Política y Ciencia

Carta de 68 ganadores del Premio Nobel a Javier Milei: advierten sobre el peligroso rumbo de la ciencia y tecnología en Argentina

Premios Nobel de Química, Economía, Medicina y Física expresan su preocupación por la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología en Argentina, la rescisión anticipada de contratos y la devaluación de la ciencia y el futuro del país. Destacan los logros de la ciencia argentina y piden el restablecimiento de los presupuestos para evitar la destrucción del sistema.

Redacción Nuevo Día
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En una carta dirigida al presidente argentino, Javier Milei, 68 ganadores del Premio Nobel de Química, Economía, Medicina y Física expresaron su profunda preocupación por la situación actual de la ciencia y tecnología en Argentina. La misiva, también compartida en redes sociales por el ex ministro de Ciencia y Tecnología Daniel Filmus, se centra en la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, despidos de empleados administrativos del CONICET y otros institutos en todo el país, así como la rescisión anticipada de numerosos contratos.

Los laureados advierten sobre el riesgo de que Argentina esté renunciando a sus científicos y estudiantes de ciencias. Afirman que la devaluación de los presupuestos del CONICET y las Universidades Nacionales refleja no solo una dramática devaluación de la ciencia argentina, sino también una devaluación del pueblo argentino y del futuro del país.

La carta destaca los impactos y avances de la ciencia argentina en diversas áreas, desde el desarrollo de la vacuna Covid-19 hasta la construcción de satélites de comunicaciones y la creación de reactores nucleares de última generación. Los científicos internacionales resaltan la importancia de la infraestructura para la ciencia en el desarrollo económico y social de las sociedades modernas.

Los ganadores del Premio Nobel instan respetuosamente a Javier Milei a restablecer los presupuestos para el sector de ciencia y tecnología, evitando la destrucción de un sistema que ha llevado años construir y que requeriría muchos más para reconstruir. Advierten que la congelación de programas de investigación y la reducción del apoyo a jóvenes científicos llevarán a consecuencias irreparables.

Entre los firmantes se encuentran prominentes figuras como Thomas R. Cech, Martin Chalfie, Aaron Ciechanover, Finn E. Kydland, Harvey J. Alter, Werner Arber, Elizabeth H. Blackburn, Michael Rosbash, Barry Clark Barish y Donna Stricland, entre otros. La carta destaca la contribución transformadora de la ciencia argentina a nivel global y el riesgo inminente de perder esta capacidad si no se revierten las medidas actuales.

La advertencia de estos distinguidos científicos internacionales subraya la importancia de salvaguardar la inversión en ciencia y tecnología como pilar fundamental para el progreso y la independencia económica de Argentina.

La Carta

Señor Presidente de la República Argentina, Javier Milei.

Señor Jefe de Gabinete de Ministros, Nicolás Posse.

Señor Presidente del CONICET, Dr. Daniel Salamone.

Honorables Senadores y Diputados del Congreso Nacional.

Nos dirigimos a ustedes con respeto y profunda preocupación. Vemos como el sistema argentino de ciencia y tecnología se acerca a un peligroso precipicio, y nos desesperan las consecuencias que esta situación podría tener tanto para el pueblo argentino como para el mundo. Vemos con preocupación la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el despido de empleados administrativos del CONICET y de otros institutos en todo el país, y la rescisión anticipada de muchos contratos el mes próximo. Tememos que Argentina esté renunciando a sus científicos y a sus estudiantes de ciencias. Nos preocupa que la dramática devaluación de los presupuestos del CONICET y de las Universidades Nacionales refleje no sólo una dramática devaluación de la ciencia argentina, sino también una devaluación del pueblo argentino y del futuro de Argentina.

