El caso de Pico Truncado Manipulación del Victimario
Edith Casas se casará mañana con Víctor Cingolani, autor partícipe del asesinato de su hermana Johana Casas, condenado a 13 años de prisión. Marcela Orellana, madre de Casas, aseguró que su hija es víctima de una situación de manipulación por parte de la familia de Cingolani y tendría que ser tratada por un profesional de la salud.Por Romina Behrens
Las dos hermanas tuvieron una relación con Víctor Cingolani y en los dos casos fueron víctimas de relaciones violentas. Cingolani tenía denuncias previas a la muerte de Johana Casas. Según contó su hermana durante el juicio, la historia con Edith no se alejó de esas situaciones de agresión. Fue ella misma quien lo acusó de abuso sexual y maltrato psicológico mediante un escrito ante la Justicia y ratificó esa acusación en su testimonio bajo juramento durante el juicio oral.
Ahora Edith niega que Cingolani haya sido violento con ella e intenta explicar que sus dichos se debieron a la presión que su familia ejercía sobre ella. Sin embargo, Marcela Orellana, madre de Edith, asegura que “él siempre la golpeaba” y agregó: “mi hijo la tuvo que defender para que no la prenda fuego”. Si bien no fueron dichos de Edith ni tampoco ella lo expresó en el juicio, la familia sospecha que Cingolani la habría amenazado de prender fuego con un aerosol y un encendedor.
Como el caso de Carla Figueroa en La Pampa, asesinada a cuchilladas el 10 de diciembre del 2011 por Marcelo Tomaselli, luego de que los jueces le concedieran el avenimiento y extinguieran la acción penal, la familia de Edith teme que este casamiento sea el anuncio de otro crimen por parte de Cingolani quien ya tenía antecedentes de violencia. Meses después del femicidio de Figueroa, un tribunal consideró que la joven no estaba en condiciones de dar un consentimiento libre y pleno, dada la situación de violencia que había atravesado y consideraron especialmente un informe pericial que advertía acerca del trauma psicológico que la violación le había provocado.
La negación o la compasión por el agresor son consecuencias de los abusos físicos, psicológicos y sexuales presentados por las víctimas especialmente para justificar la continuación de la relación de manera voluntaria o porque no pueden ponerle fin a ese vínculo violento. Con el tiempo estas personas comienzan a apropiarse del punto de vista del agresor, de sus argumentos y de las excusas con las que pretender justificar su conducta violenta.
Una historia violenta
Actualmente, nada impide que Casas y Cingolani se casen porque entre ellos no hay una causa directa. El abogado de la familia Casas, Fabián Farías explicó que la única forma de poder abrir una causa paralela, a partir de los fuertes testimonios de Edith, era si la propia víctima hacía la denuncia para que intervenga el organismo judicial. En el caso que Edith hubiese hecho una denuncia formal y se hubiese abierto una causa contra Cingolani, hoy no podría casarse porque, como establece la Ley de Violencia hacia las mujeres, en las audiencias queda terminantemente prohibido la conciliación entre la víctima y el victimario, artículo que no se aplicó en el caso de Figueroa.
Las dudas y temores de la familia de la joven radican en el historial de violencia que marcó a la relación que mantuvo este hombre con ambas hermanas. Edith confesó que nunca dejó ser la novia de Cingolani. Durante el juicio por la causa de Johana, Edith siguió en contacto con el asesino y lo llamaba por teléfono frecuentemente. A la vez, confesó que en reiteradas ocasiones fue abusada sexualmente y maltratada psicológicamente y narra situaciones dramáticas que acontecieron en el mismo descampado donde encontraron el cuerpo de su hermana.
Después de seis meses de estas acusaciones, Edith se fue de la casa de su familia para vivir en la casa de Claudia Cingolani, hermana del autor del asesinato de Johana y desde allí sostiene que dicho testimonio lo habría dado bajo presión de su familia. Mientras que la familia entiende que Edith no le dio curso a la denuncia porque nunca dejó de tener una relación con su victimario y porque está manipulada por la familia del agresor. “Esta a la vista por qué no la hizo, hoy manifestó que nunca dejó de ser novia de Cingolani” narra su familia a días de recibir esta noticia.
“Siempre fue muy cerrada, bajaba a comer y no hablaba con nadie” relata Orellana y cuenta que en estos últimos meses comenzó un tratamiento psicológico que abandonó en la tercera sesión con el argumento de no querer responder preguntas de su vida privada y que se enteren de su intimidad.
“Ella no quiere aceptar que Víctor es el asesino de su hermana” admite la madre; mientras Edith se niega a hablar con los medios nacionales y cuando lo hace se muestra confundida y angustiada y aunque no niega que Cingolani haya sido violento con ella, la joven cree en la inocencia de su novio.
Por su parte, Farías insiste en que Cingolani tuvo una conducta violenta acreditada en la causa penal y que no se puede discutir que él es autor partícipe del asesinato de Johana Casas y que está condenado a 13 años de prisión por un delito probado. Cingolani es autor material de un tiro a quema ropa y otro a 10 centímetros de distancia.
Nulidad del casamiento
La familia de Casas y su abogado plantean que “los tiempos no dan” para impedir el casamiento. La justicia entró en feria esta semana y el casamiento se efectuará mañana en el recinto del Registro Civil o en la Alcaidía de Pico Truncado, según qué resuelva la autorización de la justicia.
Marcela Orellana espera expresar su disconformidad con la celebración matrimonial en ese momento cuando el juez o la jueza en lo civil pregunten a los presentes quién se opone a la unión. Orellana sostiene que su hija no puede casarse con Cingolani en primer lugar porque él es el asesino de su hermana y en segundo lugar porque Edith necesita un estudio médico que analice su salud psíquica.
Ante un acuerdo aparentemente libre de contraer matrimonio entre dos personas adultas, la familia no alcanza a entender los motivos de la decisión de casarse con quien ha sido condenado de asesinar a su hermana gemela y teme por la seguridad de su hija Edith.
A pesar de que la justicia comenzó la feria judicial esta semana y recién retomará la actividad en febrero de 2013, la familia analiza otras alternativas para hacer una oposición formal, pedir un peritaje psíquico y la nulidad del casamiento en vistas de la situación descripta y buscarán protegerla de una relación violenta que en el futuro podría repetir la historia de su hermana.
En este contexto, las dudas del caso giran en torno a si acaso Edith sabe algo más del crimen de su hermana y si el casamiento no es una estrategia del condenado para evitar que Casas pueda comprometer más a Cingolani en la causa.
El femicidio de Johana
Johana Elizabeth Casas fue asesinada en julio del 2010 con un arma de fuego por el ex novio Víctor Cingolani de 27 años en Pico Truncado. Johana, de 20 años, fue encontrada muerta en un descampado. El agresor tenía varias denuncias por golpes y amenazas y hasta una restricción de acercamiento a la víctima. Cingolani fue condenado por homicidio simple a 13 años de prisión. No recibió el agravante por el uso de arma de fuego pedido por la querella.
Los jueces del Tribunal Oral de Caleta Olivia, Pablo Olivera, Graciela Ruata de Leone y Cristina Lembeye, resolvieron condenar al acusado en el juicio que se inició el pasado 18 de junio. La participación de Cingonali se comprobó mediante el análisis de guantes de parafina que demostró la existencia de nitrato en sus manos como prueba del uso del arma y la pericia de canes de la policía que corroboró la presencia del agresor en el Cordón Forestal, zona descampada donde encontraron el cuerpo de Johana.
El segundo partícipe del crimen es Marcos Díaz de 37 años, última pareja de Johana, también está imputado por el mismo hecho contra Johana. Durante varios meses estuvo prófugo con pedido de captura hasta que se entregó a la justicia de manera voluntaria y ahora se espera que comience el juicio oral en el transcurso del 2013.