Más de 400 funciones y seis países: la vida titiritera de Pablo Mouesca, productor de Rock and Frío
En diálogo con Rock and Frío (Radio Nuevo Día), el columnista y productor Pablo Mouesca habló desde Montreal sobre su vida como titiritero junto a su compañera de vida, Mimi. Con más de 30 años de trayectoria, más de 400 funciones y recorridos por seis países, la pareja lleva cultura y sonrisas a niños y adultos en comunidades vulnerables.
Pablo Mouesca es una pieza clave en Rock and Frío: productor, columnista y voz detrás de la información que llega cada tarde. Pero su vida no se limita al periodismo.
Desde hace más de tres décadas, junto a su compañera Mimi, recorre el mundo como titiritero.
"Hace 30 años que lo hacemos. Hemos llevado títeres a jardines, escuelas y comunidades. Muchos niños nunca habían visto un espectáculo así, y escuchar sus risas detrás del retablo es impagable", contó desde Montreal.
Oaxaca: cultura y solidaridad
Una de las experiencias más recientes tuvo lugar en Oaxaca, al sur de México. Allí, Pablo y Mimi colaboraron con misioneros que trabajan con comunidades aborígenes en situación de pobreza.
"Nos atendieron como si nos conocieran de toda la vida. Compartimos historias hermosas y hubo niños que vieron títeres por primera vez. Eso nos emocionó mucho", recordó.
El titiritero describió el poder transformador del arte: "El niño sabe que somos nosotros, pero cuando empieza la obra, se divierte como si todo fuera real. Eso nos enseña a mirar con un corazón de niños, algo que los adultos solemos perder".
Más de 400 funciones y un futuro en Canadá
La trayectoria de Mouesca y Mimi supera las 400 funciones en seis países. Han recorrido Argentina, Chile, México, Egipto y actualmente residen en Canadá, donde se preparan para actuar en Montreal y Toronto.
El trabajo, explicó, requiere disciplina y preparación: "Ensayamos voces, posturas y maniobras. Hay títeres que tengo que sostener hasta 25 minutos. Es un esfuerzo físico, pero la recompensa es enorme".
Además de la pasión artística, el proyecto familiar se combina con su rol como abuelo y con la vida en comunidad. "Nuestros nietos son nuestro jurado más exigente. Probamos las obras con ellos, y si los adolescentes terminan riéndose, sabemos que funciona", señaló.
Una vida entre anécdotas y aprendizajes
Entre anécdotas, Pablo recordó una función en Piedra Buena en la que un padre relataba cada escena a su hijo no vidente: "Al principio pensé que me estaba distrayendo, pero después entendí que era la forma de incluirlo. El niño tocó los personajes y fue un momento mágico".
Hoy, desde Canadá, siguen llevando su "valija de viajes" cargada de títeres y sueños. "Nadie se salva solo. El arte es una herramienta para reconectar con nuestro niño interior. Por eso seguimos, porque cada sonrisa es un combustible que nos impulsa a continuar". (Diario Nuevo Día)