Crudo relato de la madre del joven asesinado: "Me lo mataron a sangre fría"
Marisa, madre de Ignacio Villagra, narró al medio Cadena 3 el dolor de perder a su hijo de 22 años, ejecutado en un asalto. "Tenía solo su celular y 500 pesos", contó.
En la penumbra de una noche cerrada, en la calle Rayo Cortado al 2.200 de barrio Empalme, Córdoba, la vida de Ignacio Villagra, de 22 años, se apagó bajo el estruendo de un disparo.
Era lunes, 23.30, cuando tres delincuentes lo interceptaron en un asalto que terminó en tragedia.
Un proyectil de 9 mm atravesó su abdomen, dejándolo sin vida en la vereda, a pasos de su hogar.
Junto a su cuerpo, la Policía encontró su celular, una billetera con 500 pesos, su DNI y una mochila con sus pertenencias.
Los agresores huyeron, y el fiscal Tomás Casas, del Distrito 2, Turno 7, lidera la investigación para dar con ellos.
En diálogo con Cadena 3, Marisa, la madre de Ignacio, abrió su corazón destrozado, reconstruyendo las últimas horas de su hijo con una mezcla de amor y desolación.
"Antes de ayer mi hijo se fue de acá de mi casa, se iba a ver con sus amigos que vivían siempre para aquella zona", relató con la voz quebrada por el peso de la pérdida.
Ignacio, lleno de sueños, le escribió a las 22: "Mamá, ya voy para allá". Estaba exultante, a punto de dar un paso clave en su vida: al día siguiente tenía una entrevista laboral que lo ilusionaba. "Me dijo, ‘mamá, yo me voy, ya voy a venir dentro de un rato'", recordó Marisa.
Ella, con el instinto de madre que presiente el peligro, le suplicó: "Por favor Ignacio, vení porque está muy fea la noche, mañana tenés esa entrevista, vení". Él, con la despreocupación de la juventud, respondió: "Sí mamá, voy a ir".
Pero esas palabras fueron las últimas. "Vino la Policía a avisar de que me lo mataron a sangre fría", dijo Marisa, con la voz ahogada por el dolor.
Ignacio fue atacado mientras caminaba hacia su casa, a metros de la seguridad del hogar. "No tenía nada, nada. Tenía solamente su celular, una billetera con 500 pesos, era todo", lamentó, como si la pobreza del botín agravara aún más la crueldad del crimen.
Ignacio estaba a las puertas de un futuro mejor. Trabajaba en una carbonería, pero anhelaba dejar atrás el hollín y el esfuerzo físico. "Se postuló, se cansó de mandar currículum con otro de mis hijos, y mi otro hijo ya quedó en esa empresa y él no pudo llegar", contó.
Esa noche, antes de salir, Ignacio buscó su DNI con nerviosismo. "Me decía, ‘mamá, no encuentro el documento y mañana tengo que presentarme a esa entrevista de trabajo'", relató. Juntos lo encontraron, y él partió con la promesa de volver. "Al ratito se fue y no lo vi más", confesó la mujer.
Madre de seis hijos, Marisa describió a Ignacio como su "único negrito", un apodo cariñoso que reflejaba su cercanía. "Estaba tan feliz porque había conseguido ese trabajo. Me decía, ‘mamá, yo ahora que trabajo te voy a ayudar'", recordó, evocando la generosidad de un hijo que soñaba con aliviar la carga de su familia. Pero ese sueño se desvaneció en un instante. "No me lo dejaron, no me lo dejaron", repitió, como si al decirlo pudiera conjurar la realidad.
Aún en shock, Marisa espera que le entreguen el cuerpo de su hijo tras la autopsia. "Todavía estoy esperando para que me entreguen el cuerpo, para poder velarlo", dijo.
La Policía no le ha informado si los responsables están identificados, y la incertidumbre se suma a su angustia. "No tengo palabras, no sé cómo voy a seguir", confesó.