La transición
El gobernador Daniel Peralta deberá transitar la transición entre su gobierno y la gobernadora electa Alicia Kirchner, y entregará una provincia que como mínimo no puedo pagar sueldos por sí sola. Pero no es el único. Alicia también tendrá su transición hasta el 10 de diciembre, cuando asumirá con una oposición como nunca antes tuvo el kirchnerismo en Santa Cruz, y sin un Kirchner en Nación.
Luego no ocho
años, y de haber asumido por primera vez en el 2007 por la renuncia del ex gobernador
Carlos Sancho pero también haber sido
legitimado por las urnas, el gobernador Daniel Peralta deberá entregar la provincia a un apellido Kirchner, sector
del que formó parte y del cual no volvería a integrar luego de la interna que
sacudió a la provincia desde aquel 29 de
diciembre del 2011, cuando peraltistas y kirchneristas se señalaban como autores de proyectos de ajustes para la administración pública
que los diputados debían aprobar, y que derivó en gravísimos incidentes afuera de la legislatura. La
endeble relación entre Peralta y el Frente para la Victoria, se dobló y se quebró para siempre.
Decir que Alicia
encontrará una provincia con muchos problemas en todos los ministerios y
secretarías no es una novedad, si recordamos que desde julio del 2014 el gobierno
nacional envía fondos (que luego deberán ser devueltos) para el pago de sueldos a la administración
pública. Si será una novedad conocer
cómo resolverá tamañas deficiencias en
una salud y educación golpeada hace 8
años, con una demanda social en materia laboral y de viviendas como nunca se ha visto.
Alicia no tendrá
el brazo (con fondos frescos) de Cristina Kirchner, ni de Néstor
Kirchner. Quizás de Daniel Scioli, si
gana el ballotage, pero no es lo mismo.
Tampoco contará
con todas las comunas a su favor, ya que cinco intendentes responderán al
frente Unión para Vivir Mejor y que incluyen
a las dos localidades con más habitantes como es Río Gallegos y la convulsionada
Caleta Olivia. Es una cifra suficiente para,
por ejemplo, plantear uno de los tantos
requerimientos de los jefes comunales, como lo es una nueva Ley de
Coparticipación para los municipios alicaídos
en sus cuentas, los que tampoco pueden pagar salarios sin ayuda de la provincia. Barajar y dar de
nuevo los fondos fue algo que los
propios intendentes kirchneristas le
reclamaron a Peralta.
Pero otro
panorama es más complicado para Alicia:
una legislatura con nueve diputados que no le responderán, y que podrían
ser 10 si se contabiliza a Gabriela Peralta, la ministra de Desarrollo Social que el día previo a la veda electoral, criticó
duramente a la gobernadora electa. No fue casual que durante la semana diputados
por el Pueblo electos hayan adelantado que "habrá que negociar”.
Será esencial el
rol del vicegobernador y presidente e la
legislatura, Pablo González. El ex jefe de gabinete de Peralta no se caracteriza
por la negociación y búsqueda de consenso. Al contrario, su característica
esencial es la confrontación. Lo
demostró cuando se desempeñó como
ministro de gobierno de Peralta durante duros conflictos gremiales y sociales
en Santa Cruz. Si primará este estilo o
el de Alicia, es una incógnita.
La entrega del poder será a una gobernadora que en los papeles perdió
contra Eduardo Costa por más de 13 mil votos por una Ley de lemas
inconstitucional, y con una sumatoria de
votos que provino de la versión más alicaída de Peralta. No es menor esta legitimación. Peralta lo sufrió sin ley de lemas en el 2009 cuando la fórmula Blanca Blanco –
Fernando Cotillo perdió la diputación
nacional, y se presentó como la primera victoria de Eduardo
Costa. Es verdad que fue por muchos
factores, y que el principal fue una mala gestión que en solo dos años – ya
que asumió en el 2007- no colmó las expectativas, pero también es cierto que el
contexto financiero de la provincia era
mucho mejor que ahora Alicia deberá
enfrentar.