Daniel Sumabil: su amor por los caballos y los beneficios de la equinoterapia como terapia complementaria
Hoy, en el segundo capítulo de “Hacia adelante: historias que motivan e inspiran”, El Diario Nuevo Día te cuenta la historia de Daniel: su pasión por los caballos, los inicios de este proyecto familiar, los beneficios de la equinoterapia, las dificultades que afronta, la satisfacción de ayudar a otros a sanar y sus expectativas a futuro.
“Es muy gratificante para mí poder ver las sonrisas de los nenes, o bien el hecho de poder ayudar a personas con distintas patologías a vencer sus miedos, vinculándose sensorialmente con los caballos, mejorando su postura y/o equilibrio, como complemento a un tratamiento médico”, expresó visiblemente emocionado Daniel Omar Sumabil (40), propietario de “La Cambicha”, una chacra situada a 14 kilómetros de la capital santacruceña –camino a Güer Aike- donde hace 12 años enseña equitación y equinoterapia.
Daniel Omar Sumabil en diálogo con la periodista Nazarena Mosquera.
Criado entre caballos y bajo la influencia de sus abuelos y su papá, Daniel se familiarizó desde pequeño con estos animales de campo. Así fue que en el año 2011 con el apoyo de su padre, decidió crear este espacio, viajó para capacitarse en Bariloche, en la Fundación Cordobesa de Equinoterapia y también de manera on-line en lo que respecta a este novedoso tratamiento (al menos por estos pagos). “Afortunadamente cuento con el apoyo de mi señora Virginia y de mi hija Simona, que siempre me acompañan y apoyan en este emprendimiento familiar”, destacó orgulloso.
Vale aclarar que la equinoterapia es un tratamiento alternativo y complementario a la medicina tradicional que tiene –entre otros beneficios- el desarrollo del tono muscular, el incremento de la fuerza, la resistencia, el equilibrio, la coordinación, corregir la postura y aumentando la destreza motora, además de estimular la parte cognitiva, sensorial y emotiva incrementando la autoestima, la confianza, disminuyendo la ansiedad, mejorando la concentración, la memoria y, por ende, la calidad de vida de quienes la practican.
Su labor con la equinoterapia y las dificultades que afronta
“Trabajé -incluso en plena pandemia con todos los recaudos sanitarios- con niños de colonias de vacaciones, adultos mayores del Hogar Zumalacarregui y particulares con distintas patologías que requieren un trato personalizado, adaptándome a las necesidades de cada persona. Lo primordial es trabajar el vínculo con el animal, perder el miedo, y luego se sigue con las posturas, el equilibrio, los movimientos, etcétera. Es útil como complemento ya que sirve tanto para mejorar la parte física o motriz como la parte psicoemocional”, explicó Daniel.
Si bien al principio lo hizo ad – honorem, con el tiempo se vio obligado a ponerle un mínimo precio a su labor debido a los altos costos del forraje, pasto y avena, como los gastos en concepto de atención veterinaria. “Lamentablemente no alcanzo a amortizar los gastos. En momentos difíciles organizamos una tómbola con números con precios accesibles, pero no es algo que pueda sostenerse en el tiempo. Ojalá podamos revertir de alguna manera esta situación y evitar el cierre de este proyecto”, advirtió con un gesto de preocupación.
“El factor climático es otro problema que nos excede, como a toda actividad al aire libre, y nos vemos suspeditados al mismo debido a que los días de mucho viento o heladas se torna imposible montar a caballo o realizar ejercicios. Más aún en esta región donde el clima varía mucho y a veces pasamos por varias estaciones en un solo día. En ocasiones he tenido que suspender turnos debido al mal tiempo, lo cual perjudica a ambas partes. Por ende es algo que venimos sosteniendo a todo pulmón, con mucho sacrificio y esfuerzo”, remarcó.
La experiencia gratificante de poder ayudar y sus expectativas a futuro
Por último, Daniel mencionó dos casos puntuales que lo marcaron positivamente y que aún recuerda con nostalgia y los ojos vidriosos: el de una niña con serios problemas de estrés en pandemia que logró recuperarse gracias a la terapia psicológica y la equinoterapia en paralelo, y el de un anciano con problemas motrices que logró vencer sus miedos y montó un caballo tras llevar muchos años sin hacerlo.
“Espero poder continuar con esta actividad que me llena el corazón y seguir ayudando a aquellas personas que más lo necesitan. Ojalá todos tengan la oportunidad de abrir sus mentes, de experimentar los beneficios de terapia con caballos que hoy en día es una actividad reconocida, aprobada y reglamentada por la Cámara de Diputados de la provincia de Santa Cruz”, finalizó.
Por Nazarena Mosquera