Analía Costantini: su pasión por la pediatría, su labor y predisposición durante la pandemia
En el segundo capítulo del ciclo de charlas "Conociéndonos: mujeres de la Patagonia", la médica que publicó su teléfono en redes sociales para responder consultas y atender pacientes gratuitamente, nos cuenta sus inicios como profesional, su lucha, remarcó la importancia de los chequeos médicos, habló de sus objetivos y su vida en la actualidad.
“Uno debe enfriarse un poco para poder transmitir calma a la familia y al niño. Pero la sensibilidad nunca se pierde y el día que deje de conmoverme dejaré mi profesión”, aclaró la doctora Analía Costantini, actual jefa de la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica del Hospital Regional Río Gallegos, con el tono de voz cálido que la caracteriza y que resulta familiar para aquellos vecinos que recurrieron a ella durante la pandemia.
Analía nació en la ciudad de San Juan y se recibió en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba en el año 1992.
Hizo la residencia en el Hospital de Niños de San Juan y luego se fue a Capital Federal para estudiar cardiología pediátrica, donde también aprendió lo que más adelante sería su especialidad. “Gracias al apoyo de mis padres pude terminar la carrera y hacer la residencia”, resaltó.
Fue un profesor del área de diagnóstico por imágenes pediátrico, quien logró despertar su interés en esa rama de la medicina.
La doctora también lucha por el derecho de los trabajadores
“Los sábados -yo y dos estudiantes más- íbamos de curiosos a ver su trabajo en la guardia. Fue tal la pasión que él nos transmitió que los tres terminamos especializándonos en pediatría”, relató con una sonrisa en su rostro, que delata el entusiasmo al hablar de su profesión.
Por ese motivo, a principios del 1999 regresó a su ciudad natal para ingresar como médica de planta al Hospital de Niños de San Juan. “Cobraba $500 pesos, de los cuales la mitad eran ticket canasta para canjear en el supermercado, tenía una carga horaria de 24 horas semanales y vuelos sanitarios. Fue una etapa muy sacrificada. Salía de mi casa con cuatro ambos porque sabía que regresaba en cuatro días”, contó.
Por esas casualidades, una colega le comentó que en Santa Cruz existía el régimen full time (dedicación de tiempo completo).
Hoy batalla contra un cáncer desde su casa
Analía no lo dudó: era la oportunidad de conseguir un trabajo estable acorde a su título, sin tantos malabares entre el trabajo y el hogar. Y así fue que a mediados de 1999 arribó a Río Gallegos para brindar sus servicios en el área de Neonatología y Soporte Pediátrico del H.R.R.G., con el Dr. Héctor (más conocido como “Lacho”) Tejada como jefe. “Con Héctor, hasta el día de hoy, somos grandes amigos”, remarcó.
A fines de ese mismo año, su hija mayor Alejandra –psicóloga- y su esposo Luis -de profesión abogado- pudieron radicarse en Río Gallegos, donde nacieron sus otros tres hijos.
“Nos costó adaptarnos sólo por el clima. No obstante, hicimos muchas amistades que perduran hasta el día de hoy. Encontramos gente maravillosa que nos acobijó en los momentos más difíciles”, expresó en relación a la pérdida de su hijo menor, Benicio, tras una cruel enfermedad.
Finalmente y ya como jefa del servicio de Pediatría logró, junto al equipo de pediatras y con el apoyo de la Dirección Médica del H.R.R.G., la creación de la Unidad de Terapia Intensiva Pediátrica, un anhelo pendiente más que necesario. “Hasta ese entonces no había un lugar para la atención del niño en estado crítico en Santa Cruz”, explicó.
La pandemia, su lucha y su mensaje de concientización
Durante la pandemia, Analía -como muchos otros médicos- se puso a disposición de la comunidad y publicó su número de celular en redes sociales, para responder consultas y atender gratuitamente a pacientes COVID positivo, en medio del colapso del sistema de salud. “No me arrepiento y lo volvería a hacer”, recalcó.
En ese tiempo y en medio del aislamiento obligatorio- pospuso sus chequeos médicos, como muchas otras personas, para evitar la exposición al virus.
En ese lapso se desencadenó una enfermedad, que hoy está batallando desde su casa, acompañada por sus seres queridos, mientras lleva adelante su tratamiento ambulatorio en el CEMNPA.
Pero su espíritu inquieto y sus ganas de vivir la hicieron querer aprender un nuevo hobbie que hoy considera “su cable a tierra”: la confección de muñecos de tela, hasta tanto pueda reincorporarse a su lugar de trabajo.
“Quiero terminar el tratamiento, retomar mi trabajo, que mis hijos cumplan sus objetivos personales, poder incorporar tratamientos paliativos para pacientes pediátricos, reglamentar la internación domiciliaria pediátrica y poder seguir haciendo lo que me gusta”, expresó, dando un mensaje de esperanza y concientización acerca de la importancia de hacerse los chequeos médicos para la detección temprana de enfermedades.
*Por Nazarena Mosquera