El expolicía Horacio Grasso, preso por homicidio, ahora imputado por femicidio
El expolicía Horacio Grasso, condenado en 2009 por la muerte de un niño durante un intento de robo, fue imputado nuevamente, esta vez por femicidio. En su departamento de Córdoba hallaron el cuerpo de Milagros Micaela Basto, desaparecida en 2024. El caso expone las graves falencias del sistema judicial y penitenciario que permitió que el exuniformado volviera a matar.
Horacio Grasso, exintegrante de la Policía de Córdoba, fue condenado en 2009 a 27 años de prisión por la muerte de Facundo Novillo Cancino, un niño que recibió un disparo durante un intento de robo en barrio Colonia Lola. Sin embargo, pese a su prontuario y a múltiples sanciones dentro del sistema carcelario, logró beneficios judiciales que lo mantuvieron en libertad domiciliaria durante los últimos años.
A lo largo de casi dos décadas, Grasso acumuló denuncias por violencia, amenazas y violaciones a las condiciones de su arresto. Informes oficiales lo describían como un preso con conducta "pésima" y 17 sanciones disciplinarias. Aun así, recibió prisión domiciliaria en varias oportunidades, siempre con aval judicial.
El hallazgo en el placard
El 4 de julio, dos jóvenes contratados para limpiar el departamento que Grasso había dejado tras volver a prisión, encontraron un cuerpo oculto en un placard. Estaba envuelto en cubrecamas y atado con cables.
La víctima fue identificada como Milagros Micaela Basto, una joven de 22 años desaparecida desde el segundo semestre de 2024. La confirmación llegó tras cotejar ADN con su hijo de seis años.
Ante el hallazgo, el fiscal José Bringas imputó a Grasso por homicidio agravado en contexto de violencia de género, es decir, femicidio. Su hermano, Javier Grasso, fue acusado como partícipe necesario de encubrimiento agravado y actualmente está prófugo.
Justicia cuestionada
El caso vuelve a poner bajo la lupa al sistema judicial y penitenciario de Córdoba. Durante su arresto domiciliario, Grasso recibió visitas sin control, fue denunciado por abuso y amenazas, y hasta se sospecha que reparaba armas en su departamento. En numerosas ocasiones no fue hallado en los controles del Patronato del Liberado, pero las sanciones nunca prosperaron.
"La Justicia miró para otro lado mientras un condenado por homicidio violaba sistemáticamente las condiciones de su detención", cuestionaron fuentes judiciales.
Con 55 años y un historial criminal que combina narcotráfico, violencia y homicidios, Horacio Grasso enfrenta ahora una nueva acusación que lo coloca en el centro de uno de los casos policiales más estremecedores de Córdoba en los últimos años.