El Sindicato de Camioneros comenzará la paritaria más imprevisible por el 40% de la caída de la actividad

Pablo Moyano les anticipó a los empresarios que esta semana pedirá la apertura de la negociación salarial 2020, pero los empresarios advierten que apenas pueden pagar los sueldos. Se habla nuevamente de la alternativa de una suma fija para postergar la discusión del convenio.

Se vieron nuevamente las caras (con barbijo) hace seis días en una reunión en la Casa Rosada y allí Pablo Moyano les dijo a los empresarios del transporte de cargas: “Prepárense porque la semana próxima pediremos la apertura de paritarias en el Ministerio de Trabajo”. Eso significa que es inminente el comienzo de la negociación salarial para 2020 más esperada y temida por el mundo empresario-sindical, aunque la crisis que trajo la pandemia hace más imprevisible que nunca su resultado.



¿Se pactará un aumento de suma fija que permita postergar el comienzo de la paritaria para cuando termine la cuarentena y quizá la actividad del transporte de cargas pueda repuntar? Es lo que comenta en voz baja entre los protagonistas de una pulseada decisiva.



La paritaria del Sindicato de Camioneros vence el 30 de junio, por lo que es tradicional que las conversaciones para discutir el próximo convenio arranquen a mediados de este mes: son los contactos preliminares en los cuales ambas partes, como los boxeadores, se sondean, se miden y evalúan cuándo pegar o cómo contestar el primer golpe, en este caso el primer reclamo salarial.



“Apenas podemos pagar los sueldos. Con la crisis que hay, será difícil otorgar un aumento”, advirtió a Infobae un directivo de una de las tres cámaras empresariales del sector. “Hay que dilatar las discusiones salariales. La caída de la actividad es de entre el 25 y 30%, e incluso en un escenario de normalidad económica sería del 75%”, se quejó un miembro de otra entidad patronal.



La inflación del año pasado fue del 53,8% y los camioneros acordaron en febrero pasado una recomposición salarial que les permitió completar una mejora del 49,5% para 2019. Para 2020, las previsiones inflacionarias eran del 43,3% y, según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central, se redujo ahora al 38,7% y nadie descarta que incluso sea menor. Y entre las causas de esa baja figura que es probable que en las negociaciones salariales se moderen para garantizar el empleo.



Aquí es donde entran a jugar de manera decisiva los severos problemas que tiene la actividad, de acuerdo con las cámaras empresariales, y la necesidad política de los Moyano de exhibir un porcentaje importante en la paritaria para mantener esa suerte de liderazgo “espiritual” que mantienen entre los sindicatos por conseguir desde hace décadas los aumentos más suculentos.



Sin embargo, hace rato que el de Camioneros dejó de ser el convenio testigo en materia salarial, como comenzó a serlo desde 2003, porque las negociaciones paritarias se atomizaron cada vez más, los porcentajes que pacta suelen ser imposibles de replicar en otros sectores e incluso hay sindicatos que están logrando recomposiciones más elevadas, como los Aceiteros.



Para la paritaria 2020 pesará como nunca el parate económico que ocasiona la cuarentena: según el último informe de la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (FADEEAC), que se difundió a principios de junio, la actividad está parada en un 40%, pese a que es considerada un servicio esencial, mientras que los costos se incrementaron un 9% en lo que va del año (con una fuerte incidencia de lo que se invierte en personal, que se elevó un 25,9% entre enero y mayo).



En la mirada de los empresarios, resultó muy complejo cumplir con la paritaria 2019, que se cerró en febrero de este año con un 26,5% en dos tramos (un 16,5% en febrero y un 10% en abril), ya que este último aumento tuvo que pagarse cuando la actividad del transporte de cargas ya mostraba los resultados tan críticos que trajo aparejado el aislamiento obligatorio.



Por eso los empresarios están extremadamente cautelosos y esperan que los Moyano pidan formalmente a Trabajo la apertura de las paritarias para escuchar las pretensiones de aumento. De todas formas, hasta fin de mes sólo puede haber charlas de aproximación sobre el tema: en el convenio firmado para cerrar 2019, una de las cláusulas establece que el gremio se compromete a “no formular nuevos reclamos salariales, porcentuales o de suma fija” hasta que finalice su vigencia, el 30 de junio.