Como científicos internacionales, muchos de nosotros hemos sido testigos de las contribuciones transformadoras de la ciencia argentina. Si no fuera por la ciencia y los científicos argentinos, las causas del cáncer de pulmón y la diabetes habrían seguido siendo un misterio durante décadas. Si no fuera por la ciencia y los científicos argentinos, careceríamos de los conocimientos y la tecnología que permiten a un país con una pluviosidad modesta alimentar tanto a su propia población como a gran parte del mundo. Si no fuera por la ciencia y los científicos argentinos, careceríamos de elementos clave de nuestra comprensión del funcionamiento del Universo, desde el funcionamiento de un simple virus hasta el funcionamiento de un átomo. Como ciudadanos del mundo, nos beneficiamos de este legado. Nos beneficiamos de nuestra aún imperfecta, pero a veces salvadora, capacidad para diagnosticar y tratar el cáncer. Nos beneficiamos de los avances en agricultura y de los alimentos que produce el paisaje argentino.

Vemos los muchos avances notables que han llegado a Argentina a través de la historia y la tradición de la ciencia y la tecnología argentinas. ¿Dónde estaría Argentina -y el mundo- sin esta rica e importante historia?

Devaluar y/o cancelar la ciencia argentina ahora sería un grave error. El mundo tiene muchos problemas, y cualquier economía moderna como la argentina debe ser capaz tanto de generar nuevas tecnologías enfocadas a problemas locales como de aplicar tecnologías generadas por otros en un nuevo contexto local para resolver problemas locales. Creemos en el ideal de que los países que invierten en nueva ciencia compartirán sus tecnologías y sus beneficios, pero seríamos ingenuos si no comprendiéramos que cualquier país que dependa únicamente de este espíritu comunitario perderá rápidamente su independencia económica.

Algunas cuestiones, oportunidades y soluciones son globales, y quizá depender de los conocimientos y esfuerzos de otros puede funcionar en esos casos. Pero muchas cuestiones, oportunidades y soluciones son locales, regionales o nacionales, y no debe esperarse que las inversiones y los inversores de otras naciones aporten los conocimientos y recursos necesarios para abordar esas cuestiones. Sin una infraestructura para la ciencia, un país desciende a la indefensión y la vulnerabilidad. Sin desarrollar su propia tecnología para avanzar ni capacitar a las personas o desarrollar la infraestructura necesaria para el conocimiento científico y tecnológico de otros a los problemas regionales, nacionales y locales, ¿en qué situación quedaría Argentina?

Escribimos con la perspectiva de que Argentina tiene una notable base científica sobre la cual construir si hay voluntad. Argentina es el único país de la región que ha desarrollado su propia vacuna Covid-19, construido y lanzado satélites de comunicaciones, y diseñado y construido reactores nucleares de última generación que no sólo se han exportado, sino que generarán un suministro nacional de radioisótopos para uso médico crucial. Pronto se inaugurará un nuevo laboratorio de terapia de protones, único en el hemisferio sur. Un proyecto multinacional liderado por científicos argentinos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) ha instalado el potente radiotelescopio QUBIC a 5.000 metros de altura en la Puna, en Salta. Este telescopio explorará los primeros milisegundos del universo inmediatamente después del Big Bang. Argentina ocupa el puesto 10 del mundo en número de empresas de biotecnología, un logro sorprendente que promete grandes avances en medicina y agricultura. Mediante ingeniería genética, un grupo financiado con fondos públicos ha desarrollado con éxito variantes genéticas de trigo resistentes a la sequía, ampliando así las fronteras de cultivo de cultivos esenciales. Los científicos argentinos destacan en muchas áreas, como la geología, la paleontología, la bioquímica, la biología molecular, la inmunología, la ecología, la física, la arqueología y los estudios medioambientales, atmosféricos y sociales.

Todos estos avances han sido consecuencia del apoyo gubernamental a la investigación básica. El progreso económico y social de las sociedades modernas y la creación de riqueza a partir de los recursos naturales de un país están estrechamente ligados a una fuerte inversión pública en ciencia y tecnología. Por estas razones, le instamos respetuosamente a que restablezca los presupuestos de las restricciones impuestas recientemente al importantísimo sector de la ciencia y la tecnología de su país. La congelación de los programas de investigación y la disminución del número de becarios de postgrado y de jóvenes investigadores provocarán la destrucción de un sistema que costó muchos años construir y que costaría muchísimos más reconstruir.

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