El nuevo storytelling de Milei: entre el rock, la crisis y la búsqueda de mística
El bombardeo de información con el que vivimos es constante. Entramos en contacto con nuestros dispositivos móviles o con los medios de comunicación y podemos ver que estamos rodeados de mensajes que compiten por unos segundos de nuestra atención, y en ese mar de estímulos, solo las historias que logran conmover o sorprender nos quedan grabadas.
*Por Lic. Katia Ruiz
Del economista al rockstar presidencial
El storytelling, es el arte de contar historias que conectan emocionalmente con las personas y es hoy, el corazón de la comunicación política. No se trata solo de palabras, sino de construir sentido: de ofrecer una narrativa que permita al ciudadano ordenar el caos del presente y creer en un futuro posible lleno de oportunidades. En el caso de Milei, esa historia inicial fue poderosa: el economista irreverente que venía a "derribar la casta", enfrentarse al poder y liberar al país de la decadencia.
Sin embargo, como todo relato político, la mística se erosiona cuando las promesas se topan con la realidad y hay que comenzar a gobernar. La inflación que no cede, los salarios bajos, su veto a la Ley de emergencia en discapacidad, el veto a las leyes de aumento a jubilados, la moratoria previsional y las disputas internas del oficialismo golpearon el corazón emocional de su electorado. La épica libertaria parecía perder brillo. Y en ese punto crítico, Milei recurrió a lo que mejor sabe hacer: performar una historia, su historia. Esta vez, no con cifras ni discursos económicos, sino con guitarras, fuegos artificiales y nostalgia de estadio.
Un presidente que busca "recuperar la místic
El acto en el Movistar Arena que mezcló música, discurso político y la presentación de su libro La construcción del milagro (fue mucho más que un evento de campaña). Fue un intento de reconectar con la emocionalidad perdida. Según el informe de INGOB, el show generó más de 2,5 millones de interacciones, 287 mil menciones en X (Twitter) y 61 millones de impactos digitales. La conversación estalló: el 71% de las menciones fueron negativas, pero el objetivo principal (volver a ocupar el centro del relato público), se cumplió.
El propio Milei publicó más de 200 posteos sobre el evento, amplificando su figura entre el rockstar y el libertario mesiánico. Y aunque los críticos lo tildaron de "desconectado de la realidad", el gesto comunicacional tuvo un mensaje subyacente: no se rinde, no retrocede, y sigue dispuesto a pelear su lugar en la historia.
Entonces podemos detenernos a pensar: ¿Fue un error o una jugada maestra? ¿Un acto de vanidad o una estrategia de reencuadre? La respuesta, quizás, depende del lente desde la cual se observe.
El giro narrativo: del ajuste a la épica del yo
Durante su primer año de gobierno, la narrativa libertaria se construyó sobre la austeridad, el sacrificio y el enfrentamiento con el "enemigo interno". Pero los relatos de guerra cansan cuando el campo de batalla se vuelve cotidiano. Por eso, Milei decidió mutar su storytelling: del economista rígido al protagonista épico que resiste y se reinventa. En otras palabras, pasó del "ajuste" al "yo".
El concierto no fue solo una puesta en escena; fue la representación simbólica de su propia trama: un héroe solitario que, en medio del caos, sigue cantando su verdad ante una multitud que duda pero no lo abandona del todo. Un intento de volver a emocionar cuando los números ya no alcanzan.
Afuera del escenario, los propios votantes la están pasando mal: la economía aprieta, las cuentas no cierran y la incertidumbre se cuela en cada conversación de hogar. La duda se instala, silenciosa pero persistente, ante la falta de respuestas concretas. Y así, mientras la música intenta reavivar la emoción, crece el número de indecisos que ya no saben si creer, si esperar... o si empezar a mirar hacia otro lado.
Y aquí aparece una reflexión inevitable: ¿qué tan sostenible es un liderazgo que necesita de un concierto o show permanente para mantener su conexión emocional con los votantes? ¿Puede una épica basada en la identidad personal resistir cuando el bolsillo vacío le gana a la fe?
La batalla del relato y el desafío del 26 de octubre
En la era de la relatocracia, como la llama Christian Salmon, los líderes no solo gobiernan: cuentan historias que compiten por la hegemonía cultural. Milei lo entiende y lo explota. Pero el desafío que enfrenta, acercándose el 26 de octubre, no es solo económico ni electoral: es narrativo. Su relato fundacional, aquel del outsider que venía a romper con todo, empieza a convivir con la burocracia del poder y las contradicciones de la gestión.
Cuando la historia inicial se agota, aparece la necesidad de reinventarla. En eso está hoy el presidente: buscando un nuevo capítulo que devuelva sentido a su base, reanime a los desencantados y vuelva a encender la chispa libertaria que lo llevó a la presidencia.
Pero los relatos, como los conciertos, tienen un final. Y la pregunta que queda flotando, entre acordes de rock y promesas de milagro, es inevitable:
¿será esta nueva narrativa suficiente para que la gente vuelva a creer, o solo el último intento de un líder que intenta recuperar el eco de su propia mística?
Sobre Katia Ruiz
Nacida y criada en la ciudad de Río Gallegos. Cursó sus estudios en Buenos Aires. Licenciada en Relaciones Públicas (UAI). Cuenta con un Posgrado en Comunicación Política e Institucional (UCA), Especialización en Comunicación política del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Diplomada en Comunicación de Crisis (CAEP), Especialista en Imagen política (CKV). Técnica Superior en Ceremonial Empresario, Técnica en Organización de Eventos Empresariales y Espectáculos (CEO), Técnica Universitaria en Lenguaje Musical (UCA), Maestra de Ceremonias egresada del Instituto Argentino de Ceremonial Embajador Blanco Villalta, Diplomada en Logística Organizativa, imagen y ceremonial (CIDEC y Universidad San Pablo Tucumán). Diplomada del Instituto Sanmartiniano, actualmente se encuentra finalizando su tesis de la Licenciatura en Ceremonial y protocolo (Universidad Tucumán).