Franco Gallardo, músico de Santa Cruz, pide por su derecho a la identidad: un reclamo de casi 23 años

Franco Gallardo, reconocido músico de folklore de Santa Cruz  tiene 37 años, pero su espera comenzó cuando apenas tenía 13. Desde entonces, viene batallando en la Justicia ya que, a pesar de contar con pruebas concluyentes, aún no se le reconoce algo tan esencial como su identidad.

Nacido y criado en El Calafate, Franco vivió en Río Gallegos y recurrió desde muy joven a la Justicia para que se lo reconociera como hijo de Roberto Paulo Diomeda, su padre biológico. En sus primeros intentos, se presentó solo ante la Defensoría de Pobres, Ausentes e Incapaces. Su pedido fue escuchado, pero nunca respondido. Según indica, el expediente quedó olvidado.

Tras el fallecimiento de su padre, cuando Franco tenía 15, el camino se volvió aún más empinado. Pasaron los años sin poder avanzar por falta de recursos económicos. Recién en 2012 logró retomar el reclamo con apoyo legal desde Río Gallegos. La causa quedó en manos del Juzgado Civil y recayó sobre los abuelos paternos. Más tarde según comenta Franco debería someterse a pruebas de ADN, de las cuales remite copias para esta nota a El Diario Nuevo Día. 

 Su abuelo lo reconoció, pero la abuela negó el vínculo y pidió una prueba genética con el tío. El resultado fue ambiguo: 89% de compatibilidad, insuficiente para confirmar la filiación legal. 

Fue entonces que la Justicia ordenó una medida excepcional: exhumar el cuerpo del padre para realizar un nuevo análisis de ADN. El estudio se concretó en abril de 2024 y confirmó lo que Franco sostenía: el resultado arrojó un 99,9% de compatibilidad. Sin embargo, siete meses después, no hubo avances ni resolución.

Cansado del silencio, Franco publicó un mensaje en sus redes sociales que rápidamente se viralizó: "El próximo lunes voy a ir a quedarme frente al juzgado, el tiempo que sea necesario hasta que me den la resolución. No puede ser que lleven 7 meses desde que salió mi segundo ADN y llevo 23 años esperando mi identidad. No saben realmente el estrés que genera la impotencia. Solo espero que me acompañen... por todos esos niños no reconocidos por sus padres que tienen que esperar que la justicia se mueva".

Además del dolor personal, Franco también denuncia la venta de bienes familiares mientras la causa seguía sin definirse, lo que interpreta como una maniobra frente a la falta de acción judicial. Hoy, su historia se vuelve un ejemplo paradigmático de una problemática más amplia: los casos de búsqueda de identidad que se dilatan durante años y vulneran derechos fundamentales.

"Quiero cerrar una etapa, no por capricho, sino porque tengo derecho a que la justicia diga quién soy. No es solo por mí, sino por todos los que esperan en silencio", expresa Franco, decidido a permanecer frente al juzgado el tiempo que haga falta.

(El Diario Nuevo Día)