Los trabajadores de la Sanidad de Santa cruz en su día: "¿Y a nosotros quién nos cuida?"
En el Día de la Sanidad, la trabajadora social Mariela Gamboa, integrante del Hospital Regional Río Gallegos, reflexionó sobre el desgaste de los trabajadores de la salud frente a un "sistema colapsado, sin recursos suficientes y con ausencia de escucha de las autoridades". Desde una perspectiva de salud mental, advierte que "la falta de respuestas se convierte en violencia institucional".
En el marco del Día de la Sanidad, la trabajadora social Mariela Gamboa, integrante del Departamento de Bienestar Psicosocial del Hospital Regional Río Gallegos, compartió una reflexión profunda sobre el conflicto que atraviesa el sistema de salud en Santa Cruz, que incluyó en la última semana un duro cruce con las autoridades del Ministerio.
Con la pregunta "¿Y a nosotrxs quién nos cuida?" como eje, analiza desde la perspectiva de la salud mental la situación de los y las trabajadoras del sector, quienes enfrentan sobrecarga laboral, falta de recursos y una ausencia de escucha por parte de las autoridades.
¿Y a nosotrxs quién nos cuida?
Por Mariela Gamboa - Lic. en Trabajo Social - HRRG (Depto de Bienestar Psicosocial) - MP nº275
No puedo dejar de intentar construir un análisis de lo sucedido en estas últimas semanas con lxs trabajadorxs de la salud en clave de salud mental.
Lo hago de este modo porque hice mi residencia en salud mental en CABA, porque trabajo en esa área desde junio de 2020, y porque entiendo a los sujetos de manera integral, siendo la salud mental parte de la salud de las personas.
El sistema de salud en Santa Cruz, y en particular en Río Gallegos, estalla por todos lados, y esto no es nuevo. Hay una falta de inversión real en políticas públicas integrales de salud desde hace muchos años. Han pasado diferentes gestiones provinciales y las medidas que ha tomado cada una de ellas han sido paliativas, sin una escucha profunda y crítica de lxs que trabajamos día a día en los diferentes sectores, con las distintas responsabilidades, disciplinas, niveles, etc.
La fragmentación de este sistema de salud lo aleja de paradigmas inclusivos, protectores e integrales que debiera garantizar, y se convierte en padecimiento para la comunidad y para lxs trabajadorxs.
Pocos espacios laborales son tan críticos como el área de salud: es resistir a la falta de recursos, al pluriempleo, a la sobrecarga laboral, al estrés por las diversas situaciones con las que se interviene. El sistema de salud es un paciente crónico que requiere una multiplicidad de análisis e intervenciones.
Nada de eso está sucediendo, ni siquiera hay respuestas paliativas o provisorias. No las hay.
Ya se cambiaron tres ministros/as de salud desde lo que va del gobierno de Vidal. El reemplazo recurrente de esta categoría de funcionarix ocurrió también en gestiones provinciales previas. Lxs trabajadorxs de salud naturalizamos el cambio de autoridades porque cambian permanentemente: ministros/as, directores, asociadxs, subsecretarixs, etc. Siempre es un volver a empezar, volver a explicar, a intentar sensibilizar, a "dar tiempo" a que conozcan los sectores.
El común denominador de todxs los que asumen el Ministerio y diferentes cargos intermedios es la falta de comprensión de que lo primero que deben hacer al asumir el cargo es escuchar.
Escuchar a lxs que estamos en el sistema de salud, conocemos lo que funciona bien y todo lo que falta. Sabemos de las necesidades, de las debilidades del sistema, de las condiciones saludables que se requieren para garantizar buenas prácticas en salud.
No solo no hay escucha, sino que tampoco hay voluntad de generar espacios de intercambio. Pero siguiendo con el análisis en términos de salud mental, esa voluntad puede estar afectada por una falta de conciencia de enfermedad. Es decir, que no hay una real dimensión de las autoridades de que este sistema de salud está lastimado y vulnerado en distintas expresiones.
Sale pus por todos lados y, en las últimas semanas, resurgen lágrimas como en otras cientos de oportunidades, y se inunda todo de angustia.
Sobre todo cuando ante el reclamo aparece el disciplinamiento, la amenaza y el castigo, tal como cualquier modelo patriarcal, que usa su poder en intentar callar a lxs que están bajo su órbita. Eso se llama violencia institucional.
Y hay que decirlo y analizarlo, porque si no nos enfermamos y estamos reforzando el silenciamiento de nuestras voces.
