Murió el conservacionista que descubrió el "Maca Tobiano"
Desde la Fundación Vida Silvestre Argentina y Aves Argentinas despiden a Mauricio Rumboll, un gran naturalista y conservacionista. "Con profundo dolor nos toca hoy decir adiós a uno de los más emblemáticos representantes del naturalismo argentino", manifestaron a través de las redes sociales.
Pocas figuras han tenido tanta influencia en la conservación de nuestra naturaleza como Mauricio y su persona encarna quizás la más acabada y completa caracterización del naturalista. Su estilo reservado y respetuoso, pero también obsesivo y tenaz, influyeron profundamente en varias generaciones.
Apasionado y filoso observador y “escuchador”, Mauricio interpretaba como pocos el entorno natural, lo que lo llevó a ejercer su vocación docente en todos los ámbitos en los que se desempeñó.
Fue Naturalista Viajero del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN), un verdadero émulo de G. Hudson, por sus orígenes y andanzas, y director del Centro de Instrucción de Guardaparques “Bernabé Méndez”. Parques Nacionales fue una de sus casas preferidas y los guardaparques sus “hijos pródigos”. Muchas promociones conservan la impronta de sus enseñanzas y mantienen viva la esencia del naturalista y servidor multipropósito de la causa de la naturaleza.
Más allá de sus cualidades como intérprete integral de la naturaleza, Mauricio fue un agudo ornitólogo y asombroso identificador de sonidos naturales. Transmitía con precisión, simpleza y pasión todo lo que ocurría a su alrededor, tanto en la selva como en las sierras o la estepa. Vivió en la Patagonia y también en el Parque Nacional Iguazú, donde en la década de 1980 impulsó la construcción de un observatorio de aves que lo tenía como asiduo ocupante. En las últimas décadas se radicó en Los Cocos, en la provincia de Córdoba, donde vivió junto a Diana su esposa y sus tres hijos, Patricia, Nico y Andrew. Otros “hijos adoptivos” fueron atraídos a la conservación por este impulsor de causas nobles.
En la Patagonia, en oportunidad de un relevamiento sobre cauquenes encomendado por el Museo, Mauricio descubre en el año 1974 a una de las especies más emblemáticas de la Argentina: el Macá Tobiano, que pronto se transformaría en una bandera de la conservación.
Era pastor anglicano y tenía un discurso profundo en lo humano y sentido en lo natural. Su oratoria, tono de voz, sencillez en las explicaciones y conocimientos tan vastos, lo convertían en un inmejorable comunicador en charlas, clases y salidas, incluso en videos. Si bien no publicaba mucho, los libros en los que participó son referencia habitual para los naturalistas, entre ellos: Los Parques Nacionales de la Argentina y otras de sus áreas protegidas, en coautoría con Francisco Erize, Marcelo Canevari, Pablo Canevari y Gustavo Costa; Birds of southern South America and Antartica junto a Martín De la Peña y Aves de Sudamérica, junto a Jorge Rodríguez Mata y Francisco Erize. También Las cuatro estaciones de la Patagonia y la práctica Guía de huellas, rastros y señales de los mamíferos de los Parques Nacionales.
Siendo bilingüe, eran habituales sus colaboraciones en traducción al inglés de libros de naturaleza. Fue parte del Consejo de Administración de Fundación Vida Silvestre Argentina e integrante del Consejo Científico de Aves Argentinas, entidad a la que se asoció en 1964.
La interminable lista de anécdotas de Mauricio en los más remotos rincones de nuestro país, podrían engrosar las hojas de numerosos libros y sin dudas fueron relatadas en innumerables fogones en decenas de campamentos naturalistas. Un grande con todas las letras, un ser inmenso por su humildad, generosidad y humanidad. Su luz y su huella han sido tan fuertes que sin duda seguirá alumbrando destinos conservacionistas en las generaciones actuales y venideras.