Sociedad

La historia de la banda presidencial: ¿tiene dueño?

¿De dónde viene la costumbre, quién fue el primero en usarla? De los atributos que recibe el Presidente -hoy envueltos en polémica-, sólo uno tiene estatus jurídico. Cronología y datos


Los atributos presidenciales exteriorizan la dignidad de la Primera Magistratura de la Nación, son símbolos que representan al Presidente de la República ante los ciudadanos. Se rigen principalmente por los usos y costumbres, toda vez que el único atributo que ha sido regulado en una norma jurídica es la Banda Presidencial Argentina. Tradicionalmente se ha sostenido que eran únicamente tres: la Banda Presidencial, el Bastón de Mando y la Marcha militar Ituzaingó. Sin embargo, podríamos adicionarles dos más: el Estandarte o Bandera de presencia presidencial y el manido "sillón de Rivadavia".



Las bandas presidenciales se utilizan profusamente en el mundo latino: Europa continental y América Latina. Excepcionalmente las han utilizado algunos países africanos y asiáticos. No acostumbran lucirlas los países anglosajones, germánicos o eslavos; en el mundo occidental.


PODRÍA DERIVAR DE UNOS PLIEGUES DE GÉNERO ROJO O BORDÓ QUE LOS SENADORES ROMANOS LUCÍAN, CRUZADOS, SOBRE LAS TÚNICAS


Veamos entonces detalles de este atributo principal que es la Banda Presidencial.


Es una tira o cinta delgada de tela que se coloca, en forma cruzada, sobre la indumentaria para significar que su portador es titular de una dignidad u honor y, en tal carácter, debe ser reconocido por todos. Es una distinción honorífica que se coloca normalmente atravesando el hombro derecho y cayendo hacia el costado izquierdo.


Su origen no es muy claro en la historia. Bien podría derivarse de unos pliegues de un género color rojo o bordó que los senadores o magistrados romanos lucían, cruzados, por encima de sus blancas túnicas. Con ello revelaban a toda la población su dignidad política; que les generaba inmunidad de arresto y otros privilegios.


Lo cierto es que esta costumbre de cruzar sobre la ropa una banda o cinta de un color distinto al del atuendo continuó durante la Edad Media. En particular las lucían generales, monarcas o altos dignatarios sobre sus resplandecientes armaduras. Tal vez como una manera de distinguir, en la lucha, la presencia del líder de un ejército por parte de la tropa.


Durante el Renacimiento, el Emperador Carlos V luciría bandas rojas encima de sus armaduras, encabezando a sus ejércitos en lucha. Tal vez éste sea el origen más inmediato de la moda de utilizar las bandas de autoridad en el mundo latino.


En la época, ciertas órdenes militares o ecuestres empezaron a utilizar las bandas cuando condecoraban a alguien con alguna importante distinción (v. gr.: gran cruz de la orden). En cambio, cuando se distinguía con cruz simple o con el mero grado de "comendador", al beneficiario se le imponía sólo una cinta, en vez de banda.


Hacia la Edad Moderna, las logias masónicas adoptaron el uso de las bandas para iniciar a sus "maestros" masones, a partir del tercer grado. En forma paralela, los Borbones difundían en todo el mundo latino el uso de las bandas como distintivo real de sus soberanos; o de sus dignatarios, a quienes los reyes concedían su uso. Nadie podía andar por la calle luciendo bandas, salvo que por autorización real exteriorizara, ante los demás súbditos, alguna dignidad real. Hay retratos de todos los Borbones franceses -desde Luis XIV hasta Luis Felipe- con bandas reales celestes o rojas.




Retrato del Conde de Floridablanca
 

En paralelo, sus primos hispanos siguieron la misma senda. Desde Felipe V hasta el actual Felipe VI, todos los monarcas españoles lucieron bandas sobre sus pechos: celestes, azules o albicelestes. Quizás el punto culminante para adoptar las bandas en el imaginario colectivo del mundo hispano fue la Real Cédula del Rey Carlos III, del 19 de Septiembre de 1771; por la cual instituyó la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III; cuya finalidad era distinguir a aquellas personas destacadas por sus obras a favor de España o de la monarquía. Es la distinción civil más importante que otorga España hasta el día de hoy.


Los beneficiarios de esta distinción estaban autorizados a portar una banda celeste y blanca atravesando su pecho, pasada por el hombro derecho; así como una cruz de ocho puntas con una imagen de la Inmaculada Concepción de María; que colgaba de la banda. Tal vez quien más contribuyó a difundir esta imagen de las bandas que lucían todos los miembros de la familia real Borbónica fue, seguramente, Francisco de Goya, en sus magníficas pinturas. Las pinturas de Goya eran monumentales e impactantes. Los Borbones exteriorizaban autoridad, mando e inspiraban respeto y obediencia, luciendo orgullosos sus bandas cruzadas sobre sus pechos.


Los virreyes y algunos gobernadores españoles en América, como representantes del Rey; o condecorados por alguna orden real, lucían, como símbolos de autoridad, bandas ante la gente; y esperaban así ser obedecidos y respetados. Las bandas hispanas medían unos 10 centímetros de ancho.


Sabemos que nuestro último virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros lucía una banda roja y blanca, típica de los marinos. No existen constancias de que los primeros gobiernos patrios, desde la Primera Junta hasta el Segundo Triunvirato, hayan utilizado alguna.


El primer registro, en nuestra historia, sobre el uso de bandas data del 26 de Enero de 1814, cuando la Soberana Asamblea General Constituyente del Año XIII crea el cargo de "Director Supremo de las Provincias Unidas", y además de otorgarle el "tratamiento de Excelencia y la escolta competente" (art. 2°), dispone: "Llevará una banda bicolor, blanca al centro, y azul a los costados, terminada en una borla de oro, como distintivo de su elevada representación". Es la primera vez que se legisló sobre nuestros colores, los que debía lucir, en su pecho, el primer mandatario del naciente Estado.


De este modo, el primer ciudadano que lució una banda con los colores patrios fue Gervasio Antonio de Posadas. Lo siguieron todos los Directores Supremos que vinieron después.


Luego de la caída del Directorio y la crisis del año 1820, los gobernadores de las distintas provincias continuaron luciendo las bandas albicelestes. Martín Rodríguez y Juan Gregorio de Las Heras las llevaban en los actos públicos. Durante la guerra con el Brasil, el flamante mandatario Bernardino Rivadavia fue el primer Presidente en lucir una banda; que exteriorizaba su potestad y autoridad. Sin embargo, a diferencia de lo que había ocurrido con sus pares del Directorio, el Congreso no emitió ninguna norma disponiendo el uso de la banda. Se siguió utilizando la vieja "banda directorial" como una mera costumbre.


Juan Manuel de Rosas instauró una ancha banda roja; para diferenciarse de sus antecesores. Varios gobernadores del período rosista lo imitaron. Entre 1835 y 1852 desaparecieron del mapa las bandas, banderas, insignias o escarapelas albicelestes.


DESDE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO HASTA FERNANDO DE LA RÚA, SALVO POCAS EXCEPCIONES, EL ACTO SE LLEVÓ A CABO EN LA CASA ROSADA


Con la organización nacional, se restauraron los colores patrios; y aunque la Constitución de 1853 nada dijo de la banda, a diferencia de la norma aprobada por la Asamblea del Año XIII, los presidentes que ejercieron a partir de 1854 restauraron la tradición de lucir bandas presidenciales celestes y blancas, con el sol o el escudo bordado en oro en la franja central blanca. Los usos y costumbres rigieron tanto el formato, como la ceremonia de traspaso de los atributos del mando presidencial, desde Justo José de Urquiza hasta Edelmiro Farrel. Desde Domingo Faustino Sarmiento hasta Fernando de la Rúa, salvo honrosas excepciones, el acto se llevó a cabo en la sede del Poder Ejecutivo, es decir, en la Casa Rosada.


El 24 de Abril de 1944 el ex Presidente Farrel emitió el Decreto - Ley N° 10.302/1944; donde instituyó a la Bandera Nacional, el Escudo y el Himno como símbolos patrios. No obstante ello, en forma curiosa y llamativa, en su artículo 4°, legisló sobre la Banda Presidencial: "La banda que distingue al Jefe del Estado, autorizada por la Asamblea Constituyente en la reforma de estatuto provisorio del Gobierno del 26 de enero de 1814 y alcanzada por la distinción del 25 de febrero de 1818, ostentará los mismos colores, en igual posición y el sol de la Bandera Oficial. Esta insignia terminará en una borla sin otro emblema. Tanto el sol como la borla serán confeccionados con hilos, con baño de oro, de óptima calidad y máxima inalterabilidad en el tiempo".


De este modo, la banda presidencial pasaba de ser un atributo tradicional a una distinción consagrada en una norma jurídica. Mantuvo el formato y colores patrios, respetando lo resuelto por la Asamblea del Año XIII. Ordenó que se le bordara un sol, igual que la Bandera "Oficial". Dejó sin efecto las bandas que ostentaban el elegante escudo nacional bordado en dorado, utilizadas profusamente durante las presidencias conservadoras, entre fines del siglo XIX y principios del XX. Dispuso que la banda termine en borla sin emblemas, medallas u otros adornos; y que sea bordada con hilos de oro. Estas disposiciones y características rigen hasta el día de hoy, en la confección de las bandas.


EN RIGOR, TANTO LA BANDA COMO EL BASTÓN LE PERTENECEN AL PRESIDENTE QUE ASUME Y NO AL QUE SE VA


Juan Domingo Perón, que asumió su primera presidencia el 12 de Octubre de 1946, fue el primer presidente en recibir la banda presidencial consagrada por el Decreto - Ley N° 10.302/1944 y Mauricio Macri será, hasta aquí, el último.




En 1946, Juan Domingo Perón fue el primer presidente en usar la banda luego de su reglamentación
 

Al igual que con el bastón de mando, cada presidente recibe una banda y un bastón nuevos, que suelen conservar como recuerdo de su paso por la Primera Magistratura del Estado una vez que cesan en sus mandatos. Es por ello que, en rigor, tanto la banda y el bastón le pertenecen al Presidente que asume y no al que se va.


La historia y la costumbre hacen que, tiempo después, los ex presidentes o sus familias donen estos atributos del mando presidencial al ex Museo de la Casa de Gobierno, hoy Museo del Bicentenario, para ser exhibidos al público, como testimonios del pacífico traspaso del mando presidencial, de la continuidad democrática y republicana de nuestro país y de su gestión al frente del Poder Ejecutivo de la Nación.



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