De qué manera se realiza el cónclave para elegir al Papa
La Iglesia se prepara para la elección de su sucesor. Los detalles de cómo serán las reuniones en la Capilla Sixtina.
Tras la muerte del Papa Francisco, la Iglesia convoca al "cónclave". El cónclave para la elección de un Papa proviene del latín "cum clave" es decir "con llave", en referencia a la sala antiguamente cerrada donde se reunían los cardenales y es una institución que se remonta al siglo XIII.
El primer cónclave, con los cardenales encerrados para evitar cualquier presión externa tuvo lugar en 1241, con la elección de Celestino IV. Pero la más famosa, por su duración, fue la que se inició a finales de 1268 en Viterbo, en el centro de Italia, tras la muerte en esa misma ciudad de Clemente IV. Ante el bloqueo provocado por la división entre los cardenales, "la población de Viterbo les obligó a actuar en el otoño de 1269 encarcelándolos en el Palacio Papal (...) luego quitando el techo del palacio en junio de 1270 para exponerlos a la intemperie y no enviándoles ni agua ni comida", según el libro "Lux in arcana". Pero no fue hasta septiembre de 1271, que una comisión restringida de seis cardenales logró finalmente elegir a Gregorio X. Este último estableció oficialmente el principio del confinamiento de los cardenales para el cónclave y del pan y agua secos después de cinco días de votaciones sin resultado. Pero su sucesor Juan XXI abolió estas reglas.
Con el paso del tiempo las normas se fueron morigerando y los cardenales podían llevar hasta una botella de coñac. El tema del coñac del conclave llegó hasta 1878 (y más, como veremos más adelante) en el cual fue elegido el papa León XIII. El cardenal camarlengo administra los bienes y derechos temporales de la Santa Sede, verifica la muerte del Papa, dirige los preparativos del cónclave, lo organiza, redacta un informe sobre el resultado de cada escrutinio y entrega el informe al nuevo pontífice.
Según el relato, el cardenal Angelo Giuseppe Roncalli, futuro Papa Juan XXIII, había combatido sus nervios en vísperas de su elección en 1958 con un coñac que le trajo uno de sus pares, Maurilio Fossati, arzobispo de Turín. Aunque los cardenales juran solemnemente mantener en secreto los procedimientos de un cónclave, se sabe por indiscreciones que se sirvió vino blanco después de las elecciones de Juan XXIII y Juan Pablo I.
Otra curiosidad del cónclave: ninguno de los textos que rigen su desarrollo exige que los cardenales elijan una personalidad presente en el lugar. Los cardenales podrían, teóricamente, elegir a un par suyo ausente del cónclave por un motivo válido, pero también a un religioso que no fuera obispo, aunque en este último caso el elegido tendría que ser ordenado primero obispo antes de acceder al trono de San Pedro.(Infobae)