Historias de ruta

¿Qué impulsa al Señor Molina a seguir viajando? La historia detrás de un Citroën y un sueño

Sergio Ulloa tiene nombre propio, pero pocos lo llaman así. Para todo Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, él es el Señor Molina, el viajero del Citroën del '61 que recorre Sudamérica "a la velocidad del paisaje". Desde su pueblo natal, a 200 kilómetros al sur de Santiago, conversó con Rock and Frío por Radio Nuevo Día 100.9 y dejó una de las entrevistas más humanas y emotivas del ciclo.

Redacción Nuevo Día
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eldiarionuevodia@hotmail.com

Sergio Ulloa tiene nombre propio, pero pocos lo llaman así. Para todo Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil, él es el Señor Molina, el viajero del Citroën del '61 que recorre Sudamérica "a la velocidad del paisaje". Desde su pueblo natal, a 200 kilómetros al sur de Santiago, conversó con Rock and Frío por Radio Nuevo Día 100.9 y dejó una de las entrevistas más humanas y emotivas del ciclo.

"Yo no sumo kilómetros, yo sumo amigos", dijo apenas comenzó la charla, como si esa frase alcanzara para resumir una filosofía entera. Y quizá sí: detrás de su Citroën negro -que a veces se pone rojo "de tanto calentarse"- hay una vida de encuentros, agradecimientos y segundas oportunidades.

El auto que no corre, pero abraza: una ruta llena de afectos

El Citroën de Molina no es un auto cualquiera. Modelo AZAM 1961, con puertas suicidas y un baúl único que llama la atención en cada ruta donde aparece. Muchos creen que lo modificó, pero él aclara: "Así venían, eran muy especiales, por eso todos me preguntan". Su vehículo ya tiene nombre: la Citroën bala, aunque no por su velocidad, sino por lo que provoca.

El Señor Molina viaja despacio. No más de 60 km/h. No mira el reloj, mira el paisaje. Y así, inevitablemente, la vida lo encuentra.

Una vez, en Falucho (La Pampa), entró a un kiosco que justo cerraba. Cuando se lamentó, un hombre en bicicleta le dijo que había otro local abierto. Fue, compró algo, lo invitaron a tomar mate... y terminó comiendo cordero a la noche en un club de pueblo.

¿Qué impulsa al Señor Molina a seguir viajando? La historia detrás de un Citroën y un sueño

"Son historias que me emocionan todas. Donde voy, la gente me abre la puerta de su casa. Uno se siente querido", contó.

Durmió en casas de policías, bomberos lo homenajearon en General Granada, un vecino mendocino le regaló tres días completos de estadía en su finca, y un restaurador de La Pampa le obsequió un paragolpe que aún usa. Todo sin pedir nada. Solo por el Citroën, por su sonrisa y por su forma de andar el mundo.

Un sueño truncado, una herida abierta y un renacer aprendido

La entrevista tomó un giro emocional cuando habló de su gran referente: José "Pepe" Mujica. Su admiración es profunda.

"Es mi profesor de vida. Cambió mi forma de ver el mundo", confesó.

Contó que estuvo a punto de viajar a Uruguay para pintarle el mítico Volkswagen del expresidente -él es chapista- pero una complicación de salud del exmandatario frustró el encuentro.

Después, sin buscarlo, Molina abrió una de sus historias más íntimas: la de su hija.

"Yo me equivoqué en la vida. Dejé sola a mi hija cuando era chica. De grande la busqué para pedir perdón... y no quiso. Ahí cambié el chip. Dije: de aquí en adelante voy a hacer las cosas bien", relató, con la voz entrecortada.

Ese aprendizaje, confiesa, también se lo debe al pensamiento de Mujica: "Uno aprende de lo malo. La vida te enseña si querés escucharla".

Para Molina, viajar es sanar. Y cada encuentro en la ruta se vuelve un recordatorio: la bondad existe, incluso cuando uno cree que ya no la merece.

Producción: @pabloeduardomouesca- (Diario Nuevo Día)

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