La violencia institucional incluye la suspensión permanente de las supuestas instancias de diálogo, la ausencia de escucha del real reclamo y también la distorsión de los hechos sucedidos, cuando la autoridad termina victimizándose ante la genuina manifestación de lxs trabajadorxs.
Es que cuando el sistema patriarcal se ve amenazado, porque ya no toleramos la agresión y nos resistimos a ella, termina haciendo un abuso de su autoridad, intentando culpabilizar a las víctimas.
La situación de la salud pública en la provincia de Santa Cruz es crítica hace muchos años. Ni la pandemia ni sus secuelas lograron valorizar salarial y estructuralmente al sistema sanitario.
Lxs héroes y heroínas, lxs esenciales, hoy somos tratadxs por el gobierno provincial como violentxs, desestabilizadores, etc.
Esta película ya la vimos, y era esperable que suceda. Porque ya lo dice el psicoanálisis: lo que no se problematiza, no se elabora, se repite.
Ya lo vivimos con el kirchnerismo que perseguía a lxs trabajadorxs luchadorxs y a quienes reclamaban por sus derechos.
Ya vivimos también los abrazos al hospital, las carpas, la permanencia en el establecimiento, en el ministerio, las huelgas de hambre, la lucha de lxs enfermerxs y la violencia en sus diferentes formas que nos cala los huesos.
Y también ya vivimos, quienes tenemos muchos años de servicio, la situación de mirarnos y decir: "otra vez acá".
Sí, otra vez. Porque no hay consultorios para atender, no hay medicación, no hay elementos de higiene, no hay lugar para internar, no hay especialidades, no hay cuerpo que aguante trabajar horas extras y guardias eternas porque el salario sin estas estrategias no alcanza.
Otra vez, porque no damos más. De verdad. No de ahora: desde hace muchos años no damos más. Lo venimos diciendo, denunciando, expresando.
Y del otro lado, nada. Un comunicado oficial que deposita la responsabilidad en lxs trabajadorxs que estamos diciendo desde hace mucho tiempo lo que funciona mal.
Esto se llama chivo expiatorio en términos pichonianos. Entonces, seremos los chivos expiatorios. Nos sacarán las horas extras, las guardias, y tendremos que buscar de dónde sacar para cubrir nuestras responsabilidades económicas.
Pero, ante este sistema de salud que está enfermo, somos nosotrxs lxs que no nos callamos y le estamos poniendo el poco cuerpo que nos queda, algo de salud mental que nos queda, para no naturalizar esta situación, no aceptarla y no dejar de cuestionarla.
El miedo que intentan instalar los sistemas violentos lo perdimos hace rato. No tenemos miedo, estamos juntxs.
Laburamos todos los días en escenarios de padecimientos, somos de salud y sabemos fortalecernos en las crisis, sabemos cuidarnos entre nosotrxs ante el destrato sistemático e histórico de las autoridades.
Amamos nuestro trabajo, elegimos siempre estar ahí, poniendo nuestros saberes y habilidades en esta tarea de llevar algo de alivio al otrx que sufre.
Pero esta vez, y hace rato, lxs que sufrimos somos nosotrxs, lxs laburantes. ¿Y a nosotrxs quién nos cuida?
Sabemos y sentimos que no estamos solxs, que tenemos las espaldas protegidas por la comunidad, y eso tiene para nosotrxs mucho valor.
Ojalá las autoridades puedan revisar algunas prácticas, los discursos tan desafortunados ("pantuflas y bata", ¿les suena?), puedan reflexionar y hacer algo.
Pero mientras sigan depositando afuera la responsabilidad y la autocrítica siga pasando de largo, se seguirán repitiendo los síntomas.
Nosotrxs seguiremos trabajando, cuidando, atendiendo, sosteniendo mucho con tan tan poco.
La salud pública es un derecho. Nosotrxs lo defendemos teniendo la dignidad de luchar por nuestro salario, la defendemos informando a la comunidad lo que falta, la defendemos en nuestros lugares de trabajo entendiendo que todxs somos importantes y esenciales.
Porque no caemos en el hospital público, sino que llegamos al hospital y ahí nos alojan con lo que hay. Y hay mucha más humanidad que recursos.
Nosotrxs lo sabemos y lo sentimos, y aunque nos quieran hacer sentir descartables, nos secaremos las lágrimas, elaboraremos las angustias, las broncas y seguiremos.
Porque en la fragmentación de estos tiempos, hoy, este 21 de septiembre, Día de la Sanidad, nosotrxs nos abrazamos y sostenemos.
A cada unx de lxs laburantes de la salud pública van estas desordenadas palabras, y que sea un día de lucha por la salud pública de calidad para todxs.