Deporte extremo

Desde Río Gallegos al Himalaya: Karina Gorchs y su ascenso a 5.400 metros de altura

Karina Gorchs, reconocida nadadora de aguas abiertas oriunda de Río Gallegos, desafió sus propios límites al completar una travesía de 13 días hasta el campamento base del monte Everest. En una charla íntima con el programa Rock and Frío de Radio Nuevo Día, compartió las motivaciones personales detrás del viaje, los desafíos físicos y mentales que enfrentó, y cómo el recuerdo de su padre y su hermano marcaron cada paso de su camino en el Himalaya.

Redacción Nuevo Día
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Karina Gorchs es sinónimo de valentía. La atleta santacruceña, conocida por su participación en competencias internacionales de nado en aguas frías, sumó un nuevo capítulo a su historia personal y deportiva: una expedición al campamento base del Everest. 

Desde Katmandú hasta los 5.400 metros de altura, atravesó paisajes extremos, temperaturas bajo cero y una conexión emocional profunda con su historia familiar.

Desde Río Gallegos al Himalaya: Karina Gorchs y su ascenso a 5.400 metros de altura

Todo comenzó luego de una lesión que la alejó temporalmente del agua. Durante su recuperación, Karina sintió que era momento de salir de su zona de confort. "Después de 13 años de nadar, el agua ya era un lugar seguro. Sentí que mi papá y mi hermano me estaban empujando a algo más", contó al periodista Javier Seveso. 

Con esa convicción, contactó a un guía argentino y se sumó a una expedición junto a otros deportistas de Argentina, Chile y México.

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La preparación fue exigente: caminatas en condiciones adversas, entrenamiento físico intensivo y una mentalización especial para soportar la altura y el aislamiento. "El aire se pone más denso, cuesta hablar, cada paso es una decisión", relató. Gorchs también compartió detalles logísticos: el uso del "petate", los "porter" que acompañaban la travesía y los cuidados extremos para evitar enfermedades en un entorno donde hasta un resfrío puede ser motivo de evacuación aérea.

Cada jornada significó entre 8 y 10 horas de caminata. En el silencio de los senderos del Himalaya, acompañada por el sonido de los bastones, los yaks y los helicópteros que marcaban evacuaciones, Karina encontró un espacio para meditar. "El 75% del tiempo estuve en silencio. Pensaba en mi papá, en mi hermano, en lo que significaba llegar lo más alto posible para dejar sus cenizas en ese lugar que tanto soñaron".

El día más duro fue el séptimo: 10 horas de marcha hasta los 5.000 metros. "Sentía mucha fatiga. Me dolía la cabeza, estaba 2 de 10", recordó. Esa noche, tras una intensa lucha interna, tomó la decisión de automedicarse con un migral para poder continuar. "Me levanté a las 3 de la mañana, salimos con 8 grados bajo cero reales y 20 de sensación térmica. Caminamos hasta las 12:45. Fue el momento más extremo y también el más emocionante".

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La experiencia dejó huella. No solo por el logro físico y el desafío extremo, sino por el tributo íntimo que representó. "Llevé parte de las cenizas de mi papá y quería dejarlas lo más alto posible. Pensé en ellos en cada paso".

Gorchs, que recientemente había intentado por segunda vez recorrer los 100 kilómetros del río Santa Cruz nadando, demuestra que su pasión por lo extremo va más allá del agua. Y que su fuerza proviene tanto de su cuerpo como de su historia. (Diario Nuevo Día) 

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