Contenedores desbordados ante un servicio de recolección deficitario

Distintos barrios de la capital santacruceña ven en sus veredas, una vez más, las falencias de un sistema obsoleto, con pocas herramientas, vecinos que no contemplan lo antes mencionado y dejan su basura en los canastos pese a que el camión no pasa. Un cambio cultural que la ciudad se debe.

El servicio de recolección de residuos deja mucho que desear en una ciudad que creció ostensiblemente en los últimos años, cosa que no sucedió con la infraestructura municipal para poder hacerse cargo de todos los barrios nuevos, tampoco de los anteriormente existentes, en una problemática que aumenta y que va evidenciándose cada vez con más frecuencia, haciendo que la fauna urbana, es decir, perros y gatos, se sirvan frecuentemente de los residuos y dejen un reguero de basura alrededor de los contenedores que nadie se encarga de limpiar.



   



Tres son los factores rápidamente identificables a la hora de analizar la triste postal de los distintos barrios, en primer lugar la falencia en infraestructura que padece el municipio con pocos camiones recolectores dispuestos para realizar los recorridos, los cuales dependiendo el día y las circunstancias varían entre cuatro y cinco unidades dadas las frecuentes fallas mecánicas debido a su deterioro. A ello se le suma un sistema, un organigrama de funcionamiento que no alcanza a cubrir la demanda de una ciudad extensa como lo es Río Gallegos, el cual seguramente se vea condicionado por las pocas unidades que realizan la recolección y en tercer lugar la falta de consideración de vecinos y vecinas quienes a pesar de ver atestados de bolsas y desechos de todo tipo, siguen sacando sus bolsas a la vereda y de ahí en más el problema es del municipio y el resto de los vecinos.



 



De ésta manera, el servicio deficitario fue acentuando cada vez más sus falencias a la luz del desinterés de los vecinos por cuidar la higiene de su cuadra, al menos hasta tanto los "basureros" pasen y recojan lo depositado en los contenedores. Si tenemos en cuenta que en muchos casos existe un contenedor para recibir los desechos de más de 30 hogares, multiplicado por la cantidad de días, da una cantidad considerable de basura que al no ser recogida es aprovechada por los perros, genera focos infecciosos que atraen a roedores y se alimenta así un circulo tóxico que sigue sin poder ser interrumpido por buenas políticas que salgan desde el municipio.



 



Párrafo aparte merecen aquellos que atestan los contenedores de ramas, colchones, televisores, lavarropas y todo tipo de descartes hogareños que no deberían ir a parar a esos depósitos, pero la falta de educación y control por parte del municipio hace que cada uno haga, literalmente, lo que se le cante.





¿Seremos capaces de aceptar el desafío como ciudadanos de cambiar la manera en que tratamos nuestros residuos, desde la generación en el hogar, hasta el tratamiento y disposición final? pregunta que se contestará cuando nos comprometamos a empezar. 


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