Son niños migrantes, llegaron de Paraguay, Perú y Venezuela, y van a hinchar por la "Scaloneta"

Niños migrantes que llegaron a la Argentina mantienen las costumbres de sus países de origen como ciertos platos de comida y géneros musicales, pero este domingo se preparan para hinchar por la "Scaloneta", en vísperas del Día Internacional del Migrante que se conmemora mañana, en coincidencia con la final de la Copa del Mundo.





Tienen entre 10 y 13 años, llegaron de Paraguay, Perú y Venezuela, y compartieron con Télam cómo fue para ellos migrar e integrarse en la sociedad argentina, mientras destacaron que todos hinchan por la Selección y calificaron de manera unánime a Lionel Messi como "un gran jugador".



"Hincho por el país que nos recibió y acogió durante estos casi 4 años", dijo Gabriel Moisés Montiel, que nació hace 13 años en Maracaibo, capital del estado de Zulia, en Venezuela, y hoy reside junto a su familia en el barrio porteño de Barracas.



Para él, en la Argentina "el fútbol se vive más que en ningún otro lugar", definió al capitán de la Selección como "un jugador que se ganó su título, el cariño y el corazón argentinos", y dijo que verá la final del Mundial "acostado en compañía de mi papá, mi mamá y mi hermano".



Sebastián (10), que vive desde los 3 años en Argentina y tiene una familia peruana, solo ve el Mundial cuando juega el equipo que lidera Messi, a quien considera "un buen jugador", y este domingo viajará desde su barrio en el partido bonaerense de José C. Paz a la



Ciudad de Buenos Aires para disfrutar la final con su familia "en las pantallas grandes".



"Es algo que venimos hablando acá: el fútbol une, estamos todos alentando por la misma camiseta", aseguró a Télam Ángela Estrada, integrante de la asociación civil "Sol y Verde Sin Fronteras", de José C. Paz, donde asisten niños, niñas y adolescentes de diferentes nacionalidades para realizar actividades de recreación y educativas.



En el mundo hay alrededor de 281 millones de personas que viven fuera de su país de origen, de los cuales menos del 15% son menores de 20 años, lo que equivale a un universo de 40,9 millones de jóvenes, según datos recabados hasta el 2020 por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.



La ONU observó en su informe "Migración Internacional 2020" que las infancias y los adolescentes "pueden enfrentar obstáculos económicos, sociales, institucionales y de otro tipo en acceder a la educación y los servicios básicos, especialmente si tienen un estatus migratorio irregular", y consideró que "pueden enfrentarse a estereotipos y prejuicios raciales en las sociedades de acogida".



Sobre su viaje hasta la Argentina, Gabriel contó que "fue de 3 días" en avión, en los cuales pasó por Brasil, y al llegar al país los recibió su papá que vivía desde hacía unos meses; mientras Sebastián compartió que su traslado fue un tramo en avión y otro en micro.



Aunque no es el caso de estos jóvenes, Gabriela Liguori, directora ejecutiva de la Comisión Argentina para Refugiados y Migrantes (Caref), explicó a Télam que "en ocasiones las personas se ven obligadas a emprender tránsitos migratorios alternativos que las exponen a situaciones de violencia, abuso de autoridad y otra vulneraciones a sus derechos".



"Las familias que llevan adelante este tipo de migración, llamadas caminantes, lo hacen por vía terrestre, por lo que los viajes suelen ser largos, tediosos, riesgosos", precisó sobre esta problemática que "por lo general (está) ligada a los requerimientos de los Estados para los ingresos a sus territorios".



Por esta razón consideró "indispensable" la acción estatal "en términos de protección y garantía de derechos tanto para les niños, niñas y adolescentes (NNA) en los diversos contextos migratorios, como para sus familias".



En cuanto a los rechazos en las fronteras o la negación de la condición de refugiados por parte de un Estado, Liguori advirtió: "Si no los dejás ingresar, perdés el rastro de esos NNA y sus familias. Por el contrario, si dejás que ingresen, podés poner en juego el poder de protección y garantía de derechos del Estado para su cuidado y para el ejercicio de sus derechos, incluido el de ser escuchado".



En la Argentina hay unas 2.212.879 personas migrantes, lo que representa al 4,9% de la población total, según datos de Naciones Unidas de 2019.



En tanto, la proporción de niños y adolescentes migrantes alcanza al 3,9% del total, de acuerdos con los últimos datos disponibles del Censo de 2010.



Además de la necesidad de garantizar el acceso a la documentación, un "eje central" para que los niños, niñas y adolescentes logren una "buena" integración es "trabajar con el sistema escolar, lo que hace a la 'igualdad en la diversidad' y la prevención de la xenofobia y la discriminación", aportó Liguori.



"Estaba muy nervioso porque pensaba que no le iba a caer bien a nadie. Pero al final nos llevamos bastante bien. Hay algunos con los que compartimos cultura porque en Argentina hay muchos paraguayos", contó sobre su experiencia Tomás Flores (12) quien llegó desde ese país vecino al igual que Paloma Almada (13), para quien sus primeros años "fueron difíciles".



"Me costaba hacer amigos. No hablaba con nadie, me intentaba integrar y no podía", confió Paloma.



Para trabajar la integración en las escuelas, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), Unicef, la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), y la señal Pakapaka realizaron el año pasado seis microprogramas animados sobre integración, vínculos e interculturalidad llamados "Encontrarnos nos hace crecer", que están disponible en la cuenta de YouTube de OIM Argentina.



Las y los niños y adolescentes migrantes también trajeron consigo valores y costumbres tradicionales de sus lugares de origen que hoy conservan, mientras suman otras del país que los recibió.



"Traje las tradiciones como aprender a cocinar mucho comidas típicas, el chipa guazú y la sopa paraguaya", contó Tomás, mientras la familia de Gabriel mantiene las hallacas en Navidad y las arepas, y Sebastián compartió que sus papás continúan cocinando "arroz chaufa y tallarín verde", aunque también les gusta "comer asado".



"Aprender que la diversidad es un valor que nos fortalece a todes es importantísimo. Diversidad de orígenes, tonadas, idiomas, color de piel, historias, gustos. Igualdad de derechos como niños, niñas y adolescentes en nuestro país, independientemente de su condición migratoria", concluyó Liguori.



 



Télam


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