¿Te animarías a dejarlo todo por la ruta? La historia real de una familia que lo hizo
Desde Pinamar, Anto -junto a su pareja Agus y sus hijos- habló con Javier Seveso en Rock and Frío (Radio Nuevo Día) sobre su experiencia como Familia Viajera x4, un proyecto que nació en pandemia y se transformó en un estilo de vida. En una charla sincera y conmovedora, Anto reflexionó sobre la educación libre, la crianza consciente y la importancia de animarse a cumplir los sueños.
Desde Pinamar, Anto -junto a su pareja Agus y sus hijos- habló con Javier Seveso en Rock and Frío (Radio Nuevo Día) sobre su experiencia como Familia Viajera x4, un proyecto que nació en pandemia y se transformó en un estilo de vida. En una charla sincera y conmovedora, Anto reflexionó sobre la educación libre, la crianza consciente y la importancia de animarse a cumplir los sueños.
Una decisión tomada con el corazón
"Hay decisiones que se toman en frío, pero se viven con el corazón", comenzó diciendo Anto, recordando el momento en que junto a su marido Agus decidieron cambiar la rutina por la ruta. Con sus hijos Lola, Teo e Inti, comenzaron una vida nómade a bordo de una Renault Kangoo adaptada como motorhome.
"Queríamos estar más con los chicos, verlos crecer, acompañarlos en su aprendizaje. No queríamos repetir la historia de nuestros padres, que trabajaban todo el día y llegaban a casa cuando nosotros ya dormíamos", explicó con emoción.
La familia emprendió su primera gran aventura recorriendo Uruguay, el sur de Brasil y distintas provincias argentinas, vendiendo artesanías y compartiendo experiencias en su blog y redes sociales @familiaviajerax4.
Educar en el camino
La decisión de viajar trajo consigo otra igual de profunda: educar a los hijos en casa, conectados con la naturaleza.
"Los chicos aprenden haciendo. En el supermercado, sumando lo que gastamos; en la playa, entendiendo las mareas; en la ruta, leyendo carteles. La práctica enseña más que cualquier libro", contó Anto.
Para formalizar la educación, recurrieron a una "escuela sombrilla", una institución internacional que respalda el aprendizaje libre y autodidacta. "No hay notas ni presiones, solo desarrollo personal. Se trata de respetar los tiempos y las curiosidades de cada chico", explicó.
Anto también se formó en educación en la naturaleza, combinando pedagogía y neurociencia para acompañar el crecimiento de sus hijos. "Cuando entendés cómo aprende un niño, todo se vuelve más humano y real. No necesitás un aula, necesitás tiempo y presencia."
El valor de lo simple
Durante la charla, Anto se mostró particularmente emocionada al recordar a Luna, su mascota, que "ya no está físicamente, pero nos acompaña en cada kilómetro". Esa pérdida, contó, fue un punto de inflexión: "Viajar nos unió más que nunca. Aprendimos a valorar el presente, a no postergar la vida".
Entre anécdotas divertidas, relató una vivencia en Valledén (Uruguay), donde conocieron a una comunidad hippie. "Uno de ellos nos ofrecía pochoclos y dulces que encontraba en la calle, y nos decía ‘la calle provee'. Después, mi hija repitió la frase en Brasil al ver unas galletitas en un tacho. Desde entonces, cada vez que encontramos algo bueno decimos eso: la calle provee", contó entre risas.
Una familia que inspira
Hoy, instalados temporalmente en Pinamar, la familia se encuentra en pausa mientras los chicos experimentan la escolaridad formal. "Estamos estacionados, pero el sueño sigue. Ese bichito de viajar no se va. En algún momento volveremos a salir", aseguró.
Antes de despedirse, Anto dejó un mensaje esperanzador para quienes sueñan con una vida diferente:
"Pongan fecha. Ese es el primer paso. Todo se puede cumplir si se desea de verdad. No hay nada imposible: solo hay que animarse. Los sueños no se postergan, se viven."
Producción:@pabloeduardomouesca-(Diario Nuevo Día)

