Un motorhome, un Fiat 600 bajo la cama, y tres hijos: la increíble vida viajera de Stephanie y Gustavo
Stephanie y Gustavo, creadores del proyecto "El mundo, mi jardín", recorren Sudamérica junto a sus tres hijos a bordo de un colectivo Mercedes-Benz 1114 totalmente transformado en motorhome. Inspirados por un sueño familiar y una profunda historia de resiliencia, llevan su casa sobre ruedas y hasta guardan un Fiat 600 debajo de la cama. Desde Villa Soldati hasta Brasil, su viaje conjuga reciclaje, espiritualidad y comunidad. En agosto organizan su primer encuentro rodantero en Punta Lara.
La historia de Stephanie y Gustavo parece sacada de una película, pero es real y sobre ruedas. Son los creadores de "El mundo, mi jardín", un proyecto de vida nómade que combina mecánica, reciclaje, energía holística y artesanías. Junto a sus tres hijos, recorren el continente a bordo de un colectivo Mercedes-Benz 1114 bautizado "Dani", en honor al padre de Gustavo, cuya memoria inspiró este camino.
Todo comenzó con un recuerdo de infancia. "Este era el sueño de mi viejo", cuenta Gustavo, que revivió esa imagen años después, en plena pandemia, tras perder a su padre. La transformación del colectivo fue un proceso artesanal y familiar. Con recursos escasos, buscaron maderas, bisagras, alfombras y hasta cueros en bolquetes y ferias de la zona de Villa Soldati. Lo que para otros era descarte, para ellos fue oportunidad.
Pero el proyecto no terminó ahí: Gustavo diseñó un sistema para guardar un Fiat 600 bajo la cama matrimonial del motorhome. "Lo guardamos abajo de la cama", cuentan entre risas. El cochecito es clave para acceder a zonas donde el colectivo no puede circular, como parques nacionales o playas turísticas. Con un malacate y una plataforma especial, sacan el auto con solo presionar un botón. "En Brasil nos decían que era el auto de Mr. Bean", recuerda Stefi.
Su vida es una mezcla de aprendizaje y adaptación constante. Viajan junto a sus hijos Ariadna (14), Joaquín (8) y Eva (6), quienes también colaboran con el proyecto: crean artesanías, venden en ferias y asisten a clases a través de una academia estadounidense gratuita. La educación fue uno de los desafíos más importantes. "Primero resolví eso, después dije: vamos con todo", relata Stephanie.
No solo visitaron gran parte de Uruguay, Paraguay y Brasil, sino que también reconstruyeron recuerdos familiares en las playas donde Stefi acampaba con su padre. "Queríamos que nuestros hijos vivieran esa experiencia con nosotros", explica Gustavo.
Además, han sumado conocimientos de energía holística. Ofrecen limpieza energética con palo santo, sahumerios caseros y consejos espirituales en su paso por ferias y encuentros. "Siempre con buena intención y desde el fondo hacia la puerta", dicen con naturalidad.
Su próximo objetivo es grande: llegar hasta Alaska. Pero sin apuro. Antes, tienen un evento muy esperado: el primer encuentro rodantero organizado por ellos en Punta Lara, los días 16 y 17 de agosto. Allí compartirán experiencias con otras familias viajeras y personas interesadas en este estilo de vida.
"Nos inspira ayudar, mostrar que se puede. Si nosotros lo hicimos con tres chicos, otros también pueden hacerlo", asegura Gustavo. La vida en movimiento les enseñó lo esencial: estar donde uno quiere, con quienes ama. Y eso, para ellos, es la verdadera libertad.
Producción: @pabloeduardomouesca - (Diario Nuevo Día)