Editorial

Verde mujer, verde esperanza

Ésta jornada quedará grabada a fuego sin dudas en la historia de nuestro joven país, las mujeres pusieron en foco y empujaron con la fuerza de su movimiento que cantó, saltó, bailó y copó las calles de muchísimas ciudades argentinas para que se palpe el apoyo a éste proyecto, también en Río Gallegos

Éste 14 de junio pasó a la historia por haber sido una intensa jornada de lucha, de militancia en la alegría, en la empatía, en lo que ellas nos enseñaron como sororidad, ante un tema tan sensible como el aborto.



Ante las agresiones, razones, ante las condenas, conceptos, ante la metafísica, realidades, ante la moralidad, dignidad. 



Mujeres que caminan los barrios buscando desde allí también la igualdad de derechos y oportunidades, otras que luchan por la tierra y los ríos, quienes militan la cultura, las sindicalistas, estudiantes, profesoras, investigadoras, trabajadoras sociales, de la salud, amas de casa, estatales, que vienen dando el debate hace tiempo y que cada una desde sus lugares fue militando ésta causa para que dejara de reinar la hipocresía ante uno de los asuntos pendientes y más postergados en el debate democrático, haciendo de éste una lucha central de nuestros días, esa que cuando recibió la media sanción votada en la Cámara de Diputados vio abrazarse a miles de mujeres en todos los puntos, que brotaran la lágrimas por aquellas que no pudieron dar testimonio, porque la clandestinidad se lo arrebató, lágrimas por la fuerza que empujó a la sanción de éste proyecto, de éste derecho, de la libertad para decidir.



Esa fuerza instauró el tema tan fuertemente que expandió en la opinión pública su espectro y por ende su debate, ampliando también la información, certera y contundente que avala la implementación de ésta política. 



En Río Gallegos, militantes de la vida con un amor y empatías inconmensurables, se abrazaron y celebraron el avance hacia éste derecho, que busca sacar del terror de las "clínicas", de la incertidumbre en la juventud, cuando por factores socioeconómicos o la razón que fuere, esa mujer debe recurrir a ésta práctica.



Sorprendió ver la decisión de algunos diputados, que oyeron el grito del pueblo, no sorprendió ver la decisión de ese pueblo, que estaba haciéndose oir en la calle, pidiendo derechos no obligaciones, inclusión, no más estigmaticación.



El Feminismo como movimiento e ideología a llegado a poner en cuestión, a romper con una cultura y un sistema que las oprime, en sus cuerpos, en sus psiquis, en sus sueldos, en las calles y en sus camas.



Un grito de justicia social, en memoria de quienes no llegaron a marchar, de las que no lo pudieron militar, por aquellas que no llegaron a reverdecer en éste otoño del país y de la humanidad. 



 


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