Adorni lo confirma: Villarruel "ya no es parte del proyecto" libertario
El presidente Javier Milei y su entorno más cercano redoblaron las críticas contra la vicepresidenta Victoria Villarruel. Luego de un traspié en el Senado, donde el oficialismo no logró frenar una sesión, el Gobierno la acusó de "adoptar la agenda opositora". La tensión interna pone de manifiesto una fractura que se arrastra desde la campaña y se profundiza a medida que Villarruel construye su propio perfil político.
El gobierno nacional volvió a exponer públicamente su ruptura con la vicepresidenta Victoria Villarruel. El detonante fue el revés parlamentario en el Senado, donde el oficialismo no logró impedir una sesión que culminó con la aprobación de medidas como el aumento a jubilados. El presidente Javier Milei la tildó de "bruta traidora" y, en línea con él, el vocero presidencial Manuel Adorni sentenció: "Todo el mundo sabe que Villarruel no es parte del proyecto".
El mensaje fue consensuado con Karina Milei y Santiago Caputo, y se inscribe en una estrategia comunicacional habitual del oficialismo: exhibir internas para marcar agenda y mantener cohesión en la base militante.
De aliada clave a figura incómoda
La fórmula presidencial entre Milei y Villarruel nació con tensiones. Durante la campaña, la actual vice ya daba señales de autonomía con actos propios y propuestas alejadas del núcleo libertario. Tras asumir, sus intentos de controlar áreas como Seguridad o Defensa fueron bloqueados por la "mesa chica" de Casa Rosada.
En paralelo, Villarruel comenzó a tejer vínculos con gobernadores y dirigentes provinciales. Ya recorrió Santa Fe, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, donde se mostró con mandatarios distanciados del Ejecutivo. Incorporó al politólogo Mario "Pato" Russo a su equipo, un gesto que indica su intención de construir estructura política propia.
Según su entorno, mantiene el compromiso institucional con el Gobierno, pero no descartan un armado político de cara a 2027.
Internas históricas: un patrón que se repite
El conflicto entre Milei y Villarruel no es un caso aislado. La historia democrática argentina tiene numerosos antecedentes de fórmulas presidenciales fracturadas. Desde Víctor Martínez con Alfonsín, pasando por Duhalde con Menem, Chacho Álvarez con De la Rúa, hasta Cristina Kirchner con Alberto Fernández, los vicepresidentes han sido, muchas veces, figuras relegadas o enfrentadas al poder central.
Villarruel suma su nombre a esa lista. En un gobierno que exhibe la confrontación como recurso estratégico, su figura encarna la paradoja de quien fue elegida para ampliar la base electoral, pero terminó convertida en una amenaza para el propio oficialismo.
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