Pero la emergencia sanitaria también puso en apuros a la patria camionera. Hugo Moyano está recluido en su casa del barrio porteño de Barracas porque está dentro de los grupos de riesgo por la edad (76 años) y la actividad sindical cotidiana quedó en manos de su hijo Pablo, mientras el tercero en el escalafón del gremio, Marcelo Aparicio, todavía sigue internado con coronavirus.



La apertura de las paritarias en medio de la pandemia les permitiría escenificar su condición de “sindicato líder”, aunque los Moyano quedaron encerrados en una postura poco flexible que puede terminar convirtiéndose en una verdadera trampa: ¿aceptarán una eventual postergación de las negociaciones para no poner contra la pared al sector empresarial (y al Gobierno)? ¿Cómo presentarán ante la opinión pública, y el resto del sindicalismo, cualquier postura en esta materia que los aleje de su fama de intransigentes?



Los Camioneros también quisieron diferenciarse de la CGT y el acuerdo firmado para facilitar las suspensiones del personal sin tareas con un descuento del 25% del salario neto. En su afán por dejar mal parada a la cúpula cegetista, en donde se destaca Héctor Daer, un viejo enemigo de Moyano, el sindicato le envió una carta al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, para advertirle que “no suscribirá" acuerdos con ninguna de las cámaras empresarias ni con las empresas del sector “que impliquen la baja de salarios, y/o supresión del pago de ítems convencionales, como así tampoco acordará suspensiones de personal”.



Quizá no se dio cuenta de que esa jugada también significó cuestionar al Gobierno, ya que fue Moroni el que se comprometió en la gestación del acuerdo UIA-CGT, y que podría complicar a los propios camioneros al descartar una herramienta para la crisis que solamente fija un piso salarial en los casos de trabajadores sin tareas, algo que podría afectar a los afiliados de Moyano.



Cuando comenzó el gobierno de Alberto Fernández, Hugo Moyano no disimuló su enojo porque no había conseguido ubicar a ningún hombre de sus filas en la grilla de funcionarios y una de las manifestaciones de su malestar fue la postura llamativamente dura que adoptó en las paritarias. En su objetivo de desindexar la economía, el flamante gobierno arrancó en diciembre con un pedido a los sindicatos de pactar aumentos de suma fija y postergar la discusión de los convenios hasta mediados de año. Pero los Camioneros contestaron con un comunicado de prensa en el que recordaron que reclamaban que “las paritarias sean libres”.



Apenas 48 horas después, Alberto Fernández pareció contestarle a Moyano cuando dijo que quería que “las paritarias funcionen" y les pidió a los trabajadores que no hicieran “pedidos desmedidos” en materia salarial porque "todo repercute sobre la economía”. Los Camioneros no se moderaron y terminaron acordando en febrero un aumento porcentual importante (26,5% para el primer semestre, equivalente al 49,5% anual) y sin sumas fijas, precisamente la fórmula que desalentaba el Gobierno.



La relación entre el jefe camionero y el Gobierno cambió no solamente luego de que dos técnicos vinculados con Facundo Moyano fueron designados en el Ministerio de Transporte, sino también cuando comenzó la emergencia sanitaria y el sindicato le ofreció al gobernador Axel Kicillof la cesión del Sanatorio Antártida para atender a los bonaerenses con coronavirus. Allí, en la tercera inauguración del establecimiento, Alberto Fernández selló definitivamente la paz con Hugo Moyano cuando lo calificó de dirigente “inmenso y ejemplar". El gesto se complementó en términos económicos cuando durante dos meses consecutivos, abril y mayo, la Superintendencia de Salud privilegió a la obra social de Camioneros con más fondos que a gremios con mayor número de afiliados.



A principios de junio se concretó otra señal de que el vínculo entre el Presidente y el líder camionero está en su plenitud: el Ministerio de Trabajo dejó sin efecto una multa de $810 millones que le había aplicado el gobierno de Mauricio Macri en 2018 al Sindicato de Camioneros por haber desobedecido la conciliación obligatoria en un conflicto.



Hoy, el comienzo de la paritaria camionera en un panorama tan crítico pondrá a prueba la solidez de la estrategia salarial de Moyano y, además, la vigencia de la luna de miel que mantiene con Alberto Fernández: un reclamo desmedido podría jaquear el delicado escenario socioeconómico que trazó la Casa Rosada para atravesar la pandemia y la negociación por la deuda.


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