Basura

Menem comulgó con Kirchner, mientras Moyano aceitaba su séquito, don Peralta fue soldado de Néstor cuando la mina aún no moría, los docentes adhirieron a Moyano simplemente por adicción a la protesta, y que Costa no ganara en octubre fue la pesada carga de Cris. Las caretas están maquilladas y los medios discuten de eso, todos somos corruptos porque nadie se niega al dinero. El dinero es cambio de plasma, el dinero es señal de inclusión, la historia espera el momento en que los pueblos dejan de estudiar.



Llueve y aquí quizás es nevada, nadie ya afronta el yugo, que es más sutil que en cualquier dictadura,  es complejo descifrar el problema cuando se viste de seda la violencia y no cede. Quizás peque de poco jugado, de actor del momento, de observador subjetivo o  monigote resentido. Todo se reduce a lo mismo, occidente predomina en el canto, dicen que allí por oriente las peleas son algo más rudas, porque gana siempre el concepto antes que el aurea armadura.
La Santa Cruz todos heredamos, nadie ha nacido de una pobre meseta, pobres apenas las matas y arena que resisten el viento inclemente.  Patagonia rebelde es  pasado, duele a veces compararme en el tiempo. Cuando las luces brillaban en Francia, apenas faroles tangueros había. Siempre es anhelo lo forastero,  siempre nos damos a lo que viene de afuera, no engañemos al pobre foráneo si de rojo gringaje ha vivido esta tierra. Que oligarcas existan en el  centro no descarta a la elite tan sureña, que tan poco ha dicho estos días, porque ya el rédito ha obtenido.
.Los días tan grises no duelen Gallegos, lo que siembra la duda es el ambiguo deseo, la distorsión sin motivos,  el suicidio sin pena, como algún viejo oeste que a destiempo llega.
La lucha invisible se torna tangible, porque no llega a destino el dolor de los hombres. Aquí es mas fácil porque las mentes desisten, prefieren el tonto fragor de los cuerpos, tiñendo de rojo armaduras inquietas. No hay enfrentado solo apenas miserables soberbios, que pelean apenas por obtener la medalla. Medalla de cobre, medalla de carne, de carne azulada de carne podrida, sedientos apenas, tomamos el calis, bebemos ingenuos el vino anticuado, actuales serenos, podridos de estar, inventamos excusas para salvar las conciencias.
El fin no lo tengo, lo añoro pero me ciego, me estremezco con luces de iodo, niebla invencible, venimos al triunfo y apenas logramos, un pedazo de tierra, un trozo de acero y la sangre heredada, no se de tus héroes, ni en etiquetas  vanales, no creo en frases trilladas ni en pobres relatos. Lo cierto se aleja, si quisiera ser real, no podría describir esas lágrimas sin transmitir la falsedad de tu escarmiento.
Continuará…
El club del retrete:  Nueva columna de Nuevo Día

 

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