El oficialismo, ante el desafío de ordenar su interna para retener el control de la Provincia
La Casa Rosada exigió depurar el menú de candidatos y el pelotón ya se redujo a la mitad. En la volteada cayó el único dirigente con saldo positivo en su imagen. El kirchnerismo debe ajustar su estrategia para disputar el distrito clave para su futuro
A veces por
decisión propia y otras por obligación circunstancial, el Frente para la
Victoria se topó en sus casi 12 años de existencia con algunas lecciones para
tiempos apremiantes. Aprendió, por ejemplo, del "divide y reinarás"
para disipar rivales; también que para el "unidos venceremos" que
dejó Perón se deben olvidar rencores y celos; y luego, obligado a perfeccionar
su desempeño, aprendió que debe elegir sus contiendas.
Cuando el desgaste de la gestión comenzó pasar facturas en
las urnas, el oficialismo resolvió que no valía la pena malgastar demasiados
esfuerzos en los grandes centros urbanos que se erigieron como sus polos de
resistencia. Se concentró entonces en apuntalar gobernaciones desde la
periferia y, puntualmente,en reforzar su armado bonaerense. Sabe hace años que el
combustible de su maquinaria se extrae en buena medida del Conurbano y se ocupa
de cuidar ese recurso para sobrevivir.
El Gobierno perdió dos veces en la "madre de todos las
batallas". Quienes lo vencieron en 2009 y 2013 aparecen hoy de nuevo en el
horizonte, otra vez amenazantes. Los estrategas de Balcarce 50 advirtieron por
estos días de la necesidad de ordenar cuanto antes su tablero en territorio
bonaerense, aprovechar los problemas de definición que hay en la vereda de
enfrente y optimizar su ingeniería electoral. Comprendieron que para tener
oportunidades de permanecer en el poder,no pueden dar ventajas en la
Provincia.
Sin lugar para los débiles
El mal trago de las primarias porteñas dejó el GPS
kirchnerista recalculando. La Presidente sacó conclusiones del yerro en el que
derivó la oferta amplia y no tardó en tomar medidas. Con un mandato implacable,
desmanteló en cuestión de días el malón de candidatos nacionales hasta
comprimirlo a los dos más competitivos. A los postulantes al sillón de Daniel
Scioli los dividió a la mitad:de 12 quedan seis. Y todavía son demasiados.
Variopinta, híbrida y poblada por dirigentes en algunos casos
con pretensiones un tanto sobredimensionadas, la interna kirchnerista no
parecíaa priorienfrentar dificultades
mayores para depurarse. Sin embargo, en su primera pasada, el colador dejó
pasar un pez gordo:Diego Bossio.
El titular de la Anses fue el primero en declinar sus
aspiraciones en un anuncio inesperado. La baja despejó el mapa entre los que más
chances tenían. Pero también produjo un efecto acaso inesperado: dejó al FpV
sin el único candidato cuya imagen tenía un saldo positivo en el electorado.
Según un sondeo reciente, Bossio gozaba de una aceptación
superior al 50%. Era el único anotado en la carrera por la gobernación con ese
handicap, en una medición que incluía a opositores. Ninguno de los dirigentes
que siguen en carrera se acercan a ese número y a todos los perseguía su imagen
negativa.
La preselección dejó sobre el tablero aAníbal Fernández, Sergio Berni,
Julián Domínguez, Martín Insaurralde, Fernando Espinoza y Santiago Montoya.
El desafío será llegar a las PASO con no más de tres fórmulas. Quedan 40 días
para el cierre de listas, pero la intención de la Casa Rosada es achicar lo
antes posible para encolumnar la tropa detrás de los elegidos.
(Im)probables formaciones
Dos miembros
del gabinete, un legislador con pasado de ministro, dos intendentes de
distritos populosos y un funcionario con ADN sciolista. Ese es el escenario
momentáneo sobre el que se tejen las operaciones. Y la presión continúa.
Del jefe de
Gabinete, el secretario de Seguridad y el titular de la Cámara de Diputados se
presume que cuentan con todo el apoyo oficial. Los dos primeros reportan a
diario a la Presidente, y el tercero pasó por el despacho de Carlos Zannini el
mismo día en que se desprendió Bossio y salió indemne. Los restantes resisten
con otros argumentos.
Ya antes de que Cristina sumergiera al primer puñado de
precandidatos en el "baño de humildad" que clamó por cadena nacional,
muchos exploraban el arte de la combinación. Previo a bajarse,Patricio Mussiazuzaba
una fusión con Domínguez y Bossio coqueteaba con Berni. Por entonces no estaba
claro cuál prevalecía sobre el otro, y ahora tampoco: el intendente buscaría un
nuevo mandato en Berazategui y el director jefe de Anses mantiene un misterioso
silencio.
Aníbal Fernández también tiene quien lo corteje. Fuera de una
competencia de la que dijo que nunca se subió,Gabriel Mariottose habría ofrecido para ser su vice.
Por otro lado, hay quienes dicen que las usinas platenses del gobernador no ven
con malos ojos apoyar a Berni, con quien mantienen una relación fluida.
A Montoya le
diferencia ser el único que milita activamente por "Scioli
presidente"; la carta no es muy fuerte pero solo figura en su mazo. A
Espinoza, ser mandamás del mayor distrito electoral del país y dueño de una
genética justicialista que ningún barón discutirá. Y a Insaurralde, portar un
grado de conocimiento en la sociedad superior al resto y una heterodoxia
perfecta si la idea es llegar, como en la Nación, con un kirchnerista de
paladar negro y un "rebelde".
El as escondido o la ley del último recurso
En el
convencimiento de que retener la Provincia es crucial para cualquier panorama
nacional, el oficialismo no agota sus opciones en esa carta de candidatos. Al
menos así lo entienden en los bunkers de la oposición, que temen una maniobra
de último momento que los descoloque.
¿Scioli a la
Presidencia y Randazzo a la Provincia? Más allá del entusiasmo que pueda
generar en una porción del electorado K, lo que parece como la opción más
competitiva que tiene el Gobierno en carpeta es enfáticamente descartada por
unos y otros. El ministro del Interior y Transporte cerró hace rato la
posibilidad de bajarse y ya nadie de la "ola naranja" espera que su
jefe se quede sin contrincante en agosto.
De cualquier
modo, si las versiones sobre contactos entre macristas y massistas en la arena
bonaerense toman cuerpo y avanzan en un entendimiento, quizás la posibilidad de
una boleta Scioli-Randazzo termine siendo una alternativa para garantizarse
cuantos votos leales estén a su alcance. Después de todo, la mayoría de quienes
declinaron sus postulaciones se pusieron "al servicio del proyecto" y
a las órdenes de Cristina. "No soy de esos dirigentes que dicen 'soy presidente
o me voy a mi casa' . Soy un militante y me voy a sentir útil en el lugar que
sea", dijo el gobernador Sergio Urribarri cuando renunció a pelear por la
nominación partidaria. ¿A quién estaba destinado el mensaje?