Por la inflación, el 70% de los argentinos cambió sus hábitos de compra

El consumidor promedio se ha ido moldeando con la crisis económica. Desde el Instituto de Estudios de Consumo Masivo confirman ese cambio de conducta. Los clientes planifican criteriosamente, recorren más y comparan antes de comprar. Ya no hay fidelidad a las marcas líderes ni a las grandes cadenas.

Pocos indicadores más claros que el consumo para mensurar cómo estamos realmente los argentinos en materia económica. En esa cancha juegan los problemas económicos, el humor social, las estrategias financieras de entrecasa, e incluso las expectativas en un nuevo gobierno. Somos lo que consumimos. Y cómo consumimos. 



Una suerte de monitor de este modus operandi de los argentinos es el Instituto de Estudios de Consumo Masivo (Indecom).  Según el radar de esta entidad, los consumidores argentinos cambiaron fuertemente sus hábitos en función de la inestabilidad económica, desde optar por otro supermercado hasta la frecuencia con realizan sus compras



Para Miguel Calvete, titular de Indecom, esa migración responde "a un cambio de conducta en los consumidores, que ya no se dejan robar. Son  mucho más prudentes, eligen los productos con mucho más planificación por la coyuntura económica”.



Ya no se hace la compra mensual "fuerte" sino que la atomizan en varias (cuatro o cinco), en una permanente búsqueda de promociones, ofertas y descuentos que permitan si no ganarle a la inflación, al menos no perder por goleada.



Comparar precios devino en un deporte que todos practicamos con mayor o menor eficacia. En ese tour de force más del 50% dejó de comprar productos de marcas líderes para optar por segundas marcas. Así lo prueba que hayan crecido más del 20% los artículos propios de las cadenas de supermercados. Precio mata marca sería la síntesis que confirma que la crisis económica puede más que la fidelidad marcaria de antaño. 



Una encuesta del Indecom confirma que 7 de cada 10 argentinos modificaron sus hábitos de consumo por el incremento del costo de vida. El dato con que cerraba el primer semestre del año no hizo más que consolidarse en la segunda mitad del año.        



En este contexto, donde ya no hay zona de confort posible para el cliente tipo, resurgieron los almacenes de barrio, pero también se empezaron a imponer otros formatos, como las sucursales tamaño "small" de algunos supermercados. 



A partir de la notoria caída de las ventas, la mayoría de las cadenas empezó a aplicar un criterio símil mayorista, donde los combos de ofertas tipo 3x2 activan tanto la compra como el estratégico stockeo



Como parte de esta gimnasia donde el consumidor no deja pasar una porque hacerlo implica un agujero más en su bolsillo, crecieron significativamente las denuncias en los organismos de Defensa al Consumidor. Es así como las alertas que en principio se disparan en las redes sociales confluyen en los entes específicos o en réplicas menores en los libros de quejas de los locales infractores.



La mayor cantidad de reclamos apuntan a las financieras, los planes de ahorro y las empresas de telefonía, pero también ganan su merecido lugar los artículos para el hogar.



La crisis ha modelado a un consumidor promedio que desde lo empírico hoy maneja casi tanta información como el economista más pintado, aunque carezca de la teoría para explicarlo y desconozca los misterios de la macroeconomía. La supervivencia frente a ese flagelo conocido como inflación quizás explique que ese índice de pobreza del 40,8% no sea todavía mucho mayor, pese a los precios cuidados, los esenciales, los criteriosos y otros tantos por el estilo.



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