El día a día de los 10 rugbiers acusados de matar a Fernando

La fiscal Verónica Zamboni tiene plazo hasta mediados de febrero para resolver sobre el pedido de prisión preventiva para los diez rugbiers detenidos por el crimen de Fernando Báez Sosa.

Sin embargo, las fuentes cercanas a la causa les manifestaron al diario Clarín que tomaría bastante antes una resolución, probablemente este lunes, que luego debe ser respaldada por el juez de Garantías de Villa Gesell, Leopoldo Mancinelli. Esa definición judicial podría cambiar la rutina que los diez amigos comparten desde la llegada al penal de Dolores. Una confirmación de la preventiva, que se estima segura al menos para nueve de ellos, podría implicar el traslado a un nuevo lugar de detención. Juntos, o separados.



Alejo Milanesi es el único que no fue reconocido por ninguno de los testigos en las cuatro ruedas de reconocimiento. El resto, con distintos roles, fueron todos ubicados en la escena fatal que terminó con Fernando muerto. Así, juntos, están desde la madrugada en que volvieron a la casa que alquilaban a la vuelta de Le Brique. Así comparten sus horas en Dolores, en una rutina precisa.



Los rugbiers están ubicados en una alcaidía entre los pabellones 9 y 10, exclusivos para evangélicos, en la planta alta de la cárcel. Empiezan su día temprano, entre las 8 y las 8.30, y esperan a que llegue el desayuno. Mate cocido o agua caliente, para prepararse té o una leche en polvo dentro de la celda de tres metros por seis en donde duermen los diez en cinco camas cucheta. Inmediatamente después, los guardias los llevan a higienizarse. Su celda tiene inodoro, pero no ducha. Por eso tienen que caminar por un pasillo hasta las duchas, que están en el pabellón 10. Tienen que recorrer un trayecto corto, apenas unos cinco metros, custodiados por un guardia en el pasillo. Allí se duchan solos, como hacen todas las otras actividades en el penal.



Después de desayunar y bañarse, a media mañana, alrededor de las 10.30, tienen una revisión médica para corroborar que no presenten lesiones. No salen para este examen físico: el médico los revisa en su celda. Lo mismo que la psicóloga, que los visita cuando ellos solicitan una entrevista. Desde el Servicio Penitenciario Bonaerense aseguran que esto no es un trato diferencial.


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