Con fe y arrepentimiento, Gabriel Oyarzún sobrevive entre cartones en pleno centro de Río Gallegos
Gabriel Oyarzún, un vecino conocido por la comunidad de Río Gallegos, lleva años viviendo en situación de calle. Dormido en el Hospital Regional, en construcciones abandonadas o donde lo encuentre la noche, hoy necesita ayuda urgente de la comunidad. Pide insumos básicos, pero también ofrece disculpas sinceras por errores del pasado y comparte frases que reflejan su lucha diaria y su esperanza.
Un rostro conocido de la calle que necesita ayuda
Gabriel Oyarzún es un nombre que muchos vecinos de Río Gallegos reconocen. Su presencia constante en distintos puntos de la ciudad, especialmente cerca del Hospital Regional, lo ha vuelto parte del paisaje urbano. Pero detrás de esa imagen hay una historia de lucha, fe y un fuerte pedido de ayuda.
Hace años que Gabriel vive en la calle. Sus noches transcurren en esquinas heladas, pasillos del hospital, construcciones abandonadas o donde lo encuentre el cansancio. No tiene un techo fijo, pero sí una clara necesidad: abrigo, alimentos, artículos de higiene personal y, sobre todo, comprensión.
Una voz que pide respeto y una mano tendida
"El 90% lo pone Dios, el 10% uno mismo", repite Gabriel, aferrándose a la fe que lo sostiene cada día. Su pedido no es sólo material, también es humano. Agradece a quienes alguna vez lo ayudaron con una frazada, un plato de comida o una charla. Y reconoce con honestidad: "Pido disculpas a todos aquellos a quienes alguna vez molesté en mis conductas agresivas, en momentos en los que no estaba bien".
En su andar por la ciudad, también transmite un mensaje para la comunidad: "Salud para el que trabaja y respeto para el que estudia", una frase que repite tratando de valorar a quienes se lo cruzan en la calle.
Una oportunidad para hacer la diferencia
La historia de Gabriel no es solo una muestra de las duras realidades que atraviesan muchas personas en Río Gallegos, también es un llamado a la empatía. En una ciudad donde el invierno pega fuerte, donde la indigencia crece, brindar una mano puede significar la diferencia entre una noche digna o una noche al borde del colapso.
Quienes deseen colaborar pueden acercarse a zonas cercanas al Hospital Regional o el kiosko 24 horas y donde frecuentemente se encuentra Gabriel, o contactarse con organizaciones sociales que brindan asistencia directa a personas en situación de calle.
El rostro de Gabriel es el de muchos que atraviesan lo mismo, pero su voz hoy se alza con humildad, esperanza y un pedido claro: no lo olvidemos.
(Fuente: El Diario Nuevo Día)