. Las marcas quedaron en los cuerpos de los sobrevivientes: niños a los que se les amputaron ambas piernas, jóvenes a los que se les cortaron a machetazos los brazos. Hoy son testimonios vivientes de aquella horrorosa masacre. Según investigaciones,



En 2006, una investigación del gobierno francés acusó a siete miembros del Frente Patriótico de Ruanda, liderados por el presidente Kagame, por el asesinato de Habyarimana, una imputación que el gobernante ruandés rechaza de plano. Doce años después, sin embargo, los jueces abandonaron esta investigación que, según Ruanda, se basaba en testimonios falsos para desviar la atención mundial del papel que, según ellos, jugó Francia en el genocidio.



La antigua rivalidad entre tutsis y hutus nace en parte de una organización colonial que favoreció el ascenso social de los primeros y ya había provocado enfrentamientos y se extendía a los países vecinos antes de la matanza de 1994. "Se podría haber evitado (el genocidio). Las señales de alarma eran claras, pero no hubo un compromiso claro por parte de los actores internacionales relevantes", señaló Adama Dieng, relator especial de Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio, a Europa Press. Dieng indica que "la comunidad internacional no reaccionó a tiempo debido a la falta de voluntad y a la falta de recursos". La primera "afectó a la toma de decisiones en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas" y la segunda, a la misión de la ONU en Ruanda, que "era pequeña, carecía de tropas bien entrenadas y de material funcional".



reflexión. Uno de los actos realizados ayer en Kigali.


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