La historia de un maestro pintor chileno que murió en un incendio en Río Gallegos

El Censo realizado en Argentina en 2010 arrojó alrededor de 8 mil ciudadanos chilenos residentes en la ciudad de Río Gallegos, capital de la provincia de Santa Cruz, distante 260 kilómetros al norte de Punta Arenas.

Patricio Genaro Barría Cuyul fue uno de los tantos chilotes que un día se marchó de su tierra, en su caso desde la isla de Queilen, cargando una maleta con la ilusión de encontrar nuevas oportunidades laborales. Y como la mayoría de estos migrantes isleños, su destino original fue Punta Arenas. Por algo los antecedentes del nomadismo chilote están vinculados a la población de lugares como Magallanes, así como también de otros puntos patagónicos. A finales de los setenta, con 20 años, “Pato” se vino a Punta Arenas siguiendo la ruta de otros chilotes y una década más tarde cruzaba la frontera para establecerse en Río Gallegos



Desde el otro lado de la línea telefónica, su sobrina, Daniela Levipani Barría (26), nacida en Punta Arenas y crecida en Río Gallegos, destaca que su tío era un reconocido y cotizado maestro pintor de casas. “Laburaba muy bien, le trabajó a gente importante de acá, también a muchos políticos. Era muy recomendado, además de pintor era instalador de alfombra y papel mural”.



Era muy amante de los animalitos. Siempre vivió rodeado de ellos. Al momento de sorprenderlo la muerte compartía su casa con 6 perros y 8 gatos. “Le hablaba como si fueran sus hijos, era muy apegado a ellos. Siempre estuvieron muy bien cuidados. Los vecinos le llevaban comida a sus mascotas y las mujeres le tejían ropita”, evocó Daniela.



El protagonista de esta historia nunca se casó, aunque por muchos años convivió con una mujer, sin que haya tenido descendencia. Hace 7 años había optado por la vida en solitario y desde entonces alquilaba una propiedad en calle Tucumán esquina José Ingenieros.



En Río Gallegos vive su única hermana, Hilda Barría. Su otro hermano, Julio, falleció hace unos 12 años a causa de un accidente casero.



Daniela, hija de Hilda, relata que se creció en una chacra, fuera de la ciudad, por lo que las visitas a su tío eran esporádicas, a diferencia de lo ocurrido en los últimos dos años, donde hubo un mayor apego, ya sea por teléfono o personalmente. “Además que nunca le faltó laburo y por lo mismo casi no paraba en su casa”.



La tragedia



El viernes último, 17 de julio, la familia fue golpeada por una terrible tragedia. A las 4,10 horas un incendio había destruido no sólo la vivienda de Patricio Barría Cuyul (64) sino también cobrado su vida y la de todas sus mascotas. Las pericias por parte de personal técnico determinaron que el foco del fuego fue de corte accidental, originándose en la zona del living, debido a un brasero que tomó contacto con elementos combustibles, propagándose hacia toda la casa.



Ese sentimiento de soledad que arrastró durante los últimos años, lo empujó a una depresión, encontrando refugio en el alcohol. “Nosotros como familia buscamos ayuda profesional, porque veíamos además que su estado mental se estaba deteriorando emocionalmente”, complementó su sobrina.



Criticó que lamentablemente las adicciones no tengan solución, con una sociedad que hace vista gorda, al igual que las autoridades. “Yo misma pedí la concurrencia de un trabajador social, porque siempre es necesario la contención y la ayuda, pero nada de ello prosperó”.



El año pasado, la empresa distribuidora de gas, Camuzzi, le cortó el suministro a su vivienda por una deuda de arrastre. Con ayuda de los familiares consiguieron cancelar las boletas de consumo más atrasadas, haciendo posible la reconexión del servicio. A partir de allí, Patricio se comprometió a seguir trabajando, pero transcurridos algunos meses recayó en el alcohol, acrecentando con ello la deuda. En plena pandemia le volvieron a cortar el gas. Empatía cero de la empresa con los más vulnerables. “Estoy molesta porque mi tío vivió un abandono del Estado, por el hecho de no habernos abierto las puertas que golpeamos. La solución no pasa con sólo suministrarle una canasta de alimentos”.



Para combatir el crudo invierno, su familia proveyó de una estufa hechiza, con la que se calefaccionaba. La formación de brasas desde un brasero desencadenó la tragedia el pasado viernes. Murió a causa de una intoxicación por monóxido de carbono.



La ironía de la vida, un día después del mortal incendio, la compañía Camuzzi se comunicó con la sobrina desde Buenos Aires, para hacerle recuerdo de la deuda que arrastraba su tío desconociendo hasta ese momento la trágica suerte que había corrido 24 horas antes. “No les quedó otra que pedirme disculpas y anular la deuda. Si me hubieran llamado antes, se pudo haber buscado alguna vía de solución, y mi tío estaría vivo”.



En este momento de aflicción, la Cochería (Funeraria) Due los orientó y de este modo la familia obtuvo ayuda municipal para los trámites fúnebres. Hoy tendrá lugar el proceso de cremación y sus cenizas serán introducidas a una ánfora, la que será depositada en la sepultura que ocupa su hermano Julio, en Río Gallegos. Días antes sus 14 mascotas tuvieron también una digna sepultura.



Para Daniela, con la incineración del cuerpo de su tío, se cierra un triste capítulo familiar, con una muerte en estas circunstancias que no se merecía. “Me he topado con gente que lo conocía y que lo estimaba montones. Era una persona muy reconocida, al igual que los miles de chilenos que nacieron y que viven en el popular barrio Belgrano, conformado mayoritariamente por migrantes chilotes, donde en su juventud formó el Club Arcoíris”. (La Prensa Austral)


Esta nota habla de:
Más de Locales