Dos trasplantes y una segunda oportunidad: el testimonio de Mauricio Sutherland
Este viernes se conmemora el Día Nacional de la Donación de Órganos, Mauricio Sutherland, vecino de Río Gallegos, compartió en "Rock and Frío" su experiencia como paciente trasplantado de córnea y, más recientemente, de hígado. Desde Buenos Aires, donde aún transita su recuperación, habló sobre la espera, la operación y la nueva mirada que tiene sobre la vida.
Cada 30 de mayo se conmemora en Argentina el Día Nacional de la Donación de Órganos. En ese marco, la historia de Mauricio Sutherland resuena con fuerza. Vecino de Río Gallegos y actualmente radicado en Buenos Aires por cuestiones médicas, Mauricio fue trasplantado de córnea hace casi ocho años, y más recientemente, recibió un trasplante hepático que cambió su vida para siempre.
En diálogo con el programa "Rock and Frío" de Radio Nuevo Día, Mauricio relató cómo un tratamiento por várices esofágicas derivó, inesperadamente, en el diagnóstico que lo llevó a la lista de espera para recibir un nuevo hígado. "Fui para que me colocaran unas bandas en el esófago y terminé con la noticia de que necesitaba un trasplante. Fue un baldazo de agua fría", recordó. Siete meses después, recibió el llamado que marcaría un antes y un después.
El operativo fue rápido y angustiante: "A las dos y media de la mañana sonó el teléfono. Nos dijeron que había un posible donante. A las siete y media me internaron y a las nueve y media comenzó la cirugía. Desperté al día siguiente con una sed terrible y una nueva oportunidad de vida", relató. La operación fue exitosa, pero no estuvo exenta de complicaciones posteriores, entre ellas una cirugía extra para unir el conducto biliar al intestino, una internación por un accidente al rascarse y hasta un ACV sin secuelas.
Mauricio también fue claro sobre los desafíos cotidianos de un paciente trasplantado: "El hígado funciona perfecto, pero tengo una picazón constante que aún no logran identificar. Además, todo lo que consumo debe estar controlado para evitar infecciones. No puedo permitirme relajarme, porque cualquier bacteria puede llevarme de nuevo al hospital".
En su testimonio, subrayó el papel fundamental de su pareja y del equipo médico que lo acompaña. "Desde el cirujano hasta la señora de limpieza, todos fueron clave. Hay una humanidad tremenda en ese hospital", dijo. También agradeció a sus compañeros de trabajo en NG (ex PECOM) y al sindicato que lo acompañó durante este proceso.
Consultado sobre su mirada actual de la vida, afirmó: "Hoy no tengo apuro en volver. Quiero regresar a Gallegos cero kilómetros. Esta experiencia me cambió la cabeza". Sobre la concientización respecto a la donación de órganos, fue contundente: "Falta más información. Mucha gente cree que cualquiera puede ser donante, pero no es así. Solo quienes tienen muerte cerebral pueden serlo".
Mauricio también denunció la precariedad del acceso a medicamentos esenciales para pacientes como él: "Las drogas post-trasplante no se consiguen en farmacias comunes y son carísimas. Hay que luchar para que todos tengan acceso, no solo quienes tienen obra social".
Finalmente, dejó un mensaje esperanzador para quienes están en lista de espera: "Paciencia. No se desesperen. Y si están en Buenos Aires, aprovechen cada estudio, cada tratamiento. La salud allá (en Santa Cruz) no está para esto. Es preferible quedarse hasta estar bien".
Mauricio es una de esas voces que, en el Día Nacional de la Donación de Órganos, nos recuerda que donar salva vidas. Y también que, del otro lado de cada trasplante, hay una historia de lucha, fe y mucha esperanza. (Diario Nuevo Día)