El calvario de los argentinos para ser atendidos en la salud privada

La inflación y la falta de dólares están llevando al sistema de salud privado a una situación crítica. Las empresas advierten que los ingresos no cubren los costos, mientras que los afiliados deben enfrentar aumentos de sus cuotas pese a menos prestaciones y demoras en la atención.

El sistema de salud privado está pasando por su peor momento. Las empresas que financian la actividad aseguran que los ingresos no logran cubrir los costos. Lo mismo sucede con los prestadores que se quejan que no reciben aranceles acordes a los servicios que brindan.



La inflación, la brecha cambiaria y los problemas para importar insumos o equipamiento provocan un cuadro de situación que lleva a este sector a un nivel crítico. Las consecuencias se evidencian en el estado financiero de clínicas o sanatorios que llevó, en varios casos, a su cierre.



Si bien los reclamos de esta parte son genuinos, la otra cara de la moneda es lo que sucede con los afiliados al sistema. Las quejas se multiplican y tienen el eje en una serie de factores como los niveles de cuotas que no pueden afrontar los salarios deprimidos de los últimos tiempos, la disminución de las prestaciones y la larga espera para ser atendidos por las demoras en los turnos.



En el primer punto, las cuotas de las prepagas están teniendo en los últimos meses un ajuste mayor al de los años anteriores y eso se siente en los bolsillos. Esto se debe a que recién ahora están actualizando los valores, después de un período en el que el Gobierno nacional no autorizó aumentos a raíz de la pandemia.



Por ejemplo, las cuotas en 2020 subieron un 10%. En 2021 tuvieron el visto bueno oficial para incrementar un 47%, mientras que en 2022 acumularán un alza de 51,3% cuando se llegue a diciembre.



La mayoría de los ajustes salariales no siempre acompañaron estas subas. Sólo los trabajadores bajo convenio recibieron una adecuación que se acerca a estos niveles, pero este segmento es alrededor del 30% de la fuerza laboral. Quienes no discuten sus ingresos en paritarias están retrasados.



A esto se suma que, pese al mayor costo que soportan los afiliados, las empresas deben hacer recortes de prestaciones. En algunos casos, por decisión propia para sobrevivir financieramente, pero en otros obligados por la pérdida de mano de obra especializada.



En la Argentina se está profundizando un fenómeno que no es nuevo, pero que crece: el de la medicina “blue”. Ante los bajos ingresos que pueden pagar en sanatorios y clínicas privadas, los médicos cobran honorarios por fuera del sistema. Es cada vez más frecuente que el afiliado a una prepaga, más allá de la cuota que paga por mes, deba acordar un desembolso extra si quiere ser atendido por determinado profesional.



Lo aranceles que pagan en el sistema son muy bajos y los médicos compensan esa situación con un cobro adicional. Obviamente, esto no es avalado por los establecimientos privados. Se trata de un acuerdo entre el paciente y su médico elegido. Es una práctica que se da desde una consulta clínica, pero, especialmente, en intervenciones de cierta complejidad.



Según datos recopilados por MDZ, por ejemplo, hay casos en los que se tuvo que pagar “por afuera” para ser atendido por el médico elegido. Para un parto, el arancel puede rondar los $30.000 y sube hasta US$4.000 para una cirugía de corazón.



El problema es que los aranceles que se pagan a los profesionales son muy bajos y hace también que los médicos abandonen el sistema. La falta de médicos que se registra en este sistema muestra que muchos están saliendo del mismo por la baja remuneración.



Faltan profesionales para guardia o atención de consultorio. Muchos de esos puestos se cubrían con extranjeros que venían a estudiar y se quedaban en el país. Ahora se están yendo. Un caso claro es el de los médicos venezolanos. Pero también los profesionales argentinos se van debido a que no están ajenos al fenómeno de la emigración que vive el país.



Los sueldos en el exterior, como en Estados Unidos o Europa, son una tentación para el personal de salud, desde enfermería hasta médicos.



Un médico especializado en cirugía cardíaca, en relación de dependencia, gana unos $600.000 por mes, en la Argentina. Al cambio “blue”, equivalen a US$3.000 mensuales o US$36.000 al año.



En Estados Unidos, por la misma especialidad los ingresos anuales están por arriba de US$400.000. La misma relación se produce en todas las especialidades.



En Canadá, donde el sistema de salud es público, también los ingresos de un médico especializado parten de US$300.000 anuales. La carga impositiva es del 50%, pero los impuestos que se pagan se perciben con salud y educación gratuita de alto nivel.



En ambos casos, los ingresos pueden llegar a US$1.000.000.



La salida de profesionales, tanto sea porque dejan el sistema de medicina privado por la baja remuneración y pasan a trabajar de manera independiente, o porque emigran provoca que el personal existente no de abasto para atender la demanda y las consecuencias las sufren los afiliados.



Ya es normal el recorte de prestaciones. Estudios que no se pueden realizar o análisis que hay que pagar por encima de la cuota. En muchas provincias las cartillas de médicos y especialidades se van reduciendo.



El otro problema es el calvario para conseguir turnos. En algunos casos puede haber espera de más de 30 días hasta cuatro meses para ser atendidos. Sólo las urgencias son atendidas en un tiempo prudencial.



El panorama es alarmante ya que desde las empresas sostienen que no se puede seguir manteniendo el sistema en funcionamiento si no se ajustan los ingresos a los costos.



Según datos que manejan las cámaras del sector, la cuota de las prepagas debería incrementarse un 66% más de sobre los aumentos ya proyectados para alcanzar al costo de vida sobre la premisa que el costo de vida será un 67% para el año 2022, mientras que los valores de la prestación asistenciales deberían incrementarse un 60% más de sobre los aumentos ya proyectados para equiparse con la inflación.



En este contexto, los afiliados no están en condiciones de afrontar esos incrementos lo que hace que el problema no parezca tener una solución, lo que hará que se profundice el deterioro.



 



mdz


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