El riesgo de tsunami a kilómetros de Santa Cruz, alertado por un geólogo, y qué sucede en la costa atlántica
El doctor en geología Andrés Folguera, profesor de la UBA, advirtió sobre la falta de protocolos en Ushuaia durante una alerta de tsunami y destacó que la ciudad tiene la misma vulnerabilidad que las localidades costeras de Chile.
Luego del sismo de magnitud 5.3 registrado el lunes por la noche cerca de Puerto Natales y percibido con fuerza en el suroeste de Santa Cruz, surgen preguntas sobre los fenómenos naturales de esta magnitud. Para responder a esas dudas, el equipo de Radio Nuevo Día entrevistó al doctor en geología Andrés Folguera, profesor asociado de la Universidad de Buenos Aires y Premio Konex 2023 en Ciencias de la Tierra.
El especialista no solo explicó el origen de los recientes movimientos sísmicos en la región, sino que advirtió con claridad sobre los peligros de un tsunami en Tierra del Fuego y cuestionó la falta de respuesta oficial ante eventos de alto riesgo, como el ocurrido hace solo diez días al sur de Ushuaia.
"No es casualidad que hayan sentido el temblor fuerte en Santa Cruz. Fue un sismo moderado, pero muy superficial, de menos de 10 kilómetros de profundidad, y por eso se percibió con tanta intensidad en localidades como Río Turbio o 28 de Noviembre", explicó Folguera. Además, vinculó este movimiento con el sismo de magnitud 7.4 ocurrido el 4 de mayo, a unos 200 km al sur de Ushuaia: "Probablemente estén conectados. Un gran sismo puede inducir otros días después. En menos de diez días, hubo dos eventos importantes".
Frente a esto, Folguera explicó que en el corto plazo no hay motivos de alarma, ya que la actividad sísmica asociada a estos eventos tiende a disminuir con el paso de los días. Sin embargo, sostuvo que estos episodios deben servir como llamado de atención para mejorar los protocolos y la preparación frente a emergencias, en especial en la zona austral.
"Hace 10 días hubo una alerta de tsunami muy clara en Chile. Se activaron protocolos, se movilizaron fuerzas, se avisó con precisión a qué hora la ola llegaría a cada punto. En cambio, en Ushuaia la respuesta fue caótica: no hubo alarma, no se pidió a la población que se alejara de la costa, no se aplicó ningún protocolo", denunció.
Según explicó el geólogo, Ushuaia está expuesta al mismo nivel de riesgo que cualquier ciudad chilena costera, ya que se encuentra al sur de la cordillera de los Andes, en una zona de subducción de placas tectónicas. "Es el único lugar de Argentina donde la probabilidad de tsunami es alta. Y tuvimos suerte, porque si la ola hubiera llegado con más fuerza, estaríamos lamentando un desastre", advirtió.
Folguera también se refirió al riesgo en la costa atlántica, señalando que, aunque es bajo, no debe ser desestimado. "Se han registrado olas en Mar del Plata y hasta en el Río de la Plata, algunas con origen sísmico, otras atmosféricas. Además, las islas volcánicas del Atlántico Sur, como las Sandwich, podrían generar olas por desmoronamientos que eventualmente lleguen a nuestras costas".
En ese sentido, alertó que muchas ciudades atlánticas argentinas están asentadas sobre terrenos blandos, lo que puede amplificar los efectos de las ondas sísmicas, incluso cuando el evento original sea de magnitud moderada. "En zonas como Puerto San Julián, un sismo moderado puede causar más daño del esperado si el suelo no absorbe bien la energía".
Consultado sobre qué deberían hacer los gobiernos, Folguera remarcó que la implementación de protocolos básicos puede salvar vidas. "Evacuar la zona costera y ubicarse a ocho metros sobre el nivel del mar es suficiente. No hace falta una tecnología sofisticada, sino decisión política y comunicación clara".
Por otro lado, elogió la decisión preventiva en Santa Cruz, que suspendió clases y otras actividades para permitir la inspección de estructuras en Río Turbio y alrededores tras el sismo. "Fue correcto. En zonas donde la actividad sísmica no es frecuente, hay que revisar las condiciones edilicias ante cualquier evento. La gente no está acostumbrada a temblores, y eso aumenta el riesgo".
En el tramo final de la entrevista, el geólogo fue más allá y criticó la falta de políticas públicas a largo plazo. "En Argentina tenemos excelentes investigadores, universidades y medios de comunicación que difunden estos temas. Pero los gobiernos suelen pensar a uno o dos años. El problema es que el próximo sismo que cause una ola destructiva puede pasar en 10 o 15 años. Y nadie planifica para eso".
Incluso, relató un caso personal que refleja cómo los intereses inmobiliarios a veces frenan la prevención. En Villa Traful (Neuquén), donde estudió un deslizamiento que podría provocar un tsunami lacustre, recibió presiones por parte de sectores vinculados al desarrollo turístico. "Detectamos que el terreno se mueve centímetros por año, un comportamiento típico antes de un colapso. En cualquier país desarrollado eso bastaría para actuar. Acá, lo quisieron ocultar", afirmó.
Finalmente, Folguera cerró con un mensaje claro: "No se trata de generar miedo, sino de estar preparados. Los terremotos no se pueden evitar, pero las consecuencias sí se pueden minimizar con información, prevención y políticas públicas responsables"