De Río Gallegos a Córdoba: Miguel Ruffine mantiene vivo su legado como maestro del fútbol infantil
El histórico formador de Río Gallegos, Miguel "Ruffo" Ruffine, continúa su labor con niños en Capilla del Monte, Córdoba, donde junto a su hijo Joaquín crearon un nuevo Campus, rememorando aquella escuela que formó a tantos pibes de Río Gallegos. Reconocido por su trayectoria en Santa Cruz, Ruffine mantiene intacta su vocación de enseñar valores a través del deporte.
Un maestro que sigue vigente
El nombre de Miguel Ruffine está grabado en la historia del fútbol santacruceño. Conocido como "Ruffo", fue entrenador de generaciones de futbolistas en Río Gallegos y se convirtió en un referente por su capacidad para formar no solo jugadores, sino también personas.
Hoy, a sus años de trayectoria, sigue transmitiendo su pasión en Capilla del Monte, Córdoba, donde junto a su hijo Joaquín armaron Campus que recuerda a aquel espacio que en Santa Cruz fue semillero de muchos niños que aún hoy siguen ligados al deporte.
El fútbol como arte y como vida
En las redes sociales del club cordobés, le dedicaron un emotivo mensaje acompañado de un video donde se lo ve hablando con pequeños futbolistas. Allí, Ruffine definió al fútbol como "un arte que sirve para rozarte, frustrarte, emocionarte, esforzarte, solidarizarte, empoderarte".
Comparó la práctica con el trabajo del escultor que moldea la piedra o la madera: "En su práctica se labra el cuerpo y se graba el alma de un jugador, día tras día, partido tras partido, con experiencias que te constituyen y te invitan a abrir tu propio potencial".
El club lo describió como "un gran artista del deporte, con todas sus ganas intactas y el deseo de que los chicos encuentren un camino sano en el deporte, en la amistad, en el club y en la familia".
Legado y valores
Ruffine llegó a Santa Cruz tras una carrera en clubes como Unión de Santa Fe y San Martín de Mendoza. En Río Gallegos dirigió a Petrolero Austral, AMSA, Boxing y El Cóndor, además de la Selección de Santa Cruz, donde buscó talentos en toda la provincia.
A lo largo de su camino, siempre destacó la importancia de la humildad, el respeto y el compañerismo. "Me gané el cariño de los chicos porque nunca les fallé. Siempre fui el primero en llegar y los escuché. Para mí, educar también era enseñarles respeto", dijo en una entrevista.
Hoy, desde Córdoba, mantiene el mismo espíritu: levantar la bandera del deporte como escuela de vida y sembrar en los más pequeños la pasión y los valores que lo acompañaron siempre.
(El Diario Nuevo Día - Con información de la nota de Luciano Padin para La Opinión Austral